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El G20 comienza con diferencias sobre el nivel de control económico

El G20 comenzó hoy con diferencias sobre la solución a los desequilibrios globales, ya que mientras las grandes economías propugnan más coordinación a través de herramientas de medición precisas, los países emergentes se oponen a las reglas mundiales sobre flujo de capitales.

18 de febrero de 2011

París - Los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de las veinte naciones y sus invitadas, entre ellas España, se reúnen durante dos días en París, que ostenta la presidencia de turno, a la busca de un acuerdo de principios en materia de exportación, importación y déficit.

Entre los principales escollos para llegar a conclusiones comunes destaca la presión que se ha puesto sobre los países emergentes en general, y sobre China en particular, para que revalúen sus monedas y pongan fin a su acumulación de divisas.

El grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) tampoco quiere oír hablar de una regulación de los precios de las materias primas, en primer plano de la actualidad por el encarecimiento del petróleo y de alimentos básicos.

Tras una reunión de coordinación entre los ministros de estos cinco países, el titular brasileño de Finanzas, Guido Mantega, argumentó que "lo que hay que hacer es estimular la oferta", en particular en los países en desarrollo, "no inhibir los precios" y combatir las subvenciones que todavía existen.

Otra de las polémicas gira en torno a la lista de indicadores comparables para poner en marcha una política de coordinación de la economía a escala global, objetivo declarado de Francia.

Los BRICS prefieren que tales indicadores se queden en "recomendaciones", ya que consideran que la causa profunda de la persistencia de los desequilibrios globales es que los países desarrollados no se han recuperado de la crisis, y por tanto la mejor solución es dar estímulos para que salgan de esa situación.

Ante estas diferencias, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, invitó al inaugurar el foro a no estancarse en "discusiones interminables sobre los indicadores", y recordó que el Grupo de los Veinte, que nació en 1999 en plena crisis financiera asiática, "sólo conservará su legitimidad si es capaz de ser eficaz".

Reconoció que, una vez iniciada la recuperación de la crisis, "la tentación de dar prioridad a los intereses nacionales es grande", pero fue claro al señalar que esto constituiría "la muerte del G20".

Por otra parte, insistió en su defensa de una tasa "infinitesimal" a las transacciones financieras internacionales, y se preguntó "si no es razonable que aquellos que tanto han contribuido a la crisis ayuden un poco a los que más la han sufrido", una idea que considera "al margen de izquierda o derecha, países del norte o países del sur".

A la apertura de Sarkozy siguió una cena de los ministros y los gobernadores de bancos centrales.

El sábado se clausurará la reunión tras cinco sesiones de trabajo sobre la situación económica mundial, la reforma del sistema monetario internacional, la regulación financiera, la volatilidad de los precios de las materias primas y la financiación del desarrollo y de la lucha contra el cambio climático.

El G20 está compuesto por ministros y gobernadores de bancos centrales de los países del G8 (Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Reino Unido, Italia, Japón y Rusia), más Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.

España es el único "invitado permanente", y en esta ocasión participan también como "invitados" Singapur, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Guinea Ecuatorial (esta última en su calidad de presidente de la Unión Africana).

 

EFE