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Alarma en el mundo diplomático por filtraciones de WikiLeaks

Las filtraciones de documentos confidenciales hecha por WikiLeaks ha sido condenada desde muchos sectores, sobre todo gubernamentales, y se generaliza la impresión de que ese grupo puede haberse pasado de la raya.

30 de noviembre de 2010

Jerusalen.- Más grave todavía, el hecho de que no se pueda poner nada por escrito hace peligrar el mismo arte de gobernar, como advirtió el primer ministro de Israel, poco acostumbrado a expresar la opinión predominante, haciéndose eco de la actitud mayoritaria.

"A los talentosos diplomáticos estadounidenses les resultará más difícil enviar cables e informes como antes", expresó Benjamin Netanyahu. Acotó que los gobiernos se guardarán la información, restringiéndola a unas pocas personas, para minimizar el peligro de una filtración.

Ese comentario plantea la inquietante noción de que hay que limitar las cosas que se informa al público.

Netanyahu sostuvo que la posibilidad de comunicarse en secreto fue vital para que Israel alcanzase un acuerdo de paz con Egipto en 1979. Si la opinión pública israelí hubiese sabido que el primer ministro Menachem Begin estaba dispuesto a ceder el desierto del Sinaí, capturado en 1967, se habría generado un furor que bien pudo haber frustrado el acuerdo, manifestó Netanyahu.

"La transparencia es fundamental en nuestra sociedad, y es generalmente esencial. Pero hay algunas áreas, incluida la de la diplomacia, en la que no es esencial", expresó.

La tradición de transparencia recibió un gran golpe durante el fin de semana, cuando WikiLeaks comenzó a difundir más de 250.000 cables de embajadas de Estados Unidos.

La secretaria de estado Hillary Rodham Clinton afirmó que WikiLeaks actuó ilegalmente y prometió tomar medidas.

La condena fue casi universal.

El primer ministro canadiense Lawrence Cannon declaró que las filtraciones "podrían comprometer nuestra seguridad nacional". El diario suizo Basler Zeitung habló de un "desastre diplomático". El ministro de relaciones exteriores alemán Guido Westerwelle fue más diplomático y dijo que la publicación "no fue un acto altruístico precisamente".

Cuando se filtran secretos de estado, muchas veces hay quienes dicen que es algo positivo que permite saber más sobre un tema importante. Eso no sucedió esta vez.

La sensación predominante es que las filtraciones pueden hacer peligrar una forma de manejarse, todo en forma gratuita. Y que el arte de la diplomacia --considerada una fuerza positiva, que ayuda a evitar guerras y resolver conflictos-- ha sido comprometido.

El diario italiano La Repubblica dijo que hay que replantear la conducta diplomática, partiendo de la base de que "siempre puede haber un par de ojos electrónicos observando lo que escribe una persona".

Estados Unidos ha apelado al secreto para obtener sus fines diplomáticos con frecuencia. El histórico viaje de Richard Nixon a China en 1972 fue precedido por conversaciones secretas con Pakistán como intermediario. En una ocasión, el secretario de estado Henry Kissinger, durante un viaje a Islamabad, fingió una enfermedad y se hizo una escapada a Beijing.

Lo más común, no obstante, son los informes que los diplomáticos envían a Washington sobre temas políticos, figuras, asuntos económicos e incluso chismes.

Michael McKinley, embajador estadounidense ante Colombia, dijo que la vulnerabilidad de la correspondencia diplomática causa "afecta enormemente... la capacidad de los diplomáticos estadounidenses de mantener un diálogo franco y confidencial no solo con figuras del gobierno, sino con políticos y otras personalidades ajenas a los gobiernos".

Para que el sistema funcione, los diplomáticos necesitan que sus contactos confíen en su discreción.

"Valiosos contactos que ofrecían conocimientos y contexto ahora podrían sentirse renuentes a hablar confidencialmente con funcionarios estadounidenses por temor a que sus palabras lleguen a la prensa, a rivales políticos o a aliados", expresó Ali Engin Oba, analista turco especializado en cuestiones estratégicas y ex embajador ante el Congo y Sudán. "Es algo lamentable para la diplomacia".

"Hay que revolucionar la forma en que se envían y se archivan los cables diplomáticos. Tiene que haber avances tecnológicos", sostuvo.

Esa parece ser la impresión generalizada ahora que los correos electrónicos y las conversaciones telefónicas son el principal método de transmitir información.

¿Qué se puede hacer?

Stelian Tanase, analista político rumano, opina que los diplomáticos tienen que aprender a hablar en código, "usando metáforas y expresiones con doble significado".

Aaron David Miller, ex negociador del Departamento de Estado en el Medio Oriente, cree que el proceso de codificación de datos se hará más complejo.

Sergio Romano, ex embajador de Italia ante Moscú, señaló que "la primera reacción será fijar reglas de confidencialidad más estrictas".

Elliot Abrams, quien sirvió en el Consejo de Seguridad Nacional bajo el gobierno de George Bush padre, pronosticó que los diplomáticos serán más selectivos y enviarán sus informes a menos gente. "Habrá personas que deberían recibir esa información, que no la recibirán", opinó.

Para muchos, resultó irónico que estas filtraciones hayan sucedido en Estados Unidos, país que generalmente cuestiona los sistemas de seguridad de los demás.