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"Uno nunca sabe si va a casarse, pero sabe que va a cumplir 15 años", dice Deborah R. Vargas, una profesora de estudios de la cultura estadounidense en la Universidad de Texas en Austin.

Fiestas tradicionales son reducidas por recesión

Para una generación de niñas, alcanzar la mayoría de edad durante la recesión significa una celebración mucho más modesta que lo usual.

25 de agosto de 2009

¿Planea una fiesta de quinceañera? Sería una buena idea que usted mismo haga la coreografía. ¿Tiene que celebrar unos Sweet 16? Mejor que aprenda a cocinar. ¿Se acerca un bat mitzva en la familia? Quizás sería bueno compartir la fiesta con un vecino.

"Uno no sabe si va a perder el empleo. Uno no sabe lo que va a pasar, así que no es bueno gastar demasiado", dijo Yanicet Ganuzas. Para la fiesta de quinceañera de su hija Yanelis, la fastuosa celebración que muchas familias hispanas hacen cuando sus hijas cumplen 15 años, Ganuzas se gastó US$14.000, un poco más de la mitad que lo que se gastó hace dos años en otra hija.

Otras familias como los Ganuzas están recortando miles de dólares de los presupuestos para las fiestas de sus adolescentes a causa de la economía, dicen los planeadores de fiestas, pero no las cancelan. Después de todo, las fiestas marcan un hito en tiempos inciertos.

"Uno nunca sabe si va a casarse, pero sabe que va a cumplir 15 años", dice Deborah R. Vargas, una profesora de estudios de la cultura estadounidense en la Universidad de Texas en Austin.

En Atlanta, Michelle Bruck y una vecina planean combinar los bat mitzva de sus hijas en dos años para compartir el costo de alquilar un espacio, comida para amigos comunes y el fotógrafo. En total, cada familia espera pagar US$7.000, un ahorro de US$5.000.

Un bat mitzva — como el bar mitzva de los varones — marca el momento en que la niña judía alcanza su mayoría de edad y se vuelve responsable de obedecer los principios de la fe.

"Nuestras niñas tienen la misma edad y son muy buenas amigas", dijo Bruck, cuya hija Jenna y su amiga Alena Skyer tienen 11 años. "Yo dije: 'podemos ahorrar bastante dinero y pasarle bien si lo celebramos juntos'''.

La vecina de Bruck, Lisa Skyer, dijo que las familias están considerando imprimir sus propias invitaciones.

"Eso es algo que la mayor parte de la gente bota ... estoy segura de que no vamos a gastarnos mucho en eso".

Los comerciantes también se están adaptando a la frugalidad de sus clientes. El fotógrafo Juan Escobedo, de Austin, Texas, rebajó recientemente sus precios por primera vez en ocho años.

En el último año Escobedo ha visto a las familias acabar las fiestas a medianoche en lugar de a las 2 de la mañana. Las madres cocinan y decoran las cajas de dulces y otros regalos para los invitados. Las familias contratan a disc jockeys en lugar de a bandas musicales.

Durante tiempos mejores en sus tres decenios en el sector, el planeador de fiestas de Miami Angel Díaz ha visto una quinceañera encima de un elefante y otra acompañada por un tigre.

Ahora, dice, no tiene menos clientes, pero están gastando menos. Un presupuesto que hace dos años hubiera sido de US$17.000 es ahora de unos US$12.000. En lugar de US$35.000, una familia se gasta US$25.000.

Pero tener una fiesta más modesta no desanimó a Yanelis Ganuzas.

Dos años atrás, sus padres contrataron a un coreógrafo para crear el baile de la fiesta de su hermana. Este año, Yanelis y sus amigas practicaron su propia coreografía durante tres meses. En la fiesta en marzo, nueve parejas bailaron a los ritmos de vals, salsa, reggaeton y hip-hop para representar la mezcla cultural de una niña latinoamericana.

"Es una de esas cosas con familia y amigos que solamente ocurren una vez en la vida. Es un momento muy dulce", dijo Yanelis, una cubano-norteamericana. "Voy a extrañarlo".

Por eso la familia Ganuzas celebró otra fiesta de quinceañera. Por eso Yanicet, la madre, cubrió ella misma de chocolate pretzels y frutas como una forma de ahorrar. Por la familia. Por Yanelis.

"Ella es la última niña que me queda", dijo Yanicet. "Tradición".

(AP)