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Rusia entra a la OMC: un nuevo fin de la Guerra Fría

La incorporación de un nuevo país a la Organización Mundial del Comercio (OMC) no suele ser noticia.

22 de agosto de 2012

Solo 30 estados minúsculos o frágiles (paraísos fiscales como Aruba, naciones fantasmas como Somalia) no son ni observadores ni miembros de la organización que, desde su constitución en 1995, pasó de 123 miembros a los 156 que tiene hoy.

Pero Rusia es diferente. No solo porque es la novena economía del planeta, sino también porque su incorporación después de 18 años de negociaciones tiene un inequívoco simbolismo: es un punto final económico a la Guerra Fría.

Con casi dos millones de millones de dólares de Producto Interno Bruto (PIB) anual, miembro de esa nueva estrella de la política internacional que son los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Rusia era la única economía grande que permanecía fuera de la OMC.

Según los adalides del libre comercio, su ingreso marca una victoria definitiva y concluyente.

"Después de las protestas del movimiento Occupy, tan críticas de la OMC, el ingreso de Rusia muestra la importancia de la organización y sus principios", comenta David Collins, especialista en Derecho Económico Internacional de la Universidad de Londres.

Según el Banco Mundial, Rusia ganará entre US$53.000 y US$177.000 millones por año gracias a su plena integración al comercio mundial.

Todo lo que brilla es oro

La incorporación de un nuevo miembro a la OMC exige una adaptación de sus reglas internas a las de la organización y, en especial, un desmantelamiento de las medidas arancelarias (impuestos especiales a la importación) que protegen su economía.

En el caso de Rusia desaparecerán o serán drásticamente reducidos los aranceles de unos 700 tipos de productos manufactureros y agrícolas: la tarifa promedio pasará de un 10% a un 7,4%.

Los servicios serán desregulados, entre ellos un sector clave para la inversión extranjera como las telecomunicaciones. En el caso del sistema bancario habrá algunas limitaciones. La participación total de entidades extranjeras no podrá exceder el 50% del sector, pero por primera vez podrán operar bancos 100% extranjeros en Rusia.

"Estos cambios le permitirán a Rusia deshacerse de un viejo e ineficiente modelo económico hacia uno basado en el comercio y la inversión, haciendo a un lado el sistema de sustitución de importaciones e industrialización subsidiada", le dice a BBC Mundo Natalia Suseeva, analista rusa de Reinassance Capital, un banco de inversión especializado en mercados emergentes.

Según estos adalides, los principales beneficiarios serán los consumidores rusos que podrán acceder a productos hoy inalcanzables para el bolsillo medio.

La inversión extranjera -prioridad del gobierno de Vladimir Putin- dará un salto. La aceptación de las reglas de la OMC le ofrecerá un marco legal a la inversión y contribuirá a avanzar en ese capítulo pendiente ruso: la calidad institucional.

No todo lo que brilla es oro

Los principales "beneficiarios" de este proceso no parecen muy convencidos.

Según un sondeo de la Public Opinion Foundation, solo el 21% de los rusos está a favor de la medida.
El senador Sergei Lisovsky advirtió que Rusia no estaba lista para competir contra otras economías.

"La incorporación a la OMC significa que Rusia va a entrar en una guerra para la que no está preparada", aseguró Lisovsky.

La industria manufacturera, la automotriz, el sector agrícola se encuentran entre los más vulnerables.
Los opositores a la incorporación, liderados por los comunistas, recuerdan el traumático pasaje del sistema comunista al ultraliberalismo privatizador de Boris Yeltsin a principios de los años 90.

Entre 1990 y 1999, el PIB ruso cayó en un 54%, la producción industrial en un 60%, millones de personas cayeron de la noche a la mañana en la pobreza absoluta y la economía vivió episodios hiperinflacionarios.

¿Puede volver a pasar lo mismo?

Un incierto gradualismo

La incorporación negociada por el gobierno de Vladimir Putin establece un largo período de adaptación.

Un considerable número de las reducciones arancelarias solo entrarán en vigor en siete años.
El sistema de subsidios al sector agrícola, equivalente hoy a US$9.000 millones, tiene hasta 2018 para alcanzar la cifra pactada como subvención: US$4.400 millones.

China es un caso de exitosa integración a la OMC. China ingresó en 2002: su incorporación le sirvió para afianzar su presencia hegemónica en el comercio internacional.

"Todo depende de cómo se adapten los empresarios rusos a esta nueva situación. Tendrá que haber un cambio de prácticas a nivel de los negocios y a nivel institucional para poder competir. Si lo hacen será beneficioso", le dice a BBC Mundo Suseeva.

Si no lo hacen o si las promesas de grandes ganancias no se cumplen, a Rusia le aguarda una nueva tormenta político-social.
BBC