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Se acaba el tiempo

El presupuesto para 2008 es quizás la última oportunidad que tiene el país para generar un superávit fiscal. Sin embargo, el ejecutivo fue tímido al plantear las metas para el año.

3 de agosto de 2007

Según muchos analistas, el presupuesto de $125,7 billones propuesto para 2008, que refleja las intenciones fiscales del gobierno para el año entrante, no muestra el esfuerzo que se debería estar haciendo con el fin de balancear las finanzas públicas. Opinan que el Ejecutivo está desaprovechando el mejor momento económico que ha tenido el país en los últimos tiempos para lograr un superávit, como lo han hecho todos los vecinos latinoamericanos.

Si bien el gobierno evitó la tentación de recurrir a adiciones presupuestales, y ha venido dedicando buena parte de sus ingresos extraordinarios al prepago de deuda, hay consenso en que el esfuerzo que ha hecho no es suficiente para lograr la estabilidad fiscal del país.

Con una economía creciendo al 7%, los analistas consideran que el gobierno nacional central debería tener un déficit inferior a 3%, en tanto que el gobierno proyecta que estará en 3,3% para 2008. "El Ministro de Hacienda tiene una oportunidad de oro. Este año el déficit del Gobierno Nacional Central terminará por debajo del 3%. Si el Ministro se fija como meta mantener o incluso disminuir ese nivel en 2008, lograría prácticamente garantizar la recuperación del grado de inversión y cambiar la historia fiscal del país de los últimos diez años", dice el ex director de Planeación Nacional, Juan Carlos Echeverry.

"No creemos que una cifra de déficit del 3,3% del PIB del Gobierno Nacional Central, que sigue siendo alta comparada con las de las demás economías de la región, sea suficiente para olvidar que no solo no estamos ahorrando los resultados de la actual bonanza, sino que nos estamos gastando los ahorros del pasado", afirma Andrés Restrepo, jefe de investigaciones económicas de Corficolombiana.

Sin embargo, Carolina Soto, directora de presupuesto del Ministerio de Hacienda, enfatiza que desde que existen la ley de Responsabilidad Fiscal de 2003, y la obligación de construir un marco de mediano plazo para el gasto, la principal preocupación del Ministerio es la sostenibilidad fiscal de mediano plazo. "De hecho, estamos superando las metas propuestas inicialmente y nos estamos comprometiendo con metas de reducción de la deuda mucho más ambiciosas que las previstas en enero", afirma.

El debate

Para fortalecer su argumento, los técnicos del Ministerio de Hacienda destacan que el proyecto de presupuesto que se presentó al Congreso en la tercera semana de julio, incluye buena parte de las recomendaciones que hiciera la Comisión Independiente del Gasto. De 23 sugerencias, acogieron 12. Entre ellas, que el crecimiento del presupuesto sin los gastos de defensa y seguridad fuera del 6,3%, inferior al crecimiento nominal de la economía; que destinarán US$1.700 millones que guardaba la Nación en el Fondo de Ahorro y Estabilización Petrolera (Faep), a reducir el endeudamiento externo; que adoptara una meta de superávit primario estructural de 2% para el gobierno central; e incorporara un recorte en el presupuesto de $1,4 billones. Además, como ya lo venían haciendo, mantuvieron la estrategia de destinar al pago de la deuda, los ingresos extraordinarios que reciba el fisco por mayores tributos. También completaron la reestructuración de 400 entidades estatales dentro del programa de modernización del estado.

No obstante, hasta ahora se dejó por fuera el tema grueso de la venta de ISA y de Isagén, que le hubieran significado al fisco un ingreso de $4,8 billones. Aunque en esto el gobierno no ha dicho la última palabra y podría revivir el negocio en los próximos meses, en el presupuesto reemplazó estos menores ingresos con más recursos de crédito externo de multilaterales. Estos no tendrían un impacto sobre la revaluación del peso, porque se usarían para pagar equipo militar en el exterior.

Los que creen que se debe hacer más, se preocupan porque la reforma a las transferencias que se completó este año fue muy tímida. Las transferencias crecerán en 2008, 16,7%, muy por encima de la inflación. También les molesta que los gastos de funcionamiento aumenten 14,7%, y dentro de ellos los de personal 11,1% y que los gastos en defensa se elevarán 27,2%. Incluso, otros creen que hay una suerte de truco contable en que el presupuesto clasifique los ingresos del Faep como ingresos corrientes de la Nación.

Si bien no habrá problemas en 2008, esta coyuntura muestra de nuevo la enorme inflexibilidad del gasto público. De manera que, aunque pueda sonar aburrido y obsesivo, hay que volver a pensar en una reforma tributaria que modifique la estructura del recaudo y los gastos de estado. De nuevo habrá que poner en discusión asuntos como la simplificación del IVA, la ampliación de la base del impuesto de renta y la eliminación de las exenciones tributarias. Y hacerlo hasta que se consigan los cambios. No ahorrar cuando es posible, atenta contra el futuro de la nación.