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Detalles sobre la visita de Bush a Brasil

Para empezar, su conferencia de prensa con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva se inició con un retraso de 42 minutos, tras lo cual el mandatario local dio un discurso inaugural de 13 minutos.

9 de marzo de 2007

Sao Paulo.- El presidente George W. Bush se mostró levemente desorientado en su visita a Brasil el viernes, y quizás a ello contribuyó el manejo elástico del tiempo que suelen hacer las culturas latinoamericanas.

Bush, conocido por preferir la brevedad en las alocuciones públicas _especialmente cuando es otro el que está ante los micrófonos_, se mostró evidentemente incómodo con el largo preámbulo de Lula, mientras que el suyo fue de apenas seis minutos.

Quizás se distrajo un poco durante el prólogo de Lula, ya que terminó su propia alocución diciéndole a su anfitrión: "Señor presidente, estoy feliz de que se encuentre aquí". Bush reaccionó de inmediato y corrigió, diciendo "quiero decir, estoy feliz de estar aquí", lo que generó una carcajada.

Luego, manifestó su impaciencia cuando, luego de responder cada uno de los mandatarios una pregunta de la prensa nacional y extranjera, hubo un breve momento de vacilación antes de que Lula se dirigiera a otro de los reporteros de la fuente presidencial local. "Continuemos con las preguntas", dijo Bush.

Luego de la conferencia de prensa, Bush estaba listo para la diversión.

En un centro comunitario de Sao Paulo, el mandatario fue testigo de una interpretación de samba por un grupo de niños. Cansado de estar recargado contra la pared, se quitó el saco, tomó una ganza, especie de maraca brasileña, y empezó a seguir el ritmo de la música.

Poco después, la primera dama Laura Bush y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se pusieron a bailar. La señora Bush le insistió a un joven para que bailara con ella, aunque su baile no fue tan animado como lo prescribiría la animada música que los acompañaba.

A la mitad de la segunda interpretación del espectáculos, los percusionistas hicieron resonar tambores multicolores y el presidente Bush no pudo ocultar su júbilo. "Oh, sí", gritó el mandatario visitante al finalizar.

 

 

AP