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El presidente Juan Manuel Santos oficialmente goza del respaldo de cinco partidos (Liberal, Conservador, La U, Partido Verde y Cambio Radical). | Foto: Semana

Semana.com

Santos, el primer ganador de las elecciones

Su permanencia al margen de la contienda le permite mantener cohesionada la Unidad Nacional. ¿Qué está en juego para los partidos?

Por César Paredes, periodista de Semana.com
28 de octubre de 2011

El presidente Juan Manuel Santos es uno de los ganadores anticipados de la contienda electoral del próximo 30 de octubre. Como político avezado sabía que no intervenir en la campaña electoral le daría más réditos. Por eso prefirió no mostrar su favoritismo por ningún partido ni por ningún candidato y a cambio mantiene los hilos de la Unidad Nacional.

Este hecho también es muestra de la diferencia de talante con su antecesor Álvaro Uribe. Hace cuatro años el mandatario estaba preocupado por los resultados de las elecciones. Tanto, que después del balance, en el que salió airoso el Partido Liberal, que pertenecía a la oposición, y tras el triunfo del Polo Democrático en Bogotá, admitió que contemplaría la reelección “sólo si hay una hecatombe”.

“Santos juega de local en casi todas las elecciones departamentales y municipales. Con sello no pierde y con cara gana”, dijo Ricardo García Duarte, analista de Razonpublica.com. En su criterio, el hecho de que en la mayoría de los casos los candidatos serán elegidos de coaliciones en las que hay al menos un partido de la Unidad Nacional, pone las apuestas a su favor.

Un artículo de El Nuevo Siglo llegó a la misma conclusión. “No importa si la U, los conservadores, los liberales, Cambio Radical o los verdes ganan o pierden más gobernaciones o alcaldías (…) pues al final ninguno de esos avances o retrocesos de las colectividades se podrá considerar una reacción en contra del titular de la Casa de Nariño”, escribió el diario.

La pregunta que surge entonces es: ¿Qué está en juego para el santismo?

Según el politólogo Javier Duque, de la Universidad del Valle, el santismo, al igual que el uribismo, es un “núcleo temporal, que se define como una agrupación política de diferentes tendencias reunida alrededor de un líder de turno”. Es decir, Santos no es el líder de un partido y “tampoco tiene una tradición electoral”.

Esa condición le permite un amplio margen de gobernabilidad para rato. Más cuando en el horizonte está la posibilidad de una reelección presidencial. “Esa realidad nueva (la posibilidad de reelección) determina que los partidos tengan pocas probabilidades de salirse de la coalición. Son fuerzas centrífugas”, argumentó García Duarte.

El analista aduce que los partidos de la coalición esperarán hasta que el momento de la definición de Santos sobre la reelección llegue para tomar decisiones. Pero faltan casi tres años. Por ahora, se mantendrán bajo su égida.

Sin embargo, las elecciones del domingo sí suponen un realineamiento de las fuerzas políticas dentro de la coalición. ¿La razón? Los partidos buscarán anotarse el mayor número de victorias para estar mejor posicionados dentro de la Unidad Nacional y así imponer su agenda política a los demás. “Ser la colectividad con mayor poder en departamentos o municipios bien le puede servir para equilibrar las cargas de cuotas de poder y representación nacional”, escribió El Nuevo Siglo.

El problema es que debido a que la mayoría de candidatos favoritos están respaldados por alianzas, difícilmente los partidos podrán anotarse como exclusivas sus victorias.

En ese escenario, el Partido Liberal tiene un interés particular, pues de los buenos resultados depende su reunificación con Cambio Radical y un sector de la U que ya ha expresado su anuencia a la propuesta de volver a sus orígenes. Para los analistas, tanto García como Duque, el Partido Liberal probablemente saldrá fortalecido y así podría llegar a hacer parte del gabinete “gracias a que Santos no renuncia a su condición de liberal”.

Los conservadores se juegan, debido a su antagonismo histórico con los rojos, la supremacía dentro de la coalición. Pero también la resolución de sus contradicciones internas, pues hay un sector que respalda decididamente a Santos, principalmente el ala pastranista, y hay otro más cercano a Uribe, que ha tomado distancia. “Depende de qué sector tome más fuerza se moverá ese partido”, explicó García Duarte.

Una condición semejante vive la U, en donde hay un sector de origen liberal y otro conservador. Sin embargo, este partido es el que encarna la posibilidad más grande de que un resultado sea interpretado como la gran victoria o gran derrota del uribismo. En Bogotá, las directivas de ese partido, en compañía del propio expresidente Álvaro Uribe, decidieron respaldar a Enrique Peñalosa, del Partido Verde.

Falta ver si un resultado adverso para la U terminaría por favorecer un viraje de “la coalición hacia un eje liberal”, dijo Duque.

¿Qué pensará Santos de la reunificación del Partido Liberal, que fue uno de sus anhelos de antaño? La pregunta sigue abierta. En criterio del analista, esta “sería el rompimiento definitivo con la etiqueta uribista. Santos juega unas cartas duras y esa me parece que es posible”.

¿Y la oposición?

El único partido declarado de oposición al Gobierno es el Polo Democrático, que durante dos períodos conquistó el segundo bastión del Ejecutivo: Bogotá. Pero debido a los escándalos de corrupción, a las fracturas internas y a los errores estratégicos, su candidato, Aurelio Suárez, registra el 1 por ciento de intención de voto en las encuestas, de lo cual se deduce que no tiene opción de triunfo en estas elecciones.

“Está tan debilitado, que perderá su principal bastión electoral y posiblemente también retrocederá mucho en otras regiones”, escribió El Nuevo Siglo. Para Duque, “el debilitamiento de la izquierda, representada en el Polo, es inminente”.

Sin embargo, Gustavo Petro, expolista, cuenta con el más alto índice de intención de voto en la ciudad. Su triunfo sería interpretado como un triunfo de la izquierda sin partido.

Pero así él gane, según los analistas, la interpretación del resultado no será una derrota para la Unidad Nacional o para el santismo. Primero, porque de la coalición salieron cuatro candidatos distintos (al final renunció Dionisio Araújo, del Partido Conservador, y la baraja se redujo a tres). O sea que el fracaso de todos termina por no ser de ninguno. Y en segundo lugar, según Duque, porque Santos ya se reunió con Petro después de la campaña presidencial, lo cual es muestra de que podrían tener una relación armónica.

De hecho, el sector petrista del Polo en el Congreso, en el que hay cuatro congresistas, se declaró en ‘oposición alternativa’ al gobierno de Santos. Así, esa disidencia tomó distancia de la dirección y del ala más ortodoxa del Polo Democrático. “Somos distintos a quienes acabaron el Polo”, se autodefinió.

La estrategia de Santos de mantenerse al margen de la campaña le funcionó porque, independientemente de los resultados, gana o, simplemente, no pierde. No es que no esté haciendo política, sino que la hace de manera distinta a Uribe, quien acostumbró al país a un estilo de injerencia directa que, incluso, dio lugar a señalamientos por participación en política. En conclusión, las jugadas dan a Santos como el primer ganador de la contienda de este domingo porque en apariencia no está con nadie, pero, al menos, la gran mayoría está con él.