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Bonificaciones en AIG quizá limiten nuevos fondos públicos

17 de marzo de 2009

WASHINGTON — El presidente Barack Obama tildó a la aseguradora AIG de temeraria y codiciosa y prometió que intentará bloquear el reparto de bonificaciones entre sus ejecutivos y empleados después de haber recibido la empresa miles de millones de dólares del erario para evitar la bancarrota.

La Casa Blanca dijo que intenta estipular rígidas condiciones a la concesión de otra partida de US·30.000 millones del erario a la empresa American International Group Inc. La empresa sostienen que está obligada por ley y compromisos contractuales a pagar las bonificaciones y que, en todo caso, fueron pactadas antes que la firma solicitara ayuda federal. Según algunos entendidos, es poco lo que la Casa Blanca y el Congreso puede hacer para evitarlo por no haber incluido esas condiciones en el momento de acordar el pago de los fondos públicos.

Obama y los congresistas se indignaron al saber que AIG decidió repartir US$165 millones en bonificaciones pese a haber recibido más de US$170.000 millones del contribuyente estadounidense. Obama ordenó al secretario del Tesoro Timothy Geithner que estudiara si existe la forma de recuperar o impedir el pago de las bonificaciones — medida mayormente considerada simbólica ante las casi nulas posibilidades de que prospere legalmente.

"¿Cómo pueden justificar esta tropelía ante los contribuyentes que mantienen la empresa a flote?", dijo el lunes Obama, al anunciar un plan de subvenciones a la pequeña empresa.

El plan de rescate financiero sigue siendo altamente impopular y le ha costado cierta popularidad al mandatario, aunque el plan fue iniciado bajo su predecesor, George W. Bush. La Casa Blanca está al tanto del sentimiento popular contra el uso masivo de fondos públicos para rescatar a las grandes empresas y bancos; centenares de miles de millones de dólares de esos fondos fueron usados para apuntalar los balances de bancos que adoptaron pobres decisiones mercantiles, mientras que otros que no cometieron errores acabaron pagando los platos rotos.

Los decibeles de indignación popular alcanzaron nuevas escalas cuando el senador republicano Charles Grassley sugirió el lunes en una entrevista radial en Iowa City que los ejecutivos de AIG debería adoptar la práctica japonesa de aceptar responsabilidad por el colapso de la empresa dimitiendo o suicidándose.

"Obviamente, quizá deberían ser cesados", dijo el legislador. "Empero, quiero sugerir que lo que me agradaría es ver que emularan a los japoneses, se presentaran ante el público estadounidense, hicieran una profunda reverencia y dijeran, lo sentimos, y luego hicieran una de dos: renunciaran o se suicidaran".

El vocero de Grassley Casey Mills aclaró que el senador no exigió el suicidio de los ejecutivos de AIG, aunque aclaro que los que acepten dinero público y lo gasten en viajes o bonificaciones actúan de forma irresponsable.

(AP)