Home

País

Artículo

Vía libre

La aprobación del Cafta puede marcar una nueva etapa en la negociación del TLC andino.

24 de junio de 2005

Para que el TLC de Colombia, Ecuador y Perú con Estados Unidos esté listo en septiembre, como el gobierno colombiano quiere, lo que pase en el Congreso de Estados Unidos con el Tratado de Libre Comercio (TLC) de Centroamérica con Estados Unidos, Cafta, es decisivo.

Pocos esperaban resultados tan alentadores en este tema, hasta cuando se reuniera el 14 de junio el comité de Finanzas del Senado, y el día siguiente el de Medios y Arbitrios de la Cámara, para hacer un simulacro de votación sobre el tratado centroamericano. Las deliberaciones fueron vitales pues, aunque no tenían carácter decisorio, eran el termómetro que le diría a la Casa Blanca qué tan buena acogida tiene el acuerdo en el Congreso.

El resultado -11 votos a favor y 9 en contra en el comité de Finanzas y 25 a favor y 16 en contra en el de Medios y Arbitrios- fue positivo para la administración Bush, los centroamericanos y, de paso, para los negociadores del TLC andino, que tienen sus expectativas puestas en la aprobación de ese tratado.

Tras esta pequeña victoria, es muy probable que haya una votación real del Cafta antes del 4 de julio, cuando el Parlamento entra en receso. Si en efecto se vota, la probabilidad de que sea aprobado el tratado es alta. El gobierno de Bush ha invertido gran parte de su capital político en su aprobación, y solo lo sometería a votación si confía en que saldrá adelante.

Este es un buen indicio para los defensores del TLC en Colombia, pues no solo augura un buen paso del TLC andino por el Congreso estadounidense, sino que aceleraría su negociación. Esto ocurre porque, por una parte, el personal del US Trade Representative, USTR, órgano estadounidense equivalente al Ministerio de Comercio, se ha dedicado a la aprobación del Cafta y una vez pase por el Congreso, los funcionarios del USTR se podrán enfocar en el andino. Por otra, los negociadores estadounidenses han sentido incertidumbre, pues hasta no saber si se aprueba el Cafta, no tienen muy claro cómo negociar el TLC andino. La aprobación de Cafta les indicará cuáles son los temas más sensibles y les dará una mejor noción de hasta qué punto pueden abrir algunos mercados en la negociación con los andinos.

Por eso, explica Hernando José Gómez, jefe del equipo negociador colombiano, "una vez quede aprobado el Cafta todos los reflectores se volverán hacia la negociación con los andinos. Llegaríamos a la ronda del 18 de julio con buena parte de los nubarrones despejados".



ZONA GRIS

A pesar de lo anterior, a muchos les preocupa que el posible arreglo que haga el gobierno estadounidense con los sectores de presión, para que el Cafta sea aprobado, afecte la negociación azucarera del TLC.

En efecto, si bien los comités estadounidenses de Senado y Cámara votaron favorablemente en el simulacro, esto ocurrió después de que la administración Bush prometió considerar el otorgamiento de concesiones a la industria azucarera. Qué tipo de concesiones se están considerando para los azucareros es todavía un misterio. Se piensa que el gobierno podría aumentar los subsidios al sector o incluso que puede comprometerse a excluir el azúcar en los futuros tratados. Esto eliminaría una de las grandes oportunidades de Colombia, que es altamente competitiva en azúcar. Sin embargo, esto no pasa de ser una hipótesis. Lo único cierto es que la Casa Blanca viene sosteniendo reuniones con los diversos sectores que tienen dudas respecto al Cafta.

Según Ricardo Villaveces, presidente de Asocaña, la posibilidad de que Estados Unidos decida excluir el azúcar del TLC es pequeña. Lo más probable, dice, es que la Casa Blanca haga concesiones como obras de infraestructura en la nueva legislación de transporte, mantenga los subsidios, que se debatirán en el farm bill -legislación agraria- de 2006 o les prometa batallar por mayor protección para el sector en la OMC.

Si por algún motivo se decide excluir el azúcar del capítulo agrícola colombiano, debe haber necesariamente alguna gran concesión de los estadounidenses que compense esta exclusión en las negociaciones.

Lo anterior es posible ya que en este tema, como en muchos otros, el criterio de negociación no es tanto comercial como político. Este mismo ingrediente político genera la mayoría de las preocupaciones, pues hay mucho camino por recorrer y aunque es improbable, todavía puede haber sorpresas en el Congreso estadounidense.