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Italia se considera inmune al colapso económico

Mientras Grecia obtiene un respiro temporal de los problema creados por su deuda soberana, ¿será Italia el próximo país de la zona del euro que encare una crisis crediticia?

18 de marzo de 2010

Milán  — El país cuenta con nivel de endeudamiento increíblemente alto, carece de perspectivas reales de crecimiento y está gobernado por un líder acosado por los escándalos.

Los italianos, por naturaleza, son propensos a vivir para el momento y no parecen excesivamente preocupados: cuentan con elevados niveles de ahorro, un turismo pujante, marcas registradas señeras y un historial de salir de las adversidades.

Mientras Grecia intenta superar sus cuantiosos apuros económicos, los euroescépticos tienen sobrados motivos para mirar a Italia con recelo. La deuda soberana alcanza el mismo nivel de la griega, el 115% del PIB, y su economía de 1,2 billones (correcto) de euros se contrajo el año pasado un 5% — una de las mayores caídas de la eurozona — y seguramente apenas logrará crecer este año.

Empero, los funcionarios italianos — respaldados por los economistas — insisten que el elevado nivel de ahorro del país, su experiencia en lidiar con los déficit y una prudente gerencia fiscal en esta recesión han logrado que la nación vaya capeando el temporal.

Los economistas e inversionistas debaten si la 'i' en la sigla inglesa PIGS (cerdos) — formada por los nombres en inglés de Portugal, Italia, Grecia y España, países con abultado endeudamiento y los más afectados por la recesión — no se refiere en realidad a Irlanda, no a Italia. Otros han propuesto aumentar ese acrónimo a PIIGS. Empero, los italianos dicen que "si la vida te ha dado limones, haz limonada".

La agencia de clasificación de riesgos Fitch ha indicado que la clasificación de AA que goza el país es estable. Como resultado de ello, aunque Italia comparte algunas de las aflicciones de Grecia — corrupción además de la deuda y el lento crecimiento — sus costos de endeudamiento no son elevados.

Y además, la deuda italiana tiene un vencimiento mucho más dilatado y su diferencia en los intereses a los que ha sido contratado el dinero prestado, frente a la deuda de referencia del marco alemán, es mucho más chica que la de Grecia.

Esa situación podría obedecer a la naturaleza de la tierra y su gente.

Después de todo, Italia es un país en el que la postguerra estuvo presidida por una serie ininterrumpida de gobiernos de corta duración cuyo rápido ascenso y caída apenas preocupaba a las masas.

Por ello, la población ve resignada los problemas que podrían preocupar a una sociedad con menos visión de futuro... o cinismo: un creciente escándalo de corrupción sobre los contratos preparatorios para las conferencias del G-8, arreglo de partidos de fútbol, las múltiples investigación del primer ministro Silvio Berlusconi, especialmente por sus tratos financieros.

Y cuando los problemas afectan a la población, los italianos suelen depender en gran manera de sus familias que, gracias al crecimiento de la Italia de la postguerra, ha podido crear cómodas redes sociales que han mitigado el reciente estancamiento de la expansión económica, bajos salarios e incierto desempleo.

Empero, esa tranquilidad italiana podría ser puesta a prueba pronto por su vulnerabilidades.

Empresas grandes como Fiat y otras chicas o artesanales han utilizado ventajosamente el sistema único italiano de despidos temporales con una paga máxima del 80% gracias a un fondo costeado por el gobierno y la industria, lo que ha permitido a las empresas cesar su producción durante periodos de escasa demanda mientras mantiene los lazos de los empleados con la empresa.

Ello ha maquillado el desempleo, que hasta ahora se ha mantenido relativamente estable en el 8,2% y ha evitado el colapso de la demanda interna. Ahora, tras 18 meses de crisis, ese sistema — que sólo puede ser usado por 52 semanas en un plazo de dos años — está a punto de expirar.

(AP)