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Argentina y Brasil quieren que Bolivia produzca más gas

11 de marzo de 2008

La Paz.- Alarmados por frecuentes apagones y la llegada del invierno, Brasil y Argentina, dos países que consumen mucha electricidad, tienen un mensaje urgente para Bolivia, su tradicional fuente de gas natural: aumenta la producción, y rápido.

Ambos países dependen del gas boliviano para el suministro de energía eléctrica. Pero la industria de hidrocarburos boliviana, golpeada por la falta de invesiones extranjeras, ya no da abasto para satisfacer la demanda de sus vecinos.

El año pasado, un invierno helado acabó con el gas disponible en Argentina, donde hubo una escasez que paralizó fábricas y afectó a los taxis que usan ese combustible. A medida que se acerca el nuevo invierno, algunos expertos pronostican que las cosas podrían ser peores este año.

Bolivia produce 40 millones de metros cúbicos diarios y está en condiciones de satisfacer su demanda interna y contratos de vieja data con Brasil, pero no puede cumplir con un ambicioso compromiso asumido con Argentina en el 2006.

Bolivia apostó a que la situación del mercado atraería nuevas inversiones que le permitirían cumplir con el contrato. Pero las empresas internacionales no se muestran muy inclinadas a invertir en Bolivia desde que el presidente Evo Morales las puso bajo control estatal en el 2006. Y tampoco llegó la ayuda que habían prometido Venezuela e Irán.

Las inversiones finalmente están llegando y Bolivia espera aumentar su producción un 5% este año y un 11% en el 2009, según dijo el vicepresidente Alvaro García. Mientras tanto, Brasil y Argentina deberán arreglárselas como puedan para satisfacer sus necesidades.

En una reciente cumbre energética Argentina procuró aumentar sus importaciones de gas boliviano un tercio, 4 millones de metros cúbicos, durante el invierno. Morales le pidió a Brasil, cuyos contratos preceden a los de Argentina, que comparta el gas con los argentinos.

Los brasileños, que importan 30 millones de metros cúbicos diarios, dijeron que no podían hacer concesiones y comenzaron a hablar de soluciones a largo plazo, incluidas nuevas represas hidroeléctricas y un compromiso argentino-brasileño de formar una compañía conjunta de enriquecimiento de uranio para reactores nucleares que podrían abastecer a toda la región.

Pero en lo inmediato, dependen de Bolivia y presionan a Morales para que aumente su producción. "Tenemos que producir más gas", declaró el ministro de hidrocarburos boliviano Carlos Villegas después de la cumbre.

Sin salida al mar, Bolivia está aislada de la mayoría de los mercados internacionales. Sus gasoductos llegan tan solo a los países vecinos. Ese aislamiento fue agravado por una dependencia histórica de Brasil, que construyó prácticamente toda la industria de hidrocarburos boliviana al tiempo que adquiría gas barato para alimentar una economía que crece a paso acelerado.

Los pobres de Bolivia se cansaron de ver cómo ese tesoro subterráneo era aprovechado por los brasileños y en el 2005 llevaron a la presidencia a un Morales que se comprometió a poner la industria de hidrocarburos bajo el control del estado. Cumplió su promesa al año siguiente y espantó a los pocos inversionistas que todavía no le habían escapado a la inestabilidad política del país, por el que desfilaron cinco presidentes en cinco años.

Desde entonces la producción de gas natural se ha estancado, al tiempo que el gobierno triplicaba su participación en las ganancias y destinaba los fondos a programas sociales. "Aceptamos nuestra responsabilidad, pero no nos arrepentimos", declaró García a una radio de La Paz el mes pasado. "Había que cambiar las reglas de juego".

La escasez de energía ayudó a convencer a algunas compañías extranjeras de que vielvan a invertir, al menos por ahora. La inversión extranjera se cuadruplicó en poco más de un año y pasó de los 200 millones de dólares del 2006 a los 876 millones prometidos para este año. La mayor parte de ese dinero, no obstante, está destinado a los campos existentes y no a la búsqueda de nuevas reservas.

Entre los principales inversionistas figuran la empresa brasileña Petrobras, la española Repsol YPF y la británica BP PLC.

El pacto del 2006 compromete a Bolivia a cuadruplicar sus entregas para el 2010, llegando a 27.7 millones de metros cúbicos diarios. El gas será entregado a través de un nuevo gasoducto de 1.500 millones de dólares. La construcción del gasoducto, no obstante, está suspendida y García dice ahora que Bolivia podrá satisfacer ese contrato recién a partir del "2011 o 2012, o tal vez mediados del 2013".

Más de uno se pregunta si Bolivia sabe manejarse.

"Da la impresión de que piensan que pueden empacar el gas natural en un saco de papas y despacharlo en un camión", dijo Andrés Stepkowski, asesor de una empresa energética con sede en Bolivia.

Bolivia deberá esmerarse si quiere preservar sus clientes, que ya están buscando otras alternativas.

El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva quiere evitar a toda costa una escasez de energía y está desarrollando otras fuentes de electricidad. Brasil descubrió hace poco grandes reservas de gas natural y petróleo frente a sus costas, pero tardará bastante en explotarlas.

Argentina, por su parte, superó una grave crisis económica en el 2001 mediante el subsidio de los precios de la electricidad, que alimentaron el crecimiento pero ahuyentaron la inversión extranjeras en sus propios campos de gas. La nueva presidenta Cristina Fernández tiene una dura disyuntiva por delante: espera por un suministro poco seguro de Bolivia o aumenta los precios para generar competencia, una medida impopular que agravaría una inflación ya de por sí alta.

"Puede llegar el momento en que los argentinos decidan que es mejor dejar que los precios internos aumenten a pagar más por el gas boliviano", declaró Daniel Kerner, de la firma consultora Eurasia Group.

 

 

AP