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Fernando Lugo es nuevo presidente del Paraguay

15 de agosto de 2008

ASUNCION_ El ex obispo católico Fernando Lugo asumió el viernes como nuevo presidente del Paraguay, poniendo fin a 61 años de poder absoluto e ininterrumpido del centenario Partido Colorado.

"Sí, juro" gritó Lugo, de 57 años, cuando se le tomó el juramento de rigor en el Congreso pleno, convirtiéndose en el mandatario número 48 desde la fundación de la república en 1844 para un periodo de gobierno que se extenderá hasta el 2013.

Los símbolos protocolares del poder, como la banda presidencial y el bastón de mando, los recibió de manos del senador Enrique González, titular del congreso.

Tal como lo había anticipado, el flamante presidente vistió camisa de color blanco con cuello Mao, sin corbata ni saco y calzado con su nuevo par de sandalias franciscanas de color marrón. La novedad es que se rasuró la blanca barba que lució por años.

Antes de ingresar a la sede parlamentaria, Lugo visitó la denominada Casa de la Independencia en donde se proclamó el desprendimiento paraguayo del reino español, el 15 de mayo de 1811.

Minutos antes de asumir sus funciones, Lugo anunció que donará a los pobres su salario mensual de 6.000 dólares aclarando que los 500.000 dólares anuales para "gastos reservados" serán administrados con transparencia.

En el idioma guaraní, Lugo expresó que "al iniciar mi mensaje homenajeo a nuestros hermanos indígenas, genuinos dueños de la historia y la tierra. Estuve en la Casa de la Independencia y leí en el acta de liberación del 25 de julio de 1811 que éramos independientes sin deseos de perjudicar a nadie".

Tras pedir autorización a los aborígenes para hablar en español, Lugo recordó a los héroes paraguayos del pasado "porque queremos recobrar el valor de los gobiernos que conjugaron honestidad y austeridad como ecuación del supremo sacrificio por la patria".

"El 20 de abril pasado asumimos el compromiso con hombres y mujeres a no fallar en el rumbo, a no bajar los sueños del altar de la esperanza. Es tiempo de mirar adelante y trabajar la ingeniería colectiva. No será tarea fácil, pero no será imposible", añadió.

Admitió que el sendero "está empedrado con el espejismo del reciente pasado dictatorial".

En otra parte de su discurso especificó: "el cambio no es una cuestión electoral, es una apuesta cultural. No se trata de un proceso que tiene vencedores ni vencidos, ni propietarios exclusivos. Es la propia cancelación de la interminable transición e incorporación a las democracias consolidadas".

"Hoy termina el Paraguay con fama de corrupción, termina con los pocos dueños feudales del pasado" y seguidamente recordó a escritores locales destacados, ya fallecidos, como Rafael Barret, Augusto Roa Bastos y Elvio Romero. "Termina el Paraguay farsante y despierta el Paraguay real", acotó.

Emocionado, con la voz quebrada, recordó su opción por el sacerdocio y su nacimiento en el pueblo rural San Pedro del Paraná.

"Este laico permanecerá fiel a su Iglesia" católica, señaló, en alusión a la dispensa de su estado clerical resuelta por el papa Benedicto XVI en julio último.

En otro momento manifestó: "soñamos con un Paraguay socialmente justo, sin hambre".

Adelatando algunos planes de su gobierno, informó que propondrá "un pacto social" con los empresarios e industriales.

El primer día de gobierno, previsto para el sábado, lo cumplirá en el conflictivo departamento de San Pedro, al norte de la capital, donde acompañado por los presidentes Evo Morales, de Bolivia y Hugo Chávez, de Venezuela, se reunirá con miles de campesinos pobres.

En el referido lugar ejerció sus tareas de obispo entre 1994 y 2005.
 
 
 
 
(AP)