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¿Cómo cambió el BCE con Jean-Claude Trichet?

Cuando Trichet inicie su último año como jefe del banco, la entidad habrá sido transformada hasta quedar irreconocible

21 de noviembre de 2010

Durante una reunión de ministros de Finanzas de la Unión Europea en septiembre del 2006, dos funcionarios llamados Jean-Claude competían por el título de "Señor Euro".

Jean-Claude Juncker, un político, había estado haciendo presión para mantener conversaciones privadas sobre la economía con el Banco Central Europeo (BCE).

Jean-Claude Trichet, actual presidente del banco que emite la divisa europea, había rechazado esa propuesta, sin siquiera molestarse a responder la carta de Juncker sobre el tema.

Juncker, según dijo Trichet en una rueda de prensa, era el ministro de Finanzas de la zona euro y representaba a sus políticos, pero "si revisan los billetes, verán que están firmados (...) por mí".

Fue una declaración elegante y característica de Trichet acerca de la decisión del BCE de defender la moneda única de las presiones políticas. Se trataba de un argumento anclado en la lucha contra la inflación que el banco central heredó del Bundesbank de Alemania.

Antes de la crisis financiera, la inflación era un tema primordial para los funcionarios del BCE, que había tomado como modelo al Bundesbank para ganar el apoyo de Alemania y lograr que renunciara al marco alemán.

Pero cuando Trichet, de 67 años, inicie su último año como jefe del banco, la entidad habrá sido transformada hasta quedar irreconocible: el BCE que el francés dejará es un organismo mucho más complejo, expuesto a una mayor serie de riesgos.

"Trichet tuvo la mala suerte de ser el presidente durante la politización del BCE. Se descartaron unos cuantos principios, lo que para bien o para mal será asociado a la era Trichet", afirmó Thomas Mayer, economista del Deutsche Bank.

Los líderes de la Unión Europea elegirán un nuevo jefe del BCE a mediados del 2011 y por ahora suenan dos grandes nombres: el actual director del Bundesbank, Axel Weber, y su par italiano, Mario Draghi. Weber es un archienemigo de la inflación al estilo del Bundesbank y un duro crítico de las medidas tomadas recientemente por el BCE.

Como director de la Junta de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), Draghi está muy familiarizado con debilidades de los organismos financieros internacionales. Por el momento, los vientos soplan a favor del alemán, en parte porque hasta ahora el BCE ha sido liderado por un francés y un holandés. Es el turno de Alemania.

Para quien sea que asuma el liderazgo, la crisis global ha barrido con muchas de las antiguas reglas básicas en política monetaria, y con ellas muchos principios. El próximo "Señor Euro" estará al mando de una organización que se asemejará más a la Reserva Federal de Estados Unidos que al Bundesbank.

Al igual que la Fed, el BCE ha usado su balance general como herramienta para reducir el costo del financiamiento y calmar a los mercados, compró bonos del Gobierno y cargó con la responsabilidad de activos que de otro modo habrían sido rechazados por inversores como efecto de la crisis. También se ha vuelto más tolerante ante las posturas discrepantes.

El BCE está preparado para alejarse aún más del antiguo modelo Bundesbank: el año próximo extenderá su responsabilidad para incluir la salud de los sistemas financieros en Europa, una medida similar a las reformas en Estados Unidos para dar a la Fed una mayor capacidad regulatoria.

Una mirada al periodo de Trichet en el cargo dice mucho sobre el tipo de persona que el BCE necesitará y hasta el momento no hay mujeres candidatas. El próximo "Señor Euro" debe poseer la capacidad de forjar consensos en una junta que tendrá 23 miembros, además de un poderoso talento para comunicarse con los mercados financieros, Gobiernos y el público en general.

Tendrá que convencer a los 319 millones de habitantes de la zona euro de que la moneda única se mantendrá sólida, luego que su fe en el proyecto fuera golpeada este año por un enconado debate sobre el rescate a sus endeudados Estados miembros.

Finalmente, el sucesor de Trichet deberá lidiar con las consecuencias de la crisis financiera, incluyendo la adicción de los bancos europeos a obtener fondos fáciles y el entusiasmo de los mercados por esos estímulos, que podrían haber quedado afianzados.

EL AYATOLA DEL FRANCO

Un ex presidente del Banco de Francia, Trichet llegó a Fráncfort para encabezar el BCE en noviembre del 2003 como un partidario de la línea dura en materia de política monetaria y contaba con experiencia directa en crisis de divisas.

En París, era conocido como el "ayatolá" del franco fuerte por hacer frente a pedidos de líderes políticos y comerciales de recortes a las tasas de interés. Su negativa a flexibilizar la política monetaria logró que el franco, a menudo atacado por especuladores antes de la unión monetaria, fuera lo suficientemente fuerte como para ingresar a la zona del euro. Trichet solía destacar sus credenciales de lucha contra la inflación con una metáfora sobre la pasta de dientes: una vez afuera, es difícil que vuelva al interior del tubo. Su objetivo en BCE, dijo, fue defender la credibilidad del euro. En esos días hablaba de "un legado que espero mantener intacto" y tomó medidas drásticas contra las voces divergentes. Para su cometido fue fundamental mantener un énfasis en la política monetaria para contener la inflación.

Los recuerdos en Alemania de la híper inflación durante la República de Weimar siguen reforzando la percepción en Europa de que la inflación es siempre el peor enemigo financiero. Para contenerla, los bancos centrales deben superar las presiones políticas: la independencia de esta entidad sigue siendo un requisito para que los países ingresen a la zona euro.

Pero el colapso de Lehman Brothers forzó a Trichet y a otros banqueros centrales independientes a ampliar su enfoque. En los últimos cuatro años el BCE y otros han reescrito las reglas de política monetaria: deshacerse de la oferta de dinero restrictiva y dar lugar a la flexibilización cuantitativa, o en el caso del BCE, la "flexibilización cualitativa" de aceptar riesgos crediticios que ningún inversor privado tocaría.

En marzo, Trichet debió aceptar que los líderes europeos incluyeran al Fondo Monetario Internacional (FMI) en el rescate a Grecia y permitieran un trato especial de la deuda de ese país para garantizar que aún pudiera ser intercambiada por préstamos del banco central.

En mayo, abandonó su negativa a que el BCE comprara bonos del Gobierno como complemento al plan de emergencia por 1 billón de dólares, que además incluía fondos de respaldo y garantías para préstamos. El paquete, según un economista, fue "sorpresa y conmoción parte II y en 3D". El periódico alemán Die Welt publicó un obituario por la muerte de la independencia del BCE.

Comprar bonos de Gobierno fue una violación a las reglas de la Unión Europea en espíritu, aunque no en los hechos. Pero según dijo Trichet en ese momento, éstas fueron medidas "no convencionales" para desafíos no convencionales: "Nuestro problema es que queremos mantener el funcionamiento normal de la política monetaria en Europa".

El resultado para el BCE - con el que el sucesor de Trichet tendrá que lidiar - ha sido una creciente exposición al riesgo crediticio. En octubre del 2008, el banco abandonó su umbral para aceptar activos como garantía para una calificación crediticia BBB-.

El tamaño de su balance general, que incluye préstamos sobresalientes a bancos, ha crecido más del doble para llegar a 1,9 billones de euros (2,6 billones de dólares), similar al aumento visto en la Fed. Y ha gastado 124.000 millones de euros en bonos, menos de un décimo de los 2,3 billones de dólares de la Fed, pero un paso polémico para cualquier banco central independiente.

"En principio el manejo del balance general del BCE es muy similar al de la Fed. Cuando no hay forma de inflar el crédito por medio de tasas de política monetaria, el banco central sólo tiene una herramienta: su balance general", afirmó la economista Lena Komileva del G7 Tullett Prebon.

Uno de los efectos ha sido la exposición de la moneda única al ataque por medio del mercado de bonos.

Los inversores, preocupados porque los estados más débiles de la zona euro como Grecia, Irlanda, Portugal o España carezcan de la voluntad política para aplicar ajustes y devolver préstamos, están rechazando sus bonos, elevando más aún el costo de las operaciones financieras y aumentando el riesgo de esos países necesiten más ayuda de emergencia. La prima por sobre la deuda alemana demandada por inversores para mantener bonos irlandeses o portugueses ha llegado a niveles récord, mientras que el diferencial entre las deudas alemanas y griegas ha aumentado significativamente.

MOVIENDO EL PILAR MONETARIO

"El BCE no es el antiguo Bundesbank. Lo que refuerza esa conclusión es que en su primera década ha cometido errores garrafales en materia monetaria (...) La reputación del BCE ha sufrido mucho y esto se refleja básicamente en su moneda", dijeron Brendan Brown y Keren Collins en una nota emitida el mes pasado para Mitsubishi UFJ Securities International Plc.

A nivel general, el manejo de Trichet del BCE obtuvo una evaluación sostenida de 8 sobre 10 en sondeos de Reuters que evaluaban su desempeño. Sin embargo, casi un 40 por ciento de los encuestados por Reuters en septiembre opinaron que el manejo de la crisis por la deuda soberana de la zona euro había perjudicado la reputación del BCE.

Puede que la crisis haya funcionado como catalizador para el cambio más dramático del BCE, pero también hay evidencia de que incluso antes de Lehman Brothers, Trichet había comenzado a alejar sutilmente al organismo del enfoque purista a la política monetaria.

"Pasó de ser un banco central interesado en la búsqueda de la estabilidad de precios a ser uno que se está enfrentando a una mucho mayor atribución como gestor de la crisis, especialmente en asuntos bancarios. Ha desarrollado su propia personalidad y es claramente diferente a la de Bundesbank", sostuvo el economista de Societe Generale Klaus Baader.

Poco antes de la llegada del Trichet a la titularidad del organismo, el banco había modificado su definición de estabilidad de precios de una inflación "menor al 2 por ciento" a una inflación "menor pero cercana al 2 por ciento".

Eso introdujo la idea de que la inflación podría ser peligrosa si es demasiado baja, como también demasiado alta, y estableció un marco de trabajo a más largo plazo, en semejanza con la idea que sostienen las autoridades la Fed.

Para el 2006, el BCE era aún más abierto al diálogo. Generando polémica, ese año invitó al académico estadounidense Michael Woodford, un escéptico de la relación entre la inflación y el dinero, para hablar en una conferencia del organismo sobre oferta de dinero.

El banco se enorgullece de tomar decisiones por consenso y nunca publica los detalles de sus reuniones, pero en los últimos años, según otros banqueros centrales, ha ganado confianza para divulgar las opiniones discrepantes. En junio del 2008, por ejemplo, Trichet propuso que las autoridades de políticas de tasas se dividieran en tres. Esa variación era inédita hasta entonces.

"Trichet ha sido extremadamente valioso en la organización y el control de la comunicación pero también ha sido más abierto. El hecho que haya más opiniones discrepantes no es malo, da cuenta de una madurez (y significa) que uno puede aceptar posiciones divergentes, como en Estados Unidos", dijo un banquero central de la zona euro.

Hoy en día, el banco todavía le asigna un rol formal a los datos monetarios en su evaluación económica, pero se concentra más en la oferta de crédito de los bancos a las compañías.

"Ha habido una evolución. Antes existía una tradición del Bundesbank en la que la gente básicamente se dedicaba a la oferta de dinero y a su conexión con la inflación. Ahora están más dispuestos a hacer lugar a la idea que no se trata tanto de dinero e inflación, sino del crédito y la inflación o la deflación". dijo Williams White, indicó el economista jefe del Banco de Pagos Internacionales.

Algunos analistas sostienen que bajo Trichet el BCE siempre ha prestado más atención al grado más político del crecimiento económico que lo que ha dejado trascender públicamente.

Como evidencia, mencionan que la inflación superó de forma consistente el techo del BCE hasta el 2009.

"El motivo por el que no alcanzan su objetivo no es su incompetencia, sino que le prestan atención al crecimiento", dijo Charles Wyplosz, del Instituto Superior de Estudios Internacionales de Ginebra, al momento de las celebraciones por el 10 aniversario del BCE en el 2008.

Aunque el BCE no haya sido objeto de críticas similares a las de la Fed por mantener el dinero barato por mucho tiempo tras la debacle de las punto.com, las dificultades para fijar tasas para un grupo de países con circunstancias económicas tan diferentes hizo que se formaran burbujas en algunos países, a pesar de un aumento de tasas sostenido desde fines del 2005.

Préstamos baratos ayudaron a incrementar los precios de las casas en Irlanda en un 300 por ciento en el decenio que terminó a comienzos del 2007, mientras que en España, los precios promedio de las casas llegaron a un monto 10 veces superior al salario promedio. La ruptura de esas burbujas fue la causa de gran parte de los problemas financieros de Europa.

Para ser justos, las medidas tomadas por el BCE han sido más sutiles que las de otros bancos centrales. Resistió reclamos de políticas de tasas de interés cero en el punto álgido de la crisis, por ejemplo, mientras que al mismo tiempo modificó sus reglas de liquidez para que con una tasa de interés referencial en un 1 por ciento - a valor nominal más restrictivo que el 0 a 0,25 por ciento de la Fed - las tasas del mercado de dinero estuvieran cerca de cero.

Eso hizo que la economía real no se viera tan afectada.

GRAN COMUNICADOR

Trichet originalmente se formó como ingeniero en minas, pero cuenta con las destrezas diplomáticas de un veterano en gestión de crisis. En palabras del director del banco central de Finlandia Erkki Liikanen, "la crisis es parte de su ADN".

Egresado de una reconocida escuela de funcionarios públicos de Francia, la Ecole Nationale d'Administration, tiene la elocuencia de un forjador de consenso. Sus trajes elegantes y finos modales contrastan mucho con las formas del holandés Wim Duisenberg, su predecesor, un fumador, desaliñado y de hablar directo.

"Cuando Trichet llegó, era altamente respetado y distinguido por sus capacidades diplomáticas, era menos brusco que Duisenberg. Los mercados parecieron adorarlo", recuerda Mayer del Deutsche Bank. Los comentarios de Trichet son regularmente citados como motivos para cambios de precios.

En una tradición tal vez mejor personificada por el ex presidente de la Fed Alan Greenspan, Trichet desarrolló un código para comunicarse con los mercados. Durante el ciclo de ajuste del BCE del 2006 y 2007, marcó los inminentes aumentos de tasas con palabras clave que algunos analistas compararon con las luces roja, amarilla y verde de los semáforos.

La frase "fuerte vigilancia" indicaba que un aumento en las tasas de interés tendría lugar el mes próximo, monitorear los desarrollos "muy de cerca" sugería que eso ocurriría en dos meses y una mirada "de cerca" implicaba que la medida ocurriría en tres meses.

No es que siempre haya sido perfectamente entendible. Un aficionado de la poesía, el arte y la literatura, la compleja retórica de Trichet y su tendencia a llenar su discurso con frases en francés y latín pueden tornar sus reportes mensuales en un ejercicio de adivinanzas lingüísticas.

Después de examinar varios meses de declaraciones de Trichet en el 2005, el preparador comunicacional Ewan Pearson de la consultora Grant Pearson Brown concluyó que le tomaba un promedio de 120 palabras responder preguntas, usando 54 palabras en una réplica cuando habría bastado decir "no".

"Lo que dice podría ser dicho en un tercio de las palabras, uno podría decirlo de forma más simple y más claramente. Sigo pensando en la palabra 'florido'", indicó Pearson.

Un momento particularmente memorable tuvo lugar en el 2005, cuando Trichet dijo en una rueda de prensa que el BCE no había tomado la decisión "ex ante" de incrementar las tasas de interés, dando lugar a que un reportero con un mal latín le preguntara lo que había querido decir.

La explicación, cuando llegó, posiblemente haya sido más confusa: "Ex ante significa 'ex ante' en inglés y en latín. En francés, diría 'a priori' y no 'ex ante', pero sólo en francés. En inglés sería, me parece que es 'ex ante'".

DE VUELTA AL BUNDESBANK

De los candidatos para suceder a Trichet, Axel Weber - el alemán que según economistas consultados por Reuters en septiembre obtendría el puesto - ha sido el más claro en cuanto al rumbo que quiere darle al banco.

En efecto, tan explícitas han sido sus críticas de la decisión del BCE de comprar bonos, que algunos comentaristas se han preguntado si no ha echado por tierra su candidatura tácita incluso antes de que se concretara.

Un académico que nunca ha trabajado afuera de Alemania, Weber es enfático y abrasivamente directo: "Pienso que es muy importante que los bancos centrales tengan una postura fuerte, que básicamente representen esa postura, aunque eso signifique a veces concentrarse en lo que debes lograr: la estabilidad de precios por sobre todas las cosas" afirmó en agosto.

"A veces eso requiere que la diplomacia quede en un segundo plano", agregó.

Sin importar cuán fuertes sean las opiniones de Weber sobre bajar la exposición del BCE a los riesgos crediticios, otros banqueros centrales europeos dicen que sus comentarios sobre bonos resultan una herejía para el organismo.

Es "como blasfemar en público, eso simplemente no se hace", dijo una fuente monetaria de la zona euro a comienzos de año.

Pero Weber, quien se desempeñó como asesor económico para el Gobierno alemán antes de ingresar al Bundesbank, ha seguido hablando. El mes pasado en Nueva York, aprovechó la oportunidad para repetir sus objeciones, diciendo que la compra de bonos no había funcionado y reiterando su severa postura.

Esta es una visión que cae bien en Alemania: el rescate del BCE a los griegos evasores de impuestos enfadó profundamente a muchos alemanes. Un sondeo de Bild, el diario sensacionalista de mayor tiraje, mostró en mayo que casi la mitad de los alemanes prefiere regresar al marco.

Pero los líderes de países en problemas también tendrán su voto en el nombramiento del sucesor de Trichet. Los comentarios de Weber pasaron un tiempo sin ser criticados por Trichet, pero en octubre, a raíz de sus dichos en Nueva York, finalmente respondió, diciéndole al diario italiano La Stampa que el consejo directivo del BCE no estaba de acuerdo con él.

"Somos un grupo muy divergente de naciones y no puede haber una persona que diga 'esa es la forma que quiero que sea, punto'. Pienso que si alguna vez se convierte en presidente, más le vale aprender esto rápido o estará en problemas", indicó Paul de Grauwe, profesor de economía de la Universidad Católica de Leuven en Bélgica.

La influencia política de Alemania es tal que Weber podría conseguir el cargo incluso si, tal como lo puso un allegado monetario de la zona del euro, "él se escarba la nariz". Pero un acento alemán más brusco podría ser un obstáculo.

"Hace falta un formador de consensos, con manos diplomáticas. No estoy seguro de que el genio en política monetaria sea la mejor persona para el BCE (...) Es importante que si quieren convencer a la población de que esto vale la pena en los próximos 10 años, tengan a alguien con la capacidad para hacerlo", explicó Jacques Cailloux, economista de RBS.

ESTABILIDAD FINANCIERA

Sea deliberado o no, al responder a Weber en la prensa Trichet dio esperanzas a los partidarios de Mario Draghi.

El italiano ha sido un candidato de relativo bajo perfil y es difícil encasillarlo en términos de firmeza-dureza. Tanto como ex agente financiero de Goldman Sachs y europeo del sur, normalmente sería una lejana probabilidad, pero la franqueza de Weber podría impulsar su candidatura.

Además, la experiencia de Draghi en la Junta de Estabilidad Financiera (FSB) podría ser un aporte cuando el BCE asuma sus poderes de supervisión financiera por medio de la Junta Europea de Riesgos Sistémicos, la cual será creada en enero.

Draghi propuso el debate sobre en qué medida los bancos de hoy son adictos a fondos de emergencia del BCE, y advirtió que muchos bancos de la zona euro son más débiles de lo que aparentan en sus balances generales, debido a que sus bajas tasas de interés desestiman el deterioro de su situación.

Ese dato resalta la faceta política del nombramiento que no ha pasado inadvertido en los medios de Italia. Sin importar cuán estricto sea el candidato de Alemania en términos de política monetaria, podría tener dificultad para controlar al sector bancario porque los Landesbanken alemanes, o bancos regionales, incluyen algunas de las entidades financieras más débiles y políticamente sensibles de Europa.

El mismo Trichet dijo que dar apoyo a los bancos no preocupa al BCE en su búsqueda de estabilidad en política monetaria.

"Draghi se ha beneficiado con el punto débil de Weber, que es que si bien él es muy firme en muchos aspectos, no lo es cuando se trata de brindar excepcional apoyo en materia de liquidez a bancos, porque muchas instituciones financieras alemanas lo necesitan. Muchos gobernantes de países con bancos sólidos piensan igual", dijo La Stampa el mes pasado.

LA MURALLA CHINA

A quien sea que obtenga el cargo de jefe del BCE le resultará fácil volver el tiempo atrás. Es poco probable que el BCE revierta sus apuros monetarios, aunque sus compras de bonos terminarán tarde o temprano, las tasas de interés aumentarán y los bancos tendrán que arreglárselas sin su ayuda.

Si el próximo presidente trata de restaurar la reputación del BCE como organismo monetario de línea dura, el impacto irá más allá de ejercer presión sobre las economías más débiles de la zona euro, llegando a los mercados globales de divisas.

En un mundo donde los países compiten por depreciar sus monedas para generar crecimiento por medio de las exportaciones, un ajuste monetario en la zona euro aceleraría los flujos de inversión en dicha divisa.

A nivel cambiario, la moneda única está un 10 por ciento más alta que cuando se creó en 1999. China dijo el mes pasado que un enorme incremento en sus reservas de divisas extranjeras en el tercer trimestre fue generado por los cambios en el valor de sus inversiones, y que la solidez del euro era responsable por más de 80.000 millones de dólares de dicho avance.

Un euro más fuerte, con el tiempo, también haría que las exportaciones de Alemania sean menos competitivas.

Y no es que el nuevo presidente vaya a poder darle la espalda al rol del BCE de preservar la estabilidad en el sector financiero. Los principales desafíos para el sucesor de Trichet serán "mantener la cohesión en la junta y al mismo tiempo estar a la altura de las expectativas y del papel que ha asumido el BCE. Esos son desafíos clave. ¿Qué resultado van a tener estos mayores poderes regulatorios?", dijo Baader de SocGen. El BCE insiste en que mantendrá la política monetaria separada de rol como evaluador de riesgos sistémicos, pero sería poco práctico construir una muralla china entre ambos.

A algunos analistas les preocupa que el nuevo rol dual empañe el foco del banco central en la estabilidad de precios, y abrirlo a presiones externas para contribuir a la estabilidad financiera manteniendo bajas las tasas de interés. Eso podría avivar la inflación y una ola de toma de riesgos.

"Será más difícil para el banco central funcionar de forma independiente, no debido a la interferencia política, sino por las presiones de la industria financiera y la necesidad de hacer lugar a sus problemas. La práctica muestra que perdura el objetivo de la estabilidad financiera", aseveró Sylvester Eijffinger, profesor de la Universidad Tilburg de Holanda.

En otras palabras, firmar billetes será la mejor parte.