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Venezuela se juega su futuro

Cualquiera que sea el resultado del referendo del 15 de agosto, los meses siguientes no serán fáciles. Venezuela tardará años en reconstruir la institucionalidad perdida.

25 de junio de 2004

El 15 de agosto se llevará a cabo el referendo revocatorio, mediante el cual el pueblo venezolano decidirá si desea o no continuar con Hugo Chávez como mandatario. Nadie duda que el referendo tenga lugar, en lo que sí hay grandes dudas es sobre su transparencia.

La polarización política en Venezuela es enorme y para la oposición, no va a ser fácil obtener los votos que requiere para ganar el referendo. Es mayoría, es cierto, pero no abrumadora y además está fragmentada. Tiene la posibilidad de ganar, pero tiene que trabajar muy duro para lograrlo. Venezuela tiene 12,5 millones de electores, de los cuales solo vota el 75%. El 25% restante está compuesto por abstencionistas estructurales. Esto significa que 5.600.000 es el máximo de votos al que puede aspirar la oposición. Para que Chávez no gane el referendo se requieren 3.800.000 votos, pero hay que trabajar para procurar al menos unos 4.500.000. La pelea es a muerte.

Chávez está a cargo de todo. No solo organizó el Comando Maisanta para el manejo del referendo, sino que le ha declarado la guerra a la oposición, a la que llama "oligarcas fascistas", bajo las órdenes de maestros extranjeros en Estados Unidos.

Cada vez que quiere, Chávez interviene las cadenas de televisión y radio para hacer propaganda sobre sus diferentes "misiones", que son las medidas populistas que adopta para aumentar su popularidad. Esto le ha permitido elevar su favorabilidad en el último año en 13 puntos porcentuales, de 30% a 43%.

Adicionalmente, Chávez tiene recursos infinitos, sin que nadie le tome cuentas. Usa la plata como quiere. El gasto público está disparado. La abundancia de recursos le ha permitido sostener la situación. Las reservas internacionales superan los US$23.000 millones. A esto se suma la coyuntura mundial de escasez de petróleo que no solo le permite ingresos extraordinarios sino poca presión internacional, especialmente de parte de Estados Unidos que es un gran consumidor de petróleo venezolano.

Chávez además controla el Consejo Nacional Electoral, los tribunales y la Corte Suprema.



El Consejo Nacional Electoral

El mayor peligro para la oposición viene por el lado del Consejo Nacional Electoral, CNE, de mayoría gobiernista, el cual no ha dejado de ponerle trabas al proceso del referendo. Primero, se opuso, sin ninguna justificación, a la fecha del 8 de agosto y en su lugar estableció la del 15. El gran riesgo con esta nueva fecha es su proximidad con el 19 de agosto, que es el límite que establece la Constitución para poder llamar a elecciones. Esto quiere decir que el CNE tiene cuatro días para anunciar el resultado del referendo. Si no lo hace y llega el 19, cualquiera que haya sido el resultado del referendo, el vicepresidente José Vicente Rangel asumiría el poder hasta el final del mandato que termina en enero de 2007. Esto sería igual a mantener a Chávez en el poder y no es exactamente lo que está buscando la oposición desde 2001.

Segundo, el CNE decidió que el proceso de votación fuera automático, no manual como lo había solicitado la oposición. Esto ha generado una gran preocupación por la posibilidad de un fraude electrónico o un colapso del sistema que aplace el referendo. Hay todo tipo de irregularidades. El equipo para la votación -que nunca ha sido utilizado para una elección- está siendo suministrado por una empresa desconocida que manejan unos venezolanos desde un apartamento en Florida. Adicionalmente, la proveedora del software es en parte propiedad del gobierno y tiene un representante del gobierno en la junta.

Tercero, la pregunta que el CNE estableció para el referendo es confusa y sesgada.

Por último, el CNE aún no ha definido las condiciones para los observadores internacionales. Lo único que se sabe es que el proceso va a estar mucho más restringido que cuando el reparo, ya que el gobierno de Chávez considera que en las ocasiones anteriores no hubo objetividad por parte de observadores internacionales, el Centro Carter y la OEA.



Escenarios

Si Chávez gana limpiamente, se legitima como Presidente y aumenta su control sobre el país y las instituciones. Se mantiene el statu quo, con desinstitucionalización y gobierno autocrático. Esto daría una mala señal y la inversión extranjera se vería afectada, por las dudas que ya hay sobre la propiedad privada e inseguridad jurídica. El sector real hoy no es competitivo.

Si se queda habiendo perdido, la situación se vuelve inmanejable. No habría gobernabilidad y el sector militar se resquebrajaría. También puede no pasar nada y que Chávez controle por la fuerza.

Si pierde y los resultados se anuncian antes del 19 de agosto, hay que llamar a elecciones en menos de 30 días para sustituir parcialmente el régimen. El nuevo Presidente gobernaría hasta enero de 2007. Si este es el caso, vendría un período de transición muy complicado. Del lado de la oposición, el liderazgo es muy pobre, inferior al que se requiere en la situación actual del país. Entre los posibles candidatos están Enrique Mendoza, Enrique Salas y Julio Borges, pero ninguno se destaca como el gran líder capaz de aglutinar a la oposición. Pero cualquiera que sea la persona que asuma el poder, la cosa no va a ser fácil porque el notorio deterioro institucional es enorme.

En cuanto a Colombia y el impacto sobre el comercio con este país, la pérdida del referendo por parte de Chávez podría nuevamente enredar las cosas. Mal que bien, lo que se ha logrado después de que se estableció el control de cambios en febrero de 2003, ha permitido el gradual restablecimiento del comercio.

Con la aplicación automática del Convenio de Pagos y Créditos de la ALADI, a partir de octubre de 2003, el 100% de los productos colombianos se exportan a Venezuela con divisas a la tasa de cambio oficial. Esto dio lugar a un incremento de las exportaciones de 115,7%, en el primer trimestre del año, al pasar de US$111 millones a US$239 millones. Si se mantuviera esta tendencia, las exportaciones al finalizar el año podrían llegar a US$1.100 millones, que es una cifra similar a la que se registró en 2002.