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Foto: Mauricio Botero/Dinero. | Foto: Dinero

Mauricio Botero

Una falsa dicotomía

"Dentro de ‘conflictos’ que enfrentamos, por ejemplo, uno solo de los grupos al margen de la ley, el llamado ‘Clan del Golfo’, tiene ya cerca de 2.000 efectivos."

Mauricio Botero Caicedo
3 de junio de 2017

Varios de los candidatos presidenciales pretenden encasillar a los electores en una falsa dicotomía: ¿guerra o paz? Es una falsa dicotomía porque en Colombia no ha habido guerra, y estamos lejos de ser un país en paz. Lo que el país ha y sigue enfrentando es una serie de conflictos que no ha sido fácil solucionar: en parte por la falta de voluntad política de los gobiernos (con notorias excepciones) de enfrentar con autoridad a los bandidos; en parte por las debilidades de nuestras instituciones y la permisividad del país (y muy especialmente de la rama judicial) con crímenes atroces; y en parte por el apoyo de los vecinos al narcoterrorismo.

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Dentro de ‘conflictos’ que enfrentamos, por ejemplo, uno solo de los grupos al margen de la ley, el llamado ‘Clan del Golfo’, tiene ya cerca de 2.000 efectivos. Y si bien el Gobierno dice tenerlo aislado, cada día ese grupo de facinerosos es más sólido. Si al ‘Clan del Golfo’ se le suma las ‘Autodefensas Gaitanistas de Colombia’ - dueños del comercio ilícito del oro y líder indiscutible del mercado de la droga en las pequeñas y grandes poblaciones, quienes según dicen las propias autoridades tienen presencia en 23 departamentos y cerca de 2.000 efectivos, y se les añade los 3.500 miembros activos de los diferentes grupos subversivos como el ELN y el EPL, ya se acercan a 9.000 bandidos. Si se agregan la infinidad de bandas organizadas, tipo ‘Los Urabeños’ y ‘La Cordillera’, dedicadas al microtráfico, a la minería ilegal, y al contrabando, la cifra asciende a 12.000, casi el doble de las Farc. Paz, lo que se llama paz, no hay.   

La insistencia en algunos en propagar la falsa dicotomía de ‘Guerra o Paz’ tiene cierta lógica: resolver conflictos, a diferencia de acabar guerras, trae pocos premios, menos aplausos, y casi ningún reconocimiento internacional. Hasta donde el autor de esta nota entiende no se ha establecido el ‘Premio Nobel del Conflicto Resuelto’. Tampoco es muy atractivo para un candidato plantear que él está en contra o a favor de la ‘resolución de conflictos’. Política y mediáticamente es más llamativo decir que está en contra de la ‘guerra’ y que por contra, su contendor está a favor de la ‘guerra’. En sentido contrario para un candidato es más impactante afirmar que él va a consolidar la ‘paz’, mientras que su contendor lo que va es a sepultar la ‘paz’.    

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Alternativamente, ¿sería acertado de tildar el conflicto con las Farc o el ELN como ‘guerra civil’? Radicalmente distinto de otras guerras civiles en el mundo que suelen tener causas étnicas, económicas o religiosas claras, nuestros conflictos de ‘guerra civil’ no tienen nada. “Es incluso difícil para los colombianos” como lo señala el libro de Stephen Ferry, “definir la naturaleza del conflicto...siendo un lucrativo negocio bélico que se autoperpetúa influenciado por el narcotráfico, la extorsión y un ciclo de represalias por las atrocidades cometidas en el pasado.” Lo que es innegable es que las posibilidades de supervivencia de estos minúsculos grupos, sin la activa colaboración de los vecinos, son casi inexistentes.

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