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Cristina Fernández toma las riendas con una imagen fortalecida

Obligada a afrontar el desafío de gobernar en soledad por primera vez y arropada por el fortalecimiento de su imagen tras la muerte de su marido y antecesor en el cargo, la presidenta argentina, Cristina Fernández, retomará mañana mismo su actividad oficial.

31 de octubre de 2010

Buenos Aires - Después de tres jornadas agotadoras desde el fallecimiento de Néstor Kirchner, Fernández descansó el fin de semana junto a sus hijos en la sureña provincia de Santa Cruz, donde el pasado miércoles murió su marido víctima de un paro cardiaco.

La mandataria, que demostró una gran entereza durante el multitudinario funeral de Estado que despidió al ex presidente, no quiere dejar pasar ni un día para recuperar la normalidad y demostrar que la desaparición de Kirchner, considerado el gobernante en la sombra, no afectará en modo alguno a la gobernabilidad.

La muerte de Kirchner, ex presidente (2003-2007), líder del Partido Justicialista (PJ, peronista), diputado y secretario general de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), deja huérfano al peronismo, el principal partido del país, pero no crea un vacío institucional, aunque son muchos los analistas que en las últimas horas han empezado a especular con posibles cambios en el Gabinete.

Tanto desde la oposición como desde dentro del peronismo estarán bien atentos a los movimientos de la presidenta y los posibles relevos en su equipo, que determinarán la orientación de su política en el año que resta hasta las presidenciales de octubre de 2011.

Hasta ahora, las únicas señales se han visto durante los funerales de Kirchner, con el rechazo a la presencia del vicepresidente del país, Julio Cobos, enfrentado con el Gobierno, y del ex presidente Eduardo Duhalde, encarnizado enemigo político del matrimonio presidencial, y el "ninguneo" de los opositores que acudieron a dar el pésame a la mandataria.

Kirchner era considerado el ideólogo de la política económica del Gobierno, varios altos cargos despachaban directamente con él y estuvo detrás de cada una de las grandes decisiones del Ejecutivo de su esposa.

Acusado de corrupción por la oposición, polémico y cuestionado incluso dentro de su propio partido, la muerte parece haber hecho olvidar, al menos de momento, los defectos de Kirchner, incluso para algunos de sus enemigos políticos.

Su techo electoral estaba, según las últimas encuestas, en alrededor de un 40 por ciento, pero su valoración creció hasta acercarse al 80 por ciento tras su muerte, de acuerdo al primer sondeo divulgado después de su fallecimiento.

También la imagen de la presidenta se ha disparado hasta el punto de que son muchas las voces que la señalan como favorita para las elecciones de 2011.

Dos sondeos privados divulgados el sábado coincidieron en que, si los comicios se celebraran ahora, Fernández se impondría sin dificultad, seguida del radical Rául Alfonsín, cuya valoración electoral se multiplicó también tras la muerte de su padre, el ex mandatario Raúl Alfonsín.

Dentro del Gobierno, el primero en lanzar la candidatura de Fernández ha sido el canciller Héctor Timerman, que abrió un debate que varios gobernadores y dirigentes peronistas hubieran preferido no hacer público en mitad de los funerales de Kirchner.

El apresuramiento de Timerman, sin embargo, obligó a algunos pesos pesados del peronismo a posicionarse y manifestar su apoyo a Fernández, aunque, como el propio canciller reconoció, la última palabra es de la presidenta, que todavía no se ha pronunciado.

Fuentes oficiales aseguraron que la mandataria retomará sus actividades este lunes, con un acto por la tarde con gobernadores de provincias vitivinícolas, que sería su primera actividad pública tras los funerales de su esposo.

De momento, mientras Fernández vuelve a la Casa Rosada (sede del Ejecutivo), el nuevo líder del Partido Justicialista, el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, ha convocado una reunión con alcaldes y legisladores de la provincia, bastión electoral del peronismo, para fijar estrategias a futuro.

El peronismo, dividido entre kirchneristas y los disidentes "federales" -encabezados por Duhalde-, debe moverse rápido para evitar mayores fracturas si quiere asegurarse de nuevo la Presidencia en un país imprevisible donde, en el año que resta para las elecciones, todo puede pasar.

EFE