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Muere premio Nobel de literatura José Saramago

El novelista portugués José Saramago, premio Nobel de literatura 1998, ha muerto, dijo su editor el viernes. Tenía 87 años.

18 de junio de 2010

Madrid  — El editor Zeferino Coelho dijo que Saramago murió en su casa de Lanzarote, islas Canarias, según informó el diario portugués Público en su edición electrónica.

Coelho dijo que la salud del escritor se había deteriorado luego de una enfermedad reciente. No dio más detalles.

Saramago fue un hombre franco y a veces irritable que contrarió a muchos. Tras una confrontación pública con el gobierno portugués en 1992, se mudó a Canarias, donde vivió desde entonces.

Pese a las críticas que recibía en su tierra, su premio Nobel fue ampliamente celebrado en el país porque hasta entonces había eludido a escritores de una lengua hablada por unos 140 millones de personas alrededor del mundo.

Desde la década de 1980 Saramago fue uno de los escritores contemporáneos más exitosos de Portugal. Sus trabajos se han traducido a más de 20 idiomas.

Pero él nunca buscó el tipo de fama ofrecida por los premios literarios y su franqueza podía a veces ofender.

"La gente solía decir de mí: 'Es bueno pero es un comunista'. Ahora dicen: 'Es un comunista pero es bueno''', expresó a The Associated Press en una entrevista en 1998.

Algunos de sus libros son "El evangelio según Jesucristo", que despertó fuertes críticas del Vaticano, "Ensayo sobre la ceguera" y "La balsa de piedra".

A menudo se le comparó con el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez y su estilo narrativo fue descrito como realismo teñido con misticismo latinoamericano, particularmente por su técnica de enfrentar personajes históricos con otros ficticios.

El crítico portugués Torcuato Sepulveda dijo que Saramago exitosamente "buscó reconciliar el racionalismo de su visión materialista con la riqueza de su estilo barroco".

Otros estaban en desacuerdo y decían que Saramago era demasiado intelectual y que su ritmo narrativo a menudo se diluía en la monotonía, o que su limitado uso de signos de puntuación confundía al lector.

Saramago tenía un remedio: "Les digo que lean mis libros en voz alta y entonces tomarán el ritmo, porque esto es 'oralidad escrita'. Es la versión escrita del modo en que la gente se cuenta cuentos".

(AP)