María Alejandra González, jefe del Departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Eafit.

Migraciones para acelerar el crecimiento

Colombia es un país bastante cerrado para los inmigrantes. Las normas de visados son engorrosas. Si bien facilitar la entrada de trabajadores calificados molesta en países con desempleo alto, es sencillo pensar en el beneficio que traerían los migrantes.

8 de mayo de 2010

El diseño de políticas migratorias debe ganar importancia en la agenda nacional. Una política nueva se requiere para aprovechar las posibilidades que produce el desbalance poblacional que hay entre las economías con proporciones grandes de jóvenes como Colombia y las de sociedades envejecidas del primer mundo. Pero también debería existir para administrar las salidas de recursos humanos. Como lo recuerda María Alejandra González, jefe del Departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Eafit, Colombia tiene el 10% de su población en el exterior.

Otro de los aspectos más importantes que la nueva política debería considerar es que, para efectos prácticos, Colombia es un país cerrado a las migraciones desde el exterior. Permitir la entrada de personas calificadas a trabajar en empresas locales es un trámite innecesariamente difícil.

Una prueba de ello, destaca María Alejandra González, es que las empresas que quieren contratar un extranjero deben asegurar con un Certificado de Proporcionalidad, que no más del 10% de sus empleados son internacionales. Naturalmente, la aritmética de la norma hace que una empresa con menos de 10 trabajadores como podría ser una firma de consultoría, animación o desarrollo de software, nunca pueda enganchar extranjeros.

Pero hay más dificultades. Las normas vigentes hacen que gerentes con experiencia y capacidad de gestión demostrada se queden fuera de cargos en Bogotá, Medellìn o Cali . La asociación de profesionales de administradores de negocios, señala la académica, consiguió que la ley impida que una persona con un título de administrador pueda solicitar una visa de trabajo. Debe acreditar cuando menos, una maestría en administración de empresas. Con esa calificación, ni Bill Gates ni Michael Dell podrían gerenciar un pequeño negocio en el país.

Trabajar en una universidad también tiene sus obstáculos. Quienes quieran enseñar en Colombia deben validar los títulos universitarios en el ministerio de Educación, y en la Cancillería, explica. Este requisito en apariencia sencillo, puede ser bastante complicado de tramitar en algunos lugares. “Si es un profesor de Malasia donde no hay consulado”, menciona como ejemplo.

Los países pobres pueden acelerar su crecimiento aumentando la calificación de su mano de obra con procesos largos de educación, o permitiendo la entrada de personas con experiencia en puestos clave. Hoy la falta de mano de obra muy especializada es un problema que a veces no se reconoce. Sin embargo, las firmas de recursos humanos lo tienen bien diagnosticado. “La escasez de personal calificado amenaza la expansión de los negocios”, dijo el viernes la firma de personal Manpower en un comunicado que se refiere a América Latina.

 

Leyes que faciliten la inmigración molestan generalmente en los países que tienen desempleos altos como sería el caso colombiano. Pero no parece para nada inconveniente pensar lo que podría ganar en competitividad las empresas locales, con extranjeros en cargos de mercadeo internacional, o técnicos especializados en procesos para los que un entrenamiento se tomaría años. 

Un cambio necesario
Las migraciones modificarán la fisonomía del planeta en los próximos 30 años en varios sentidos. Los cambios se producirán, de un lado, porque los países del primer mundo necesitarán más jóvenes que construyan y mantengan su infraestructura, que operen sus fábricas, que presten los servicios que ellos no quieren o no pueden prestar y, sobre todo, que coticen a sus onerosos sistemas de seguridad social en salud y pensiones, para sostener a sus ancianos.

De otra parte, lugares como Colombia podrán aprovechar lo que se conoce como el ‘bono demográfico’, que es una condición en la cual la población en edad de trabajar crece más que la población total. Es una oportunidad única para enriquecer a una sociedad, con una mezcla de generación de empleo interno y manejo de las emigraciones.

Para sacarle partido a esa tendencia, hay que tener políticas seriss para administrar el movimiento de personas. Algunos países como Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Reino Unido, dice María Alejandra González, tienen programas integrales de migraciones. En Canadá, por ejemplo, el gobierno central y algunas provincias como Quebec establecen sistemas para determinar las necesidades futuras de mano de obra por sectores. Con eso claro, fijan luego sistemas de puntuación en el que se consideran aspectos como las capacidades laborales del candidato, su conocimiento del idioma o la edad.

Las migraciones son un asunto que sin duda se puede convertir en una buena oportunidad para acelerar el crecimiento económico. No suena nada mal que se pueda empezar a pensar en su manejo desde ya.