Un adagio popular señala que “cuando la marea baja, se sabe quién nadaba desnudo”. El refrán sirve para aludir a circunstancias en las que una situación de prosperidad sirve para ocultar los defectos estructurales de un país o un sector. Tal vez eso es lo que ahora mismo les está pasando a los cafeteros.Una serie de factores, como la devaluación del peso de los últimos años y la extraordinaria cosecha de los últimos dos, han servido para ocultar una serie de problemas que deben empezar a enfrentarse ahora mismo, pues pueden agravarse y llevar a situaciones calamitosas como las ya vividas por los cafeteros en las décadas precedentes.El gerente de la Federación de Cafeteros, Roberto Vélez, aseguró que el balance de 2017 es muy positivo, aunque lanzó varias alertas por lo que se viene para uno de los sectores tradicionales de la producción nacional.

Roberto Vélez, gerente General de la Federación Nacional de CafeterosEl dirigente gremial explicó que los mayores ingresos derivados la devaluación han aliviado la situación de los productores. A esto se le suma que en 2017 hubo un cierre de año extraordinario y se logró una cosecha de 14,2 millones de sacos, con un valor cercano a $8 billones.“Ese es un choque de ingreso muy positivo. Regar $8 billones por la zona cafetera es algo muy favorable”, dijo el dirigente gremial. Si las cosas están marchando así de bien, ¿cuáles son los motivos de preocupación de Vélez? Se trata de cuatro temas que están estrechamente relacionados: obviamente la revaluación de la moneda, la creciente consolidación en la industria de tostadores y cadenas de café, el papel de la especulación financiera en el mercado de commodities y, derivado de los dos anteriores, el precio del grano.Lea también: Rentabilidad de la caficultura es del 25 Federación de CafeterosEn primera instancia, es claro que una caída en el precio de la divisa empieza a golpear el ingreso de los cafeteros. Esta situación no sería grave si el precio del grano hubiera reaccionado en los mercados internacionales. El tema preocupa, pues hay prácticamente un balance entre oferta y demanda en este mercado: 150 millones de sacos anuales, pero se espera que la demanda crezca en los próximos años.En la siguiente década, según Vélez, el mundo va a necesitar cerca de 30 millones más de sacos de café. Así que lo que cabría esperar es una mejor tendencia en el precio del grano, pues la producción anual prácticamente se agota cada vigencia. No obstante, el precio del grano se encuentra anclado en un margen apenas por encima del US$1,2 la libra.De aquí se deriva uno de los problemas que más preocupa a Vélez: que el precio del café, como de muchos otros commodities, se está definiendo por el juego de la especulación financiera con los contratos de futuros. Esta situación hace que haya un velo que impide determinar los precios en función de la oferta y demanda real del grano.“La variable que más afecta el precio es quién tiene los inventarios”, señaló Vélez. Para él, los países productores tienen que encontrar una forma eficaz para que los inventarios vuelvan a estar en su poder, pues hoy son grandes compradores los que mantienen la mayor parte de las existencias.Por eso sugirió que, sin volver al esquema de cartelización que dominó hasta finales de la década de los 80, los países productores del grano acuerden una “retención voluntaria”, con el objetivo de rebalancear el control de los inventarios e impulsar un aumento en la cotización, que compense un escenario de devaluación del dólar y revaluación de las monedas de los países productores.Poca ofertaLo otro que preocupa a Vélez es el evidente proceso de consolidación entre el universo de los tostadores y vendedores al detal de café para consumir. Específicamente se refiere al poder de incidir sobre el mercado de JDE, la nueva multinacional en el negocio del café, que tiene entre sus socios a la familia Santo Domingo y que cuenta entre su portafolio con marcas como Tassimo, Pilao y las que le dan nombre a la nueva compañía: “Jacobs” y “Douwe Egberts”. Las cifras de ventas de este multinacional superan los US$6.000 millones y es ya la segunda comercializadora retail de café.Según Vélez, el problema que están enfrentando es que por esa posición de dominio están poniendo condiciones cada vez más apretadas a los cafeteros. Por ejemplo, los plazos para los pagos a proveedores empezaron siendo de 100 días y ya van en 200. “Me preocupa mucho el mundo del café en manos de dos”, comentó.Hoy las tostadoras son las grandes compradoras del grano; Nestlé y JDE podrían tener más de 50% de la demanda del producto, lo que configura una posición de dominio innegable.Puede interesarle: Federación Nacional de Cafeteros acogió propuestas para innovar en recolección de caféTodos estos factores son determinantes en el futuro de los caficultores y es necesario adoptar una estrategia, pues es claro que la competitividad de la caficultura no puede depender exclusivamente del tipo de cambio.De hecho, el dirigente gremial explicó que han venido haciendo esfuerzos enormes por aumentar la productividad por distintas vías. Uno de los más recientes es el desarrollo de una variedad de cafetos más pequeños. Así, los productores pueden sembrar un mayor número de plántulas por hectárea.Destacó así mismo que, gracias a la medida que permite la exportación de cafés de otras calidades, se ha logrado aumentar el precio de las pasillas, lo que también ha mejorado el ingreso de algunos cafeteros. El año pasado, de este tipo de café, fueron exportados cerca de 300.000 sacos.Están trabajando, de otra parte, para ofrecerles a los caficultores máquinas especializadas que aceleren la recolección, lo que podría aumentar la productividad.Por el lado de la marca insignia, Vélez explicó que están abiertos a la posibilidad de buscar un aliado para Procafecol, con el fin de ampliar la presencia internacional de las tiendas Juan Valdez. Para él ese es un objetivo de la estrategia de mediano plazo.Los cafeteros enfrentan un escenario desafiante. Por eso, es necesaria una estrategia, no solo por parte del gremio sino también de las autoridades. De lo contrario, el futuro va a terminar siendo bastante amargo.