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Decenas de empresas de petróleo y gas esperaban la salida del dictador para reactivar sus negocios en Libia, que posee las mayores reservas de crudo del continente africano.

Coyuntura / Internacional

¿Superpotencia petrolera?

La derrota de Gadafi abre enormes oportunidades para la inversión petrolera en Libia. Empresas de Francia, Gran Bretaña e Italia preparan su desembarco.

31 de agosto de 2011

Desde hace muchos meses las carátulas de las tres principales revistas de actualidad en el mundo no coincidían en un tema. Pero el viernes 26 de agosto las revistas Time, The Economist y Businessweek traían en sus primeras planas al mismo personaje: Muamar el Gadafi, el depuesto presidente de Libia, con una pregunta obligada: ¿cuál será el futuro de ese país tras la caída del dictador?

La preocupación es evidente. Luego de seis meses de guerra y de padecer el acoso de grupos rebeldes y fuerzas aliadas de la Otan –lideradas por Francia, Italia y Gran Bretaña–, la caída de Gadafi deja un país dividido, con su infraestructura destrozada, millonarias pérdidas materiales y un elevado número de muertos, heridos y desposeídos.

Para algunos, el 21 de agosto terminaron 42 años de infamia, nepotismo y terror y se dio el ‘pistoletazo’ de partida para la reconstrucción de un nuevo país donde además del horror de la guerra y las consecuencias de meses de parálisis económica, muchos ven enormes oportunidades de negocios.

El atractivo que ofrece Libia para los inversionistas es gigantesco. Este país, de 6,4 millones de habitantes con un ingreso promedio de US$11.300, posee las mayores reservas petroleras de todo el continente africano: 45.000 millones de barriles. Esta cifra supera con creces los 37.300 millones de barriles de reservas que tiene Nigeria –hoy el primer productor de África– y los 12.000 millones de barriles de Argelia.

En gas natural también posee reservas cuantiosas: en 2005, el estimado era de 5.400 millones de m3, mientras en 2010 estaban probadas cerca de 10.000 millones de m3.

La minería es otro de sus grandes tesoros. De acuerdo con cálculos del Fondo Monetario Internacional, Libia es uno de los países con mayores reservas inexplotadas de oro, pues se calcula que tiene unas 4,6 millones de toneladas cuyo valor se estima en unos US$8.000 millones. Se considera que los recursos naturales representan 25% del Producto Interno Bruto de Libia y son responsables por 95% de sus exportaciones y 80% de sus ingresos.
 
En materia de petróleo, las principales compañías del mundo creen que todo está por hacerse en este país. Aunque la producción actual es de apenas 60.000 barriles diarios, la capacidad de producción a comienzos de año alcanzaba los 1,6 millones de barriles diarios, todavía baja frente a los 3 millones de barriles diarios que había en 1969, cuando Gadafi llegó al poder y nacionalizó esta industria.

A diferencia del crudo que se encuentra en otras latitudes, el que se produce en territorio libio es de bajo contenido de azufre, denominado ‘dulce ligero’, cuyo costo de procesamiento es más bajo y se adapta con facilidad a las refinerías europeas. Hasta enero pasado los principales compradores de este crudo eran Italia, con 28%; Francia, 15%, China, 11%, Alemania, 10% y España con 10%.

Sin embargo, el atraso y los daños de la guerra podría tomar al menos tres años en recuperarse. La obsolescencia de la infraestructura petrolera, que durante el mandato de Gadafi no recibió recursos para su modernización, también es culpable del bajo rendimiento. Sin embargo, esta también es una oportunidad de negocios para las compañías de infraestructura y de hecho ya los líderes del Consejo Nacional de Transición (CNT) han expresado su interés por abrirse al capital privado y apoyar las iniciativas de empresas extranjeras.
Ya varias compañías –principalmente europeas– han aterrizado atraídas por las nuevas oportunidades y la riqueza libia, pues el fin del embargo de los últimos seis meses impuesto por países europeos dejará disponibles unos US$168.000 millones para el proceso de reconstrucción.

Gobiernos de Italia, Francia y Gran Bretaña ya han hablado de descongelar los recursos y transferirlos al gobierno de transición.

Incluso, antes de la caída de Gadafi, grupos de empresarios iniciaron contactos con los rebeldes en este país, para analizar el panorama pues este ha sido tradicionalmente un gran proveedor de crudo y gas para los europeos. La BBC de Londres, por ejemplo, cita un grupo de 20 empresarios alemanes que una semana antes de la caída de Gadafi fletó un avión militar para entrevistarse con directivos del Banco Central de Libia y un grupo de líderes del CNT creado por los rebeldes, en busca de acercamientos.

También el 29 de agosto pasado la petrolera italiana ENI tomó la delantera y firmó un acuerdo con líderes del CNT para reiniciar las operaciones de producción en territorio libio. ENI es la mayor compañía extranjera con producción en Libia, donde extraía hasta enero pasado 3% del total del petróleo. Los lazos entre los países son de vieja data, como quiera que por años Libia fuera una colonia italiana.

En Francia se da por descontado que Total, su principal petrolera y otras compañías del sector podrán sacar una buena tajada en los contratos para la reactivación, ya que este fue uno de los países que apoyó de manera decidida a los rebeldes.

Petroleras de Estados Unidos –país que también apoyó a los rebeldes– como Conoco Philips y Marathon Oil Corp también esperan obtener su parte. Esta semana iniciaron los acercamientos con los líderes de la transición para recuperar sus operaciones, que habían quedado abandonadas en febrero, al comienzo de la guerra civil. Las que al parecer no correrán la misma suerte son las petroleras de China y Rusia, países que se opusieron desde un comienzo a que la Otan apoyara a los líderes rebeldes.

Las oportunidades que traerá la reconstrucción en Libia abren una gran expectativa por millonarios negocios en el mundo. Pero este proceso dependerá, en buena medida, de que se cierren las profundas heridas que ha abierto esta guerra civil y que podrían tardar años en sanar.