El Ártico, el más pequeño de los cinco océanos de la Tierra, es hogar de algunas de las condiciones más implacables en el planeta. Pero muy por debajo de la superficie del hielo marino que crece y mengua con el paso de las estaciones, este océano inhóspito esconde un tesoro de recursos naturales.Se estima que contiene miles de millones de barriles de petróleo y billones de metros cúbicos de gas natural, equivalentes a entre el 16 y 26% de las reservas terrestres no descubiertas.Y hay una superpotencia luchando por vencer en la carrera por explotarlo: Rusia.Décadas después de la caída de la Unión Soviética, Rusia se embarcó en una misión para perforar el fondo del lecho marino del Ártico, enviando una flota de robots submarinos y embarcaciones no tripuladas.Y ahora, tras años de perforar en el área, planea utilizar tecnología nunca antes vista para llevar su misión al siguiente nivel.Una competencia que no es nuevaLa carrera por los preciados recursos del Ártico no es nueva. El tesoro de gas y petróleo está rodeado por naciones poderosas -Rusia, Dinamarca, Noruega, Estados Unidos y Canadá- y todos quieren una rebanada del pastel.Lea también: Epsa invirtió $44.000 millones en redes de distribución de energía en el ValleLa misma Rusia ha estado perforando en el Círculo Ártico durante décadas. En agosto de 2007, realizó un peligroso y provocativo movimiento al enviar dos minisubmarinos a 4.200 metros bajo el Polo Norte para plantar una bandera de titanio en el fondo del mar y reclamar el territorio.Ahora, en 2017, la comunidad global observa cuidadosamente a Rusia mientras busca expandir su control e influencia sobre las aguas del Ártico.De la misma manera que extraer petróleo del Mar del Norte era considerado un desafío de ingeniería en los 70, el Ártico plantea barreras similares. Con aguas de hasta 5 kilómetros de profundidad, y en gran medida cubierto de hielo, el Ártico es probablemente el sitio más difícil del mundo para perforar.Pero nadie antes ha intentado algo como el Proyecto Iceberg.La Fundación para Estudios Avanzados de Rusia planea "el desarrollo de campos de hidrocarburos con total autonomía bajo el agua, bajo el hielo, en los mares del Ártico con severas condiciones de hielo". En otras palabras: submarinos robots para buscar petróleo.Pero hay quien sugiere que las metas planteadas por el Proyecto Iceberg no son realistas y que podrían ser una cortina de humo para el desarrollo de sistemas militares bajo el hielo.Supermarinos y plantas nucleares bajo el aguaLa pieza clave es el Belgorod, de 182 metros de longitud, el más grande submarino nuclear jamás construido. El Belgorod llevará a cabo inspecciones submarinas y colocará cables para comunicación bajo el hielo, pero su función principal será fungir como nave nodriza de una flotilla de submarinos más pequeños."Es una plataforma para el despliegue de varios sistemas, incluyendo algunos que todavía no existen", dice Vadim Kozyulin, analista de defensa en el Centro PIR, un centro de estudios ruso enfocado en asuntos de seguridad.Quizá la parte más ambiciosa del Proyecto Iceberg sea el plan para que plantas nucleares submarinas funcionen como paradas de suministro de los submarinos que serán desplegados.Se dice que los reactores subterráneos se encuentran en una etapa avanzada de desarrollo, con el objetivo de que el primero esté en operación para 2020. Los caballos de batalla serán submarinos de aguas profundas no tripuladoso vehículos submarinos autónomos (AUV, por su sigla en inglés).Puede interesarle: Confianza Comercial aumentó levemente en noviembre de 2017Aunque los AUV ya se utilizan a menudo para estudios submarinos, no existe precedente de su uso para perforar el fondo del mar.Igor Vilnit, director de la mayor compañía de diseño submarino de Rusia, la Oficina Central de Diseño para Ingeniería Marina Rubin, afirma que están en camino de tener un AUV para perforación en funcionamiento en cinco años. En medio de toda esta exploración submarina, sin embargo, hay en marcha cambios más grandes que van más allá de las tensiones políticas latentes.El cambio climático está acelerando el derretimiento de las capas de hielo en el Ártico, lo que representa un sinnúmero de desafíos para los pueblos autóctonos, así como para la fauna salvaje, como los osos polares. Pero a medida que el aumento de las temperaturas derrite la capa de hielo del Ártico, el cambio climático también puede exacerbar la agitación política en el área.