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Crece tensión entre el agro y el Gobierno argentino

22 de abril de 2008

Buenos Aires.- El retorno de los productores rurales a la huelga que el mes pasado provocó una crisis política en Argentina parecía más cercano el martes tras una serie de infructuosas reuniones, lo que generó temores en los mercados locales y externos ante un tenso clima.


Luego de una feroz protesta de tres semanas que dejó al país al borde del desabastecimiento en marzo, las negociaciones iniciadas este mes con el Gobierno no avanzan y los agricultores ya están pensando en retomar la protesta cuando el 2 de mayo se cumpla el plazo previsto para dialogar.

Uno de los escasos acuerdos logrados hasta el momento fue el que se cerró sobre el comercio de carne, pero el Gobierno y los productores se acusaron mutuamente de no cumplir con el trato, contrapunto que derivó en una reducción sustancial en el envío de vacunos al mayor mercado ganadero del país.

"Las negociaciones están bastante complicadas. En el único punto en el que había habido un pequeño avance era en el de la carne, pero hoy estamos otra vez en el punto inicial," expresó a Reuters Pablo Orsolini, vicepresidente de Federación Agraria Argentina, una de las cuatro entidades que lanzó la huelga.

La cada vez mayor precariedad de la tregua lanzada por el campo el 2 de abril provocaba caídas el martes en los mercados financieros locales y, a la vez, impulsaba los futuros de soja en la plaza estadounidense de Chicago.

El Gobierno y las entidades agropecuarias mantuvieron el martes un encuentro sobre la comercialización del trigo -las exportaciones del cereal están cerradas desde hace meses- en el que según los productores se lograron avances pero aún no se cerraron las tratativas, que continuarán el miércoles.

Los agricultores dijeron que ya piensan en retomar la protesta, aunque todavía no saben si el reclamo implicará, como en marzo, la suspensión en la venta de granos y carnes y el bloqueo de carreteras en todo el país. "Nosotros vamos a seguir negociando, vamos a agotar todas las instancias, pero la gente (los agricultores) está muy molesta y ya está pensando en tomar alguna medida a partir del 2 de mayo," dijo Orsolini.

Los productores lanzaron la huelga en marzo en protesta por una modificación al impuesto a las exportaciones de granos y productos derivados, que en la práctica implicaba un alza en la tasa a las ventas de soja y girasol.

INTERNA EN EL PODER
Las entidades rurales se quejaron de que el Gobierno presenta dos caras durante las negociaciones, una conciliadora y otra dura, y acusaron al cuestionado secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, de querer boicotear el diálogo.

Moreno, señalado por muchos empresarios como un funcionario duro que emplea métodos coercitivos, amenazó el lunes con sancionar a los que no enviaran ganado al mercado y fue responsabilizado de mantener cerrada la exportación de carne.

"Terminamos de arreglar cosas con el jefe de Gabinete (Alberto Fernández) y después el Secretario de Comercio sale haciendo lo contrario. No sabemos si hay una interna dentro del Gobierno o qué," manifestó Orsolini.

Los aparentes desacuerdos entre distintas áreas gubernamentales generaron versiones sobre peleas intestinas, que fueron difundidas por medios argentinos y llevó a la gestión de Cristina Fernández a desmentirlos.

"El Gobierno puede tener una interna o puede estar jugando a esto: está el negociador que se sienta y está el que aprieta. El campo también tenía su estilo bifronte durante la protesta," afirmó el analista político Roberto Bacman.

"Ambas partes quieren un acuerdo, pero ninguno tiene ganas de ceder demasiado. Y esto es lo difícil en un acuerdo, que exige creatividad y saber ceder," acotó.

Mediante su férrea política antiinflacionaria, las autoridades buscan evitar que un alza en los precios de los alimentos empuje la inflación, que, según las cuestionadas cifras oficiales, llegó al 8,5 por ciento en el 2007.

Los cálculos privados llevan la tasa de aumento de los precios minoristas hasta un máximo del 25 ciento anual.

La tensión política afectó los mercados locales.

El Banco Central debió intervenir con una fuerte venta de dólares de sus reservas para sostener el valor de la moneda, pero no logró impedir que se depreciara, al tiempo que los bonos soberanos también retrocedieron.

 

 

Reuters