Cada cinco años el Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) decide quién liderará el país durante el siguiente lustro y cuál será el camino por el cual deberá conducirlo.En el XIX Congreso que tuvo lugar el mes pasado se tomaron esas decisiones y otras cruciales sobre el porvenir del país. Se escogieron los miembros del buró político, se reeligió a Xi Jinping como presidente de China y se trazó un proyecto para el desarrollo del país hasta 2050, que refleja los cambios introducidos por las reformas económicas y la apertura.Con su llegada al poder en 2012, Xi Jinping cambió el marco de la política que había prevalecido en el país durante la hegemonía de Deng Xiaoping desde 1978. Ese marco se basaba en la transformación de la economía doméstica para impulsar el crecimiento y no incluía una agenda internacional.A partir de entonces Xi ha perseverado en combatir la corrupción, que minaba la credibilidad del PCCh, con el convencimiento de que esa lucha, junto con el progreso económico y social reforzaría la legitimidad de su gobierno. Ello le ha dado una base política sólida para tomar las medidas necesarias e impulsar el crecimiento económico, de manera que el país ha podido sostenerlo a unas tasas muy dinámicas, entre 6% y 7%.En contraste con la agenda de Deng Xiaoping y sus sucesores, que se llevó a cabo durante tres décadas desde 1978, la de Xi Jinping incluyó desde el principio el objetivo de expandir la influencia de China en la economía global, a partir de la esfera de los países en desarrollo.No obstante esos cambios, el marco de política de Xi conservó el imperativo de asegurar la estabilidad política y social, junto con el objetivo de permitir que los mercados operen cada vez con una mayor libertad.En aras de preservar la estabilidad política y social, el PCCh mantiene una presencia activa no solo en la política sino, además, en las actividades del sector privado.De manera paralela, las autoridades continúan empeñadas en dar a los mercados un papel creciente en la asignación de los recursos y la distribución del ingreso, incentivar el emprendimiento y la innovación y satisfacer las necesidades de una bien educada, creciente y joven clase media.Lea también: China presentó su visión de prosperidad para 2035Estos han sido los propulsores que le han permitido a China mantener un dinámico ritmo de la actividad económica, a pesar de la desaceleración global y del cambio del patrón de crecimiento del país, de uno basado en la inversión y las exportaciones, a otro con mayor énfasis en la expansión del consumo y la provisión de los servicios.

Foto: Xi Jinping Presidente de China.Sin embargo, la innovación todavía carece en China del impulso que proviene de la competencia entre las firmas, por el papel todavía determinante que tiene la planificación central en la asignación de los recursos.Bajo el liderazgo de Xi, el XIX Congreso del PCCh estableció que la contradicción más importante que China enfrenta en la actualidad es entre la creciente demanda por estándares de vida más altos y las limitaciones impuestas por un desarrollo económico desbalanceado e insuficiente. Por eso el presidente Xi sentenció que en la medida en que la economía china pueda proveer con holgura las necesidades básicas de su población, la meta ahora debe ser mejorar su calidad de vida.La Ruta para el desarrolloCon tal propósito, el XIX Congreso trazó una nueva ruta, con dos metas y un objetivo intermedio. La primera es construir una sociedad próspera, en la cual no haya pobreza en 2021, cuando se cumple el centenario de la fundación del PCCh.La segunda es que, basada en una moderna y próspera sociedad socialista, China sea un país líder entre los más avanzados del mundo en 2049, al conmemorarse el centenario de la República Popular.El objetivo intermedio es modernizar el país para que en 2035 sea un referente mundial en innovación, con un medio ambiente limpio, una amplia clase media y una brecha estrecha entre los niveles de vida, la calidad de los servicios públicos y el desarrollo en las áreas rurales y las urbanas.Para alcanzar estas metas la economía deberá prolongar su dinámico ritmo de crecimiento. Con este fin, China debe continuar implementando reformas estructurales y avanzar en la liberación de su economía, de modo que el mercado juegue un papel cada vez más activo en la asignación de los recursos.Para ello, como estableció el XIX Congreso, las autoridades deben proteger la propiedad y la iniciativa privada.Además, tienen que seguir liberando el comercio exterior y la inversión extranjera.Sin embargo, como subraya Stephen Roach, de la Universidad de Yale, las autoridades chinas continúan omitiendo en su agenda una reforma de la propiedad estatal de las grandes empresas, muchas de las cuales padecen obsolecencia tecnológica, excesos de capacidad y un sobreendeudamiento que pone en peligro la estabilidad financiera de la economía.La propiedad estatal de las grandes empresas constituye también una talanquera para la iniciativa privada, la competencia, la innovación, el progreso tecnológico y un incremento acelerado de la productividad en la economía china.Puede interesarle: China le da su segundo golpe al BitcoinEn la actualidad, China está en la ruta de convertirse en un país de ingreso alto en 2035. Sin embargo, para conseguirlo, como enfatiza Zhan Jun, de la Universidad Fudan en Shanghái, deberá sostener un incremento de su productividad laboral de 5% anual durante los próximos 15 o 20 años. Con este fin, tendrá que mantener su proceso de urbanización y acelerar el ritmo del progreso tecnológico.Un desafío grande que tienen las autoridades en China es mantener el dinámico crecimiento, la urbanización, la liberación de la economía y el mayor protagonismo del mercado, al tiempo que disminuyen la desigualdad.En la actualidad, con un coeficiente de Gini de 0,46, la inequidad en la distribución del ingreso excede la de los países avanzados, que está en el rango entre 0,24 y 0,36. Además, el Gini para la riqueza de los hogares es 0,74 y el 25% más pobre de ellos solo posee 2% de ella, mientras que el 1% más rico acumula una tercera parte.Como enfatiza el premio nobel Michael Spence, el éxito de la agenda de Xi en el próximo lustro y de las metas establecidas en corcondancia con ella por el XIX Congreso para 2021, 2015 y 2050 dependerá de la destreza con la cual las autoridades balanceen el papel del PCCh en la protección del interés público y la preservación de la estabilidad política y social, con el mayor protagonismo de los mercados frente al Estado, en la asignación de los recursos y en la distribución del ingreso en la economía china.