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Democracia es llevar vanguardia a zonas marginales

El arquitecto colombo-italiano Giancarlo Mazzanti dijo hoy a Efe en Medellín que la arquitectura puede ser un mecanismo transformador "terrible" para lograr una verdadera democratización, llevando edificios "del primer mundo" a zonas marginales de la ciudad, y generar así sentimientos de pertenencia.

14 de octubre de 2010

Medellín.- En una entrevista con Efe durante la VII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), el evento más importante del sector que se celebra estos días en la ciudad colombiana de Medellín, Mazzanti afirmó que "si la arquitectura no es capaz de asumir riesgos, nunca será capaz de transformar la sociedad".

Un riesgo que él decidió tomar en la construcción del edificio Biblioteca-Parque España (galardonado como Mejor Obra de la anterior edición de la BIAU, celebrada en 2008 en Lisboa), y que ha repetido en otra de sus creaciones, un preescolar que ha sido una de las 35 obras iberoamericanas seleccionadas para esta Bienal.

Símbolo de la transformación social de Medellín a través de la arquitectura vanguardista, especialmente en zonas desfavorecidas, el Parque-Biblioteca España se erige en el populoso barrio de Santo Domingo, situado en la ladera nororiental de Medellín, casi inaccesible hace una década a causa de la violencia y la pobreza.

Sin embargo, este edificio, que se alza entre una multitud de humildes y pequeñas casas ha conseguido, junto a la llegada del innovador sistema de transporte Metrocable, reactivar social y económicamente un entorno antes muy deprimido, explicó.

"Democratizar es llevar los edificios del primer mundo o de la ciudad tradicional consolidada a los barrios marginales en proceso de construcción o desarrollo. Es llevar el mundo formal al informal, a la parte donde más se necesita", apuntó Mazzanti.

En aquel proyecto apostaron por un edificio público que pudiera ser reconocido en la distancia y que "desmitificara y quitara esa especie de estigmatización que tenía ese lugar, para que esa gente pudiera decir, orgullosa, que esa obra formaba parte de su barrio".

Los habitantes de la zona de un edificio se apropiaron entonces de una construcción "con capacidad de abrirse a su entorno, de ser usado de múltiples maneras y cumplir usos de la comunidad que no estaban previstos".

Es el ejemplo de su obra seleccionada en esta edición de la BIAU, el Jardín Infantil El Porvenir, en un suburbio bogotano, constituido como un "embrión" que contiene en su interior una serie de cubos rodeados de una gran membrana, que se permeabiliza con su entorno.

"Es curioso, porque justo a su lado hay una escuela de hace unos 15 años, común y corriente, con un tejadito, unas pocas ventanas y un muro exterior que no es capaz de congregar a la comunidad. Su nivel de apropiación es cero", relató.

"La diferencia entre mi proyecto y esta escuela es impresionante, pero radica en cómo lo haces, cómo consigues que la comunidad se active y comience a construir relaciones dentro de ese edificio", opinó Mazzanti. "Y eso sólo se consigue tomando riesgos", dijo.

Así, consiguió que ese espacio, en teoría únicamente para niños, también fuera utilizado, en otras de sus partes, por la comunidad adulta, con comedores, salas de reunión, patios y cines.

"La mayoría de las estructuras públicas escolares -agregó- siempre están circundadas de un muro, que los protege, que no deja que la ciudad vea lo que pasa dentro y los niños tengan relación con ello. Nosotros quisimos hacer una membrana orgánica, que relacione el exterior con el interior".

Eso, según Mazzanti, es volverlo "visible y democrático, es un acto democrático en la manera de hacer arquitectura".

 

EFE