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Cristina Fernández 5ta presidenta desde restauración democrática

La Presidencia es la culminación de la activa carrera política que la abogada de 54 años y madre de dos hijos, emprendió en la década de los 70 en paralelo con su esposo Néstor Kirchner, en las filas de la izquierda peronista.

10 de diciembre de 2007

Buenos Aires.- Cristina Fernández se convierte el lunes en la nueva presidenta de la Argentina, la quinta elegida en elecciones desde la restauración democrática en 1983 y la primera mujer en ingresar a la Casa de Gobierno por voto popular.

Es precisamente Kirchner, presidente elegido en 2003, quien le entrega los atributos del mando, una banda con los colores argentinos celeste y blanco y un lujoso bastón fabricado por un orfebre local. Mientras su esposo iba conquistando electoralmente sucesivos puestos ejecutivos (alcalde, gobernador provincial y Presidente) Cristina Fernández realizó su carrera política en ámbitos legislativos (diputada provincial, diputada nacional y senadora).

De carácter fuerte y temperamento enérgico, se la considera intelectualmente muy bien dotada y a diferencia de su esposo, es una excelente oradora. "Nunca pensé que iba a llegar a este lugar. Voy a honrar el compromiso de militante de toda la vida", declaró el sábado durante un acto público en la provincia de Chubut. Y dirigiéndose a su esposo, que la acompañaba, agregó que "este hombre patagónico deja de ser Presidente desde el 10 de diciembre. Pero para mi, y sé que para todos los argentinos, va a seguir también siendo Presidente".

Kirchner ha dicho que su esposa "va a ejercer un liderazgo indiscutible" basado "en calidades políticas que yo no tengo... Cristina y yo formamos una pareja que trabaja en lo mismo, que habla de las mismas cosas y que usa una lógica parecida. No existe ninguna posibilidad de competencia".

Cristina Fernández, candidata del gobiernista Frente para la Victoria, formado por la izquierda peronista y sectores afines de otros partidos, fue elegida el 28 de octubre con algo más del 45% de los votos, con una diferencia de 23 puntos sobre su más próxima rival electoral, la mayor diferencia lograda por un candidato triunfante desde 1983.

"Mi tarea será continuar este proceso y profundizar el cambio", declaró repetidas veces Fernández, refiriéndose a los logros políticos, económicos y sociales conseguidos por Kirchner, quien asumió la Presidencia bajo el impacto de la peor crisis vivida por la Argentina en su historia contemporánea.

Un sondeo realizado por la encuestadora Analogías-Analía del Franco, sobre mil entrevistas en esta capital y varias ciudades del interior, con un margen de error del 2%, indicó que el 72,5% considera que su gobierno será "bueno o muy bueno", contra el 20,4% que pronostica una gestión "mala o muy mala".

Los principales atributos positivos que se adjudica a la nueva Presidenta son firmeza (81,7%), su apoyo a políticas que alienten la producción nacional (76,5%), su buena preparación intelectual (71%) y su dedicación por la situación de los más pobres (63,5%). La nueva mandataria encuentra un panorama desahogado en lo económico y social. El Producto Bruto Interno (PBI) creció un 55% en los últimos cuatro años, la inflación ronda, según datos oficiales que la oposición cuestiona, en un 10% anual, el desempleo (que llegó al 23% en 2001) se redujo ahora al 8,1%. El nivel de pobreza bajo del 50,9% en 2003 al 29,2%, y el de indigencia del 24,1% al 10%.

Se estima que sus principales problemas serán asegurar las necesarias inversiones para evitar una crisis energética, a causa de la mayor demanda que provoca la reactivación económica y mantener controladas tendencias inflacionarias, alentadas en parte por el fuerte aumento del consumo interno. Cristina Fernández anunció que la principal herramienta de su futura política económica y social será un "Pacto Social" entre el Estado, las organizaciones patronales y el movimiento sindical.

Su misión no se reducirá a temas salariales, sino que buscará elaborar políticas de Estado consensuadas en materia de crecimiento económico, recaudación fiscal, nivel de exportaciones y, sobre todo, el aliento a una política que impulse el fuerte crecimiento industrial y las actividades productivas.

 

 

AP