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¿Una relación inseparable?

A pesar de las diferencias, los negocios son la arteria que mantiene viva la relación entre Colombia y Venezuela. Pero hay que blindarla ante las amenazas en momentos de crisis.

4 de febrero de 2005

Cuando el presidente venezolano Hugo Chávez amenazó con congelar el intercambio comercial, como resultado de la crisis Granda, la preocupación fue evidente entre empresarios de los dos países: se ponían en riesgo unos US$3.000 millones, cifra a la que se estima llegarán los negocios binacionales este año.

Y ese, precisamente, es el punto de contacto más importante que hoy tienen las dos naciones. Mientras sus prioridades en la integración comercial son diferentes y sus modelos de desarrollo van casi en contravía, los negocios mantienen viva y cercana la relación.

En un escenario de eventual ruptura comercial, Colombia tendría serias desventajas: Venezuela es el principal destino de gran parte de sus exportaciones de mayor valor agregado, y de cientos de pequeñas y medianas empresas. Los US$1.500 millones que Colombia exportó el año pasado equivalen al 79% de las exportaciones que Colombia realizó a Estados Unidos durante los primeros 11 meses del año pasado, en productos diferentes a petróleo, café, banano y flores, lo que representaría dificultades en la búsqueda de un mercado sustituto por su tamaño y diversidad de productos exportados. Por su parte, para Venezuela, aunque tiene un gran músculo financiero y buscaría cercanía con países como Brasil, tampoco es fácil suplir rápidamente los productos colombianos y no puede generar desabastecimientos, en momentos en que el presidente Chávez tiene uno de sus más altos niveles de popularidad, cercano al 65%.

Por eso, el anuncio de Chávez encendió todas las alarmas. Si bien, al cierre de esta edición, aunque persistían algunos problemas comerciales en la frontera, el impasse se había superado con los comunicados que habían protocolizado los dos gobiernos y que se esperaba fueran ratificados en la cumbre entre los presidentes Hugo Chávez y Álvaro Uribe en Venezuela, para limar definitivamente las asperezas creadas por esta crisis.

Sin embargo, esta no será la última desavenencia entre dos países que comparten miles de kilómetros de frontera y, tras este suceso, la suspensión de los negocios bilaterales queda como una amenaza latente. De ahí la importancia de blindar las relaciones binacionales para evitar mayores contratiempos.



El blindaje

¿Cómo blindar la relación comercial ante las incompatibilidades políticas? Para explicar este punto, hay dos consideraciones: una de negocios y otra de carácter regional.

Frente a los negocios, para algunos, como Luis Vicente León, director de la consultora Datanálisis en Venezuela, el intercambio comercial tiene vida propia. "La dependencia comercial es tan fuerte que hay demasiados actores vinculados y ya no solo funciona el lobby diplomático, sino el de negocios. Incluso, la construcción de esta relación comercial en el tiempo ha servido de salvavidas para la relación política y eso ayuda a superar las crisis en el corto plazo".

A su vez, para María Luisa Chiappe, presidente de la Cámara de Integración Colombo Venezolana, es la institucionalidad la que debe servir para estabilizar las reglas del juego en el comercio y que este no quede al vaivén de los desacuerdos políticos. "Ese gran marco institucional es la Comunidad Andina de Naciones (CAN). En la medida en que los países respeten los acuerdos y actúen en consonancia con las reglas definidas, no será necesario inventar nuevos procedimientos. Precisamente, en la crisis, la CAN jugó un papel fundamental, en cabeza de la presidencia que tiene Perú, porque, además, el comercio entre Colombia y Venezuela es la mayor parte del intercambio intrarregional", agrega.

De cara a la consideración de carácter regional, la popularidad de Chávez en Venezuela salta a una esfera de mayor dimensión. Para algunos analistas, el presidente venezolano reaccionó favorablemente en la crisis porque el interés de Brasil, Argentina, Chile, Perú y Ecuador estaría muy relacionado con el proyecto de integrar a América del Sur, al que se unirían otros como México y Panamá. "Chávez busca liderar la integración latinoamericana, a tal punto que quiere transformar el Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, en Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA, fortaleciendo las compras a los países de la región. Por eso, aunque hasta el momento no se ha dado la reunión con Uribe, a Chávez no le quedaba bien mantener una diferencia con un país vecino que está contemplado dentro de ese proyecto", asegura el analista.

Los riesgos

A pesar del interés por blindar la relación comercial, Venezuela aún tiene dos armas muy poderosas para intervenir el comercio: el control de cambios y las compras estatales.

En un contexto de crisis, el mecanismo de control de cambios y su discrecionalidad podría entorpecer el comercio. Para Jorge Alberto Velásquez, consultor y ex director de Proexport en Caracas, "esa discrecionalidad para aprobar solicitudes de importaciones provenientes de Colombia también daría la posibilidad de negarlas".

El comercio entre los países logró dinamizarse, incluso bajo el esquema del control de cambios que rige desde 2003, gracias a que la norma se flexibilizó y permitió que se utilizara el convenio de pagos recíprocos entre los países de ALADI, hasta el punto de que las aprobaciones para estos países eran automáticas. Sin embargo, esta circunstancia favorable cambió en enero.

¿Qué pasó? En medio de la crisis se conocieron dos decisiones del gobierno venezolano en torno al control de cambios. Una, que las importaciones que se realizan por medio del mecanismo de ALADI ya no tienen aprobación automática, sino que deben pasar por el estudio de Cadivi. Y la segunda se refiere a que las mercancías no deben nacionalizarse antes de tener esa autorización de Cadivi.

Al darse a conocer estas medidas en el punto más difícil de las diferencias entre Colombia y Venezuela, la lectura que se dio es que la medida atenta contra los intereses de Colombia, por el volumen de sus ventas y por ser el segundo socio comercial de Venezuela. De hecho, esta decisión representará una demora en los trámites y refleja la intención de un mayor control por parte de Cadivi. Sin embargo, la medida no solo afecta a Colombia. "La otra lectura que se puede dar es que Venezuela es un país eminentemente importador y la ventaja que tenían los países miembros de ALADI fue presionada por otros países para que se desmontara y todos estuvieran en igualdad de condiciones", explica un analista.

Otro instrumento con el que Venezuela podría intervenir el comercio es el de las compras estatales. "Este instrumento lo utilizan los países para proteger su industria local, pero también se puede utilizar para discriminar", agrega el analista. La prioridad de la administración Chávez es basar el crecimiento económico del país en un modelo de desarrollo endógeno, apalancado en el papel del Estado. Por ejemplo, la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (Casa) maneja un presupuesto superior a US$1.000 millones para la compra de alimentos en Venezuela y, a diferencia de sus competidores privados, no tiene que pasar por Cadivi y sus pagos son directos. "Es importante que Venezuela reconozca los productos de Colombia como si fueran nacionales, al igual que lo hace Colombia en virtud del G-3", afirma María Luisa Chiappe, de la Cámara Colombo Venezolana.

Con la crisis, quedó demostrada la intensidad de las relaciones comerciales que, a pesar de su tamaño y diversidad, pueden ser amenazadas en cualquier momento. La gran lección es que la sensibilidad política no debe traspasar las fronteras comerciales, el mayor vínculo de unión entre los dos países en la actualidad.