Gabriel Jacobson, conferencista argentino, experto en emprendimiento.

Cómo construir empresas globales

Consejos de Gabriel Jacobson, en el lanzamiento de la ‘Mesa redonda en educación del emprendimiento (REE)’, organizada por la Universidad de Stanford.

24 de julio de 2008

En apenas diez años Core Security Technologies pasó de ser una pequeña empresa local a estar entre las diez primeras del mundo en la producción de software de seguridad. No es un emprendimiento sueco lleno de Phds, sino una empresa argentina, muy parecida a las que pudieran aparecer en Cali o en Medellín.

En su comienzo apenas en 1998, vendían su tiempo como software factory. Pronto se dieron cuenta que el verdadero negocio estaba en empaquetar y vender su propio producto terminado.

Diseñaron un producto, lo probaron y tuvo muy poco éxito. Hicieron una segunda versión del mismo programa y rápidamente se vendió entre las principales empresas de Estados Unidos, como Apple, Visa, Master Card o IBM.

¿Cómo conformar una empresa de esta naturaleza? Construir una empresa global no es una tarea para superhéroes. Es una de las primeras observaciones que hace Gabriel Jacobson, experto latinoamericano en emprendimiento que participó en el evento de lanzamiento de la ‘Mesa redonda en educación del emprendimiento (REE)’, organizada por la Universidad de Stanford en alianza con la Universidad del Norte y asupiciada por la Revista Dinero.

Las personas que son capaces de convertir sus compañías en empresas globales no son excepcionales, pero tienen una característica especial: disfrutan con la idea de vender su producción lejos de su cuadra. “Son gente de carne y hueso, pero les gusta construir redes en el mundo. Les encantaría que todos tuvieran sus productos”, explica el experto.

Los que construyen empresas de alto crecimiento global, muchas veces toman riesgos y corrigen sus decisiones sobre la marcha. “Son gente que va construyendo su camino a medida que se le van cruzando las cosas”, dice Jacobson.

Incluso asumen el riesgo como jugadores de poker: “tomo el desafío y duplico la apuesta”, ilustra el experto. Claro hay cálculos para no exagerar en la osadía pero, como lo señala, muchas veces es más arriesgado no hacer nada.

Condiciones para el éxito
Para construir una empresa global, uno de los primeros pasos es el de elegir bien los mercados. En particular, recomienda, se deben escoger los que tengan los clientes más exigentes. La razón es que en el largo plazo, no se puede ganar con baja calidad.

La segunda condición está en saber rodearse de un buen equipo emprendedor. Esto se debe entender en un sentido amplio. Es decir, no solo empleados de la mejor talla, sino asesores, mentores, padrinos e inversores, a quienes el empresario pueda consultar por teléfono cuando lo requiera.

Este equipo tiene que ser más fuerte cuando los emprendedores son más jóvenes y tienen menos experiencia. Pero la máxima parece clara. “El emprendedor global de éxito sabe a quién acudir”.

Un tercer elemento que ayuda a conformar una empresa global está en no preocuparse si las cosas no salen como se pensaba al inicio. El empresario tienen que usar en ese momento toda su capacidad de escuchar al cliente. Saber lo que pide y redirigir el negocio hacia los campos donde se encuentre la oportunidad real.

Finalmente, los empresarios globales tienen que asegurarse de que a medida que el negocio crezca, tengan formas de ganar competencias gerenciales. Con el tiempo deben ser más sofisticados.

Los mismos riesgos
Un aspecto interesante de la visión de Gabriel Jacobson es que los riesgos que enfrenta un emprendedor global no son muy diferentes de los que tiene un empresario que opera en su propio país.

Los riesgos son los que puede tener cualquier emprendimiento: que el equipo no sea el adecuado, quedarse sin dinero en la mitad de camino.

Naturalmente hay unos distintos. Entre los más frecuentes según la experiencia de Jacobson, están los de no entender aspectos clave de la legislación de los países en los que vende, o no adaptar lo suficiente los productos a los nuevos mercados.

Pero el mayor riego está en la coordinación de una cadena de valor distribuída en el planeta. “Tiene que asegurarse que su cliente le pague en Estados Unidos y que los productos se entreguen a tiempo en Francia”, señala.

Para el consultor empresarial, lo que las empresas latinoamericanas deben hacer para poder expandirse a mercados globales es abandonar la lógica de las empresas familiares. Dejar, por ejemplo, que haya más inversionistas para poder crecer. “Nos cuesta pensar que las empresas crezcan en valor y venderlas. Nos cuesta desprendernos. Pero si tengo capacidad de crear valor, puedo hacerlo en una vez, o cinco, o diez”, concluye.