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"El banco no va a adelantar el giro de utilidades del año en curso, como propuso el gobierno", Miguel Urrutia, gerente general Banco de la República.

Reservas internacionales: ¿de quién y para qué?

La necesidad de cubrir el hueco fiscal ha abierto el apetito del gobierno por los recursos que maneja el Banco de la República. Pero, esta no es la solución.

8 de agosto de 2003

La escasez de recursos para atender los crecientes gastos del gobierno central ha puesto las reservas internacionales en la mira del ejecutivo. Para el presidente Uribe, ahí hay una fuente posible de recursos y, por tanto, ha solicitado al Banco de la República que se ingenie la manera de aumentar las utilidades que tradicionalmente gira a favor del Estado colombiano. La propuesta es compleja pues se trata del activo más valioso con que cuenta el país, y de su adecuado manejo depende, en últimas, su viabilidad política y económica.

Las reservas internacionales constituyen los activos que el país mantiene en el exterior y que son manejados por la autoridad monetaria, es decir, por el Banco de la República. Las reservas, hoy en US$10.236 millones, le sirven al país como garantía de su capacidad de atender sus obligaciones externas, y su nivel es un indicativo de la solvencia del país. Cuanto mayor sea el nivel de reservas, mayor será el acceso a los mercados y menor el costo. Por el contrario, si las reservas caen por debajo del nivel que los inversionistas externos consideran adecuado, los mercados se cierran, aumenta la prima de riesgo y las agencias calificadoras disminuyen su percepción sobre la probabilidad de cumplimiento de pagos del país, lo que se refleja en una baja de la calificación del riesgo soberano.

El manejo dado por los bancos centrales a las reservas internacionales de sus respectivos países es muy similar en el mundo entero y se rige por los lineamientos establecidos por el FMI. De igual forma, es común que los rendimientos de estas reservas, que en la práctica se constituyen en las utilidades del banco central, sean entregados al gobierno, a pesar de no ser este el dueño de las mismas.

Por este motivo, en situaciones como la actual, en la que la búsqueda de recursos para atender el gasto se vuelve desesperada, es normal que se discuta cuál debe ser el nivel óptimo de las reservas pues cualquier excedente sirve para cubrir el faltante. Es aquí donde el Banco de la República debe mantener su estricta vigilancia y no ceder ante la presión del Ejecutivo.



El monto óptimo

Cuando se establece el monto óptimo de reservas internacionales que debe tener un país siempre deben considerarse los costos y beneficios de mantener un determinado nivel. Pero para establecer este nivel no solo se debe comparar el costo de oportunidad de las distintas alternativas en que se pueden invertir las reservas (consumo, inversión o pago de la deuda), sino el costo para la economía de quedarse sin ese nivel adecuado de reservas. No hay que olvidar que una reducción de las reservas al punto de poder contar con la garantía para enfrentar choques externos tiene un gran costo económico y social y puede conducir a situaciones difíciles que cuestionen la propia viabilidad económica y política del país.

Una forma clara y transparente de evaluar el nivel adecuado es mediante la construcción de indicadores de liquidez con criterios avalados internacionalmente. Los más conocidos son las reservas internacionales y su relación con las amortizaciones de deuda externa, e importaciones. Estos son particularmente útiles cuando la discusión frente al nivel óptimo se vuelve candente.



Composición de las reservas

Las reservas internacionales están constituidas en su mayoría por el portafolio de inversión, el cual equivale en la actualidad a casi el 90% de ellas. El resto está compuesto por la posición de reservas en el FMI y los aportes al Fondo Latinoamericano de Reservas, los derechos especiales de giro y otros. Los criterios para el manejo, en orden de prioridad, son seguridad, liquidez y rentabilidad, por lo cual el banco central solo invierte las reservas en títulos con la más alta calificación crediticia otorgada por las calificadoras de riesgo con mayor trayectoria internacional. De esta manera, cuando se le solicita al que utilice la imaginación para aumentar sus utilidades, se le está pidiendo que abandone el orden de aplicación de estos criterios, lo cual constituye un gran riesgo para el país y, por tanto, es inaceptable.

De otra parte, para facilitar los pagos, las reservas mantienen una composición acorde con los egresos de la balanza de pagos que en la actualidad es de 86% en dólares estadounidenses, 11% en euros y 3% en yenes.

Otro punto que está en discusión es la pertinencia de abstenerse de hacer este año provisiones al fondo para amortiguar las valoraciones en cambio, como medida preventiva en caso de que estas monedas se devuelvan. Esto es, que los tipos de cambio presenten bruscos movimientos negativos. Este fondo vale hoy $600.000 millones y sobre él tiene puesta su mirada el gobierno. No obstante, cualquiera que sea la presión que ejerza el gobierno, el Banco no puede ceder pues el gran perdedor sería el país. Además, la falta de ortodoxia en el manejo de las reservas internacionales pondría en juego el acceso, ya difícil, al financiamiento externo.