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Brasil: Rousseff imprime estilo generencial en primer mes

En su primer mes de gobierno, la presidenta Dilma Rousseff imprimió un estilo gerencial y de exigencia resultados a sus subalternos, al tiempo que ha tenido escaso contacto con el público y la prensa.

31 de enero de 2011

Brasilia  — Rousseff se alejó de la imagen del presidente conversador, de contacto casi permanente con el pueblo que tuvo su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, durante sus ocho años de mandato en Brasil hasta el primero de enero.

Recluida en el presidencial Palacio de Planalto, Rousseff ha aparecido poco en público y se ha ocupado de enfrentar de manera interna los problemas surgidos en el inicio de su mandato, como los reclamos de los partidos aliados por más cargos en el gobierno, o la exigencia sindical de un aumento de salario mínimo superior al ofrecido por el gobierno.

"Ella es más gerencial y menos 'gobierno de imagen' de lo que era Lula. Creo que hasta ahora está haciendo un gobierno bastante moderado, sin medidas radicales, sin asumir compromisos, y los problemas que fueron surgiendo aparentemente los pudo resolver", comentó el analista político Alexandre Barros.

La primera mujer electa en gobernar Brasil carece del carisma y la identificación popular de Lula, su mentor político, y tampoco tiene el bagaje intelectual del presidente anterior, Fernando Henrique Cardoso (1994-2002), un connotado académico y sociólogo.

En lugar de eso, Rousseff aporta a la presidencia su capacidad administrativa y de gestión. Allegados de la mandataria han comentado que ella da instrucciones claras y directas a sus subalternos, exige el cumplimiento de los plazos y no acepta divergencias públicas en su gabinete.

La nueva gobernante sigue rígidamente su agenda, a diferencia de Lula, quien acostumbraba llegar al menos una hora tarde a sus compromisos, y no acepta incumplimientos de sus subalternos.

Para el sociólogo Marcos Coimbra, presidente del Instituto Vox Populi, Rousseff mostró que está haciendo un gobierno de continuidad, pero con su estilo propio, en el que las políticas continúan pero con mayor exigencia de resultados.

"Dilma continúa con parte del equipo y de los programas que heredó del gobierno de Lula, pero los conduce a su manera, corrigiendo rumbos y cambiando personas cuando lo considera necesario", escribió Coimbra en un artículo de opinión publicado en el diario Correio Braziliense.

A su juicio, la presidenta ha mantenido el espíritu de las políticas del gobierno anterior, pero las aplica con "una continuidad que se podría llamar crítica".

Para Barros, resta por ver cuánta habilidad política tendrá Rousseff para lidiar con una coalición de 14 partidos que exigen cargos y otros beneficios a cambio de su apoyo legislativo. La nueva legislatura comenzará a funcionar el martes, con lo cual Rousseff tendrá que poner a prueba su capacidad negociadora.

Rousseff llegó al primer mes de su mandato con su primera agenda internacional, al visitar en Buenos Aires a la presidenta Cristina Fernández, en una señal de la importancia que tendrá la relación con los países latinoamericanos en su política internacional.

 

(AP)