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Penurias de estadounidenses repercuten en el exterior

A medida que los estadounidenses dejan de pagar sus préstamos hipotecarios, aumentan las preocupaciones sobre el impacto de este fenómeno en el resto del mundo.

14 de agosto de 2007

Frankfort_ La industria textil de China. Los vendedores de seguros de Francia. Los empleados de fábricas en Brasil.

Vidas diferentes en continentes diferentes. Pero todos ellos, en este mundo asombrosamente entrelazado, están siendo arrastrados por una crisis en los mercados crediticios que hacen surgir el fantasma de una debacle financiera.

Las torpezas en la concesión de préstamos a ciudadanos ordinarios de lugares como Minnesota y Nueva Jersey están estremeciendo las economías mundiales como un maremoto, causando enormes bajas en las bolsas de valores, amenazando las pensiones y afectando los precios de todo, desde el petróleo hasta las neveras.

En períodos como éste, la globalización parece una mala palabra.

"Todos nos sentimos amenazados; los problemas de la bolsa de valores tienen consecuencias en la economía de Estados Unidos y el resto del mundo", expresó Gabriella Savarini, ama de casa de 69 años en Roma. "Estados Unidos afecta a todos, para bien o para mal".

A medida que los estadounidenses dejan de pagar sus préstamos hipotecarios, aumentan las preocupaciones sobre el impacto de este fenómeno en el resto del mundo. Para peor, nadie sabe realmente cuánto dinero se invirtió en un mercado que dio facilidades para conceder préstamos hipotecarios a personas de bajos recursos y que ahora está casi paralizado.

Esto se debe a que gran parte de la deuda hipotecaria ha sido estructurada en forma de paquetes vendidos a los fondos de pensiones, bancos y otros fondos de inversión ansiosos de colocar su dinero a intereses elevados, por lo que es imposible calcular la cuantía invertida.

La situación creada podría hacer bajar más todavía los precios de las viviendas, reduciendo los ingresos de los estadounidenses y limitando sus posibilidades de adquirir bienes importados.

Los pequeños inversionistas de todo el mundo están recibiendo un golpe tras otro.

"El mundo está tan entrelazado ahora que es alarmante", dijo Yu Wade, traductora de Tokio y propietaria de acciones de telecomunicaciones cuyo valor bajó mucho.

En una medida sin precedentes, los bancos centrales de todo el mundo han aportado miles de millones de dólares a los sistemas bancarios para que los mercados conserven su liquidez.

"Es algo muy, muy parecido, aunque en menor escala, a lo que sucedió en 1998, cuando Rusia suspendió los pagos de su deuda y repentinamente a los granjeros de Kansas les costaba conseguir dinero", explicó Kenneth Rogoff, ex funcionario del Fondo Monetario Internacional y quien enseña en la Universidad de Harvard.

La interdependencia global no es un fenómeno nuevo: el desplome de Wall Street en 1929 y la subsiguiente depresión afectaron a todo el mundo y ayudaron a crear las condiciones para el surgimiento del fascismo en Europa.

Pero en las últimas dos décadas la globalización se ha acelerado y la transferencia de operaciones a otros países, la desaparición de las barreras comerciales y una revolución en los mercados financieros han conectado las economías de una forma antes impensable.

Estados Unidos enfrentó una crisis similar a la actual cuando cientos de empresas de ahorro y préstamo se fundieron en la década de 1980. En esa ocasión, sin embargo, la crisis no se hizo sentir en el exterior.

De momento, la mayoría de los pronósticos no anticipan una calamidad a escala de la Gran Depresión. Los economistas creen que los mercados globales se recuperarán a la postre, a medida que los bancos, fondos de inversiones de alto riesgo, empresas de seguros y bancos privados de inversiones ajustan sus carteras.

De todos modos, a muchos les preocupan los efectos a corto plazo.

"Tal vez exageren un poco, pero los inversionistas viven una pesadilla en estos momentos y no quieren oír hablar del 'largo plazo"', comentó Andrew Wilkison, de Interactive Brokers de Greenwich, Connecticut.

Desde Nueva York hasta Francfort y Tokio, los mercados fueron sacudidos la semana pasada por temores de que se estuviese acabando el efectivo porque algunos bancos no podrían determinar cuánto dinero habían destinado a acciones que habían perdido todo su valor por la crisis de los préstamos hipotecarios de alto riesgo o a préstamos a personas con dudosos antecedentes bancarios.

Eso hizo que la Junta de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y los bancos centrales de Gran Bretaña, Hong Kong, Japón y Australia, entre otros, aportasen más de 250.000 millones de dólares a los mercados para despejar inquietudes y estabilizar las cosas.

Una vez más se puso de manifiesto la importancia que tiene la economía estadounidense para el resto del mundo.

Si las dificultades se profundizan, los afectados ya no serán solamente los bancos y los fondos de inversiones de alto riesgo de Wall Street, la City de Londres o el distrito financiero de Francfort.

"Estoy aquí en Brasil y todos los mercados han sido perjudicados por esto. Golpeó a todos los mercados emergentes", expresó Rogoff a la AP. "Si se produce un efecto de bola de nieve, saldrán damnificados los mercados de Turquía, Indonesia y Brasil".

 

 

AP