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Lula firma el contrato de las obras de polémica hidroeléctrica en la Amazonía

Las obras han sido adjudicadas en subasta pública a un consorcio liderado por la estatal Compañía Hidroeléctrica do São Francisco (Chesf) y en el que también participa la constructora privada Queiroz Galvão.

26 de agosto de 2010

Brasilia.- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, firmó hoy el contrato de obras de la hidroeléctrica de Belo Monte, un proyecto en el corazón de la Amazonía que calificó de "victoria del sector energético", pese a que causará el desplazamiento de unas 50.000 personas, según los grupos que se oponen a la construcción. Lula dijo que la hidroeléctrica, que debe entrar en operación en 2015, significa "el fin de un periodo en el que las personas tenían miedo de gobernar, en el que las personas tenían miedo de debatir", durante una ceremonia celebrada en el Palacio de Planalto de la capital brasileña.

"Lo que está sucediendo aquí es que una cosa que hace años se creía imposible. El proyecto que estamos iniciando hoy es menos agresivo que el original", dijo Lula, quien añadió que la hidroeléctrica de Belo Monte significa "una victoria del sector energético".

Mientras, el ministro de Minas y Energía, Marcio Zimmermann, aseguró que la hidroeléctrica, que será construida en el municipio de Altamira del estado septentrional de Pará, cerca de la desembocadura del río Xingú en el Amazonas, "juega un importante papel en el desarrollo" de la zona.

En el acto también tomó la palabra el presidente de la hidroeléctrica, Carlos Nascimento, quien aseguró que la población desplazada "será debidamente compensada", añadió que "nadie quedará sin indemnización" y que los afectados podrán participar en el proceso para escoger la "fórmula de compensación". Según los cálculos del Gobierno, la represa tendrá un coste de 20.000 millones de reales (unos 11.360 millones de dólares) y tendrá un potencial máximo de algo más de 11.000 megavatios en las épocas de máxima crecida del río Xingú, uno de los principales afluentes del Amazonas.

El proyecto ha chocado con la férrea oposición de organizaciones ecologistas y movimientos que defienden a la población que tendrá que abandonar sus hogares, campaña en la que cuentan con el apoyo de personajes de Hollywood, como el director de Avatar, James Cameron, entre otros. Los grupos que se oponen a su construcción han denunciado que el Gobierno no ha tenido en cuenta los daños medioambientales y humanos de las obras, que obligarán a inundar un área de más de 500 kilómetros de selva y a desplazar a unos 50.000 indios y campesinos que viven en la zona, en su mayoría dedicados al cultivo de cacao.

El Consejo Indigenista Misionario (Cimi), organización ligada a la Iglesia Católica, ha denunciado que la firma del proyecto es "una afrenta escandalosa a las convenciones internacionales de derechos humanos, a la legislación brasileña y la Constitución del país". En un manifiesto, el organismo aseguró que el proyecto vulnera una convención de la Organización Internacional del Trabajo, además de las declaraciones de la ONU sobre pueblos indígenas y diversidad biológica. Según el Cimi, esos acuerdos internacionales exigen "el consentimiento previo, libre e informado" de las comunidades locales en el caso de que los poderes públicos emprendan proyectos que afecten sus vidas.

Además, los firmantes de la misiva añaden que el proyecto es "una mancha macabra y fea, pero no extinguirá la resistencia de los indígenas, ribereños u pequeños agricultores que luchan por sus vidas". El Gobierno, por su parte, ha asegurado que la subasta ha respetado todas las normas ambientales que existen en el país y se han incluido cláusulas para minimizar el daño y garantizar las debidas indemnizaciones a todos los desplazados. Una vez en operaciones, la represa de Belo Monte será la tercera mayor hidroeléctrica del mundo, solo detrás de la de Tres Gargantas (China) e Itaipú (Brasil y Paraguay).

 

 

EFE