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En el quinto aniversario de Katrina, una Nueva Orleans más latina que nunca

La reconstrucción de Nueva Orleans tras el huracán Katrina atrajo a miles de trabajadores de origen hispano, los cuales cinco años después han cambiado el rostro de una ciudad de mayoría negra, lo que ha generado fricciones raciales.

27 de agosto de 2010

Washington - El artista José Torres-Tama eligió el título de su recién estrenado documental "De la ciudad chocolate al pueblo enchilada" como "una sátira" en tono "chistoso" de un recuerdo molesto.

"Quería reírme un poco de aquellos que se quejaban de que cada vez hay más latinos en esta ciudad", precisa a Efe en alusión a los comentarios de Ray Nagin, que era alcalde de la ciudad cuando el 29 de agosto de 2005 el devastador Katrina, que había llegado a tener categoría 5 (la máxima), tocó tierra en Luisiana con categoría 3.

En un foro de empresarios Nagin preguntó: "¿Cómo puedo asegurarme de que Nueva Orleans no sea invadida por trabajadores mexicanos?"

El auditorio contestó con aplausos, aunque Nagin pidió disculpas más tarde. Meses después volvió a polemizar cuando reclamó que Nueva Orleans volviera a ser tan "chocolate" como antes del huracán.

"Ahora tenemos un alcalde más inclusivo, pero desafortunadamente sigue habiendo odio y un sentimiento anti-inmigrante", dijo a Efe la presidenta de la Cámara Hispana de Comercio de Luisiana, Darlene Kattan.

Las fricciones raciales se mantienen un lustro después y Torres-Mata ha intentado retratarlas en su documental y otros proyectos artísticos como "Los invisibles", un homenaje fotográfico a obreros latinos.

La competición laboral entre latinos y negros, los cuales alegan que los salarios han disminuido debido a la llegada de inmigrantes, es el origen de la tensión, según el artista.

"Pero también hay violencia, sobre todo, atracos", resalta. Los jornaleros latinos, que suelen llevar efectivo en el bolsillo, se han ganado el sobrenombre de "cajeros automáticos andantes", explica Torres-Mata.

Al mismo tiempo, aquellas palabras del entonces alcalde también reflejaron el sentir de parte de una población que lamentaba ver vaciarse barrios afroamericanos, como el Ninth Lower Ward, el distrito más devastado por las inundaciones que anegaron un 80 por ciento de la ciudad.

Cinco años después, sólo un cuarto de sus 5.000 habitantes ha regresado a sus calles todavía sin pavimentar. El resto continúa en Houston (Texas) y otros estados, a donde fueron evacuados.

Aquel éxodo masivo coincidió con el otro cambio demográfico en dirección opuesta.

"Cuando acabó la tormenta, manejé por los barrios y vi a muchos latinos que habían llegado. Vivían en parques y edificios abandonados. Sabían que iba a haber trabajo", recuenta Katten.

Empresas de limpieza y reconstrucción contrataron a decenas de miles de trabajadores, en su mayoría, mano de obra latina. Un 47% de ellos eran nueva inmigración de México, según un estudio de la Universidad de Tulane.

La mayoría se ha quedado. Según estimaciones de la Cámara, en el área metropolitana de Nueva Orleans, hay 150.000 latinos y el Censo calcula que la población latina sólo en la ciudad pasó del 4,4 al 6,6 por ciento de 2000 a 2009.

Kattan misma asistió a los primeros que llegaron y vio cómo vivieron sin electricidad ni agua en esas casas, explica. "Lo hicieron con un sacrificio bárbaro", subraya.

El artista llama a esas condiciones y a la "explotación" que esos trabajadores sufrieron "el secreto más sucio" de Nueva Orleans.

"Los latinos inmigrantes están siempre ausentes cuando se habla de Katrina. Nadie sabe que ellos fueron los que limpiaron el Superdome. Ni a qué precio lo hicieron", señala Torres-Mata refiriéndose al estadio que fue el refugio improvisado de 10.000 evacuados durante el desastre.

Kattan coincide con él al afirmar que "el problema más grave" de la comunidad latina es "la explotación de los jornaleros", la mayoría de ellos indocumentados, pero cree que sí hay una "gran diferencia" antes y después de Katrina a favor de su comunidad.

"Antes de Katrina si iba a pedir algo a cualquier empresa o institución política, ni me abrían las puertas. Ahora en cambio no paran de llamarme porque quieren saber cómo integrar la cultura, qué hacer en las escuelas", explica.

 

EFE