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Martinelli, un magnate tras el poder en Panamá

29 de abril de 2009

(PANAMA) Se considera un hombre creativo, inquieto y no le molesta que lo tilden de derechista. Después de todo, el exitoso empresario Ricardo Martinelli afirma que lo importante no es la ideología, sino saber resolver los males del país y mejorar la vida de la gente.

"Yo estoy viendo a ver qué hago todo el tiempo", expresó en una entrevista con la AP. "El empresario es una persona multifacética; el político es una persona que hace una sola cosa a la vez: o habla o camina, o piensa ".

Dueño de la mayor cadena de supermercados en el país, el candidato opositor buscará por segunda vez la presidencia en las elecciones del domingo, a las que llega como favorito para derrotar a la oficialista Balbina Herrera, de centro izquierda.

El líder derechista, de 57 años, se presenta como el político del cambio y con la autoridad férrea típica del empresario para gobernar en momentos de crisis económica este país centroamericano de 3,3 millones de habitantes.

"Este es un hombre que llegó a la conclusión de que había logrado todo en el campo empresarial y dijo: 'ahora quiero dedicarme a la política''', expresó a la AP Roberto Eisenmann, líder de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana, no gubernamental.

"Tiene diez años años de estar caminando el país... se ha dedicado en alma y corazón al asunto", agregó. "Alguna motivación debe tener más allá del simple hecho de querer el poder, por la dedicación que le ha dado a la cosa".

Después de fundar su partido Cambio Democrático y apoyar a la ganadora Mireya Moscoso en los comicios de 1999, Martinelli se lanzó como candidato presidencial en las elecciones del 2004, pero quedó cuarto con apenas el 5,3% de los votos en una disputa ganada por el actual gobernante Martín Torrijos, del Partido Revolucionario Democrático (PRD), que abandera a Herrera.

Martinelli no se cruzó de brazos, comenzó a recorrer el país y mediante una fundación que dirige su esposa Marta Linares otorgó millares de becas a estudiantes de bajos recursos.

No escatimó tiempo ni dinero en una intensa campaña, creativa, humorística y punzante hacia la clase política tradicional, a la que acusó de no resolver el viejo mal de la miseria, el deficiente sistema educativo, de salud, el transporte capitalino y más recientemente la crisis de inseguridad.

Prometió dinero para los viejos que no reciben jubilación, millares de viviendas populares y un tren de US$900 millones a los capitalinos.

Sus adversarios lo califican de mentiroso y hasta de loco o con problemas mentales. El ex presidente Guillermo Endara, el tercer candidato pero rezagado en los sondeos, pide en su campaña "no dejar que el millonario abusador compre el poder".

Pero el empresario, que no se pinta como político tradicional, entusiasma a muchos, en un país con casi 40% de pobres y donde las denuncias de corrupción no paran.

"Martinelli representa un cambio. El pobre no aguanta más", dijo a la AP María González, una ama de casa de 50 años que reside en el populoso distrito capitalino de San Miguelito. "Creo en él y en sus propuestas".

Con un título en mercadotecnia de la Universidad de Arkansas, Estados Unidos, Martinelli no solo muestra señales populistas, sino que le apunta al libre comercio y a las inversiones para generar empleos.

Cuando la AP le preguntó si se incomoda que lo califiquen como derechista, respondió que "me pueden tachar hasta de marciano".

"Lo que me importa es resolver los problemas de la gente", subrayó poco antes de entregar con su esposa una casa nueva a dos jóvenes ciegos.

De cabellera blanca, nariz perfilada y con algunos kilos de más, Martinelli se crió en una zona agrícola del interior del país, y antes de convertirse en el poderoso empresario que es, trabajó como oficial de crédito del Citibank.

"Para nadie es un secreto su éxito", dijo Eisenmann, adviertiendo que tanto Martinelli como Herrera suscitan dudas. "El está cambiando de profesión".

 

 

(AP)