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Política monetaria activa

Frente a la baja inflación prevista para el año y la revaluación del peso, el Emisor decidió meterle el acelerador a la política monetaria.

3 de mayo de 2002

Las recientes decisiones de la Junta Directiva del Banco de la República de continuar bajando las tasas de interés y recomprar los papeles de deuda pública que tiene en su poder y que vencen este año, confirman el compromiso de esta entidad de mantener, al menos en el corto plazo, una amplia liquidez en la economía. En la reunión del 12 de abril, en una decisión sin precedentes, la Junta redujo en un punto porcentual (100 puntos básicos) sus tasas de intervención, para reducir el costo de financiamiento (fondeo) de los bancos comerciales cuando piden o reciben recursos del Emisor e inducir, de esta manera, una reducción de las demás tasas de interés de referencia del mercado. El resultado fue inmediato. La DTF está hoy en los niveles más bajos de su historia.



Dos semanas más tarde, la Junta confirmó que reemplazaría con nuevas compras de títulos TES, los papeles de deuda pública que están en manos del Emisor y que vencen este año. Las compras de los títulos comenzarán antes de lo acostumbrado en otros años, con lo cual se garantiza que este año no habrá una contracción monetaria por esta vía. Este anuncio también tuvo resultados inmediatos. Ese mismo día, todas las tasas de TES en el mercado secundario cayeron entre 12 y 18 puntos básicos, excepto los rendimientos de los TES de largo plazo que presentan una fuerte inflexibilidad a la baja por la expectativa de un próximo canje de bonos yankees por TES.



Las medidas recientemente adoptadas por el Emisor están en línea con la tendencia internacional de relajar la política monetaria para contrarrestar las tendencias recesivas de la economía en entornos de baja inflación. De hecho, precisamente por esta razón y porque las condiciones cambiarias actuales así lo permiten, el Banco está siendo más laxo con su política de expansión monetaria. Un contraste grande con 1998 cuando, bajo condiciones similares, la política aplicada por el Banco fue totalmente restrictiva, lo cual en esa oportunidad reforzó las tendencias recesivas de la economía. No obstante, a juicio del Emisor, no había alternativa. En ese momento, los intereses externos estaban altos, el déficit en cuenta corriente era del orden de -5,4% del PIB, la inflación aumentaba alrededor de 17% anual y la tendencia del déficit fiscal era hacia el alza. Estas condiciones sembraban el terreno para un posible desmadre cambiario, con lo cual el relajamiento de la política monetaria habría inducido una masiva fuga de capitales.



Hoy sí hay espacio



Varios factores han incidido para que el Banco de la República mantenga una política expansiva en línea con la tendencia internacional. De hecho, las recientes medidas no son nuevas en el sentido de que ya se han presentado numerosas reducciones en las tasas de intermediación del Banco desde diciembre de 1998. Una adecuada política monetaria es una condición necesaria para que la economía repunte, pero no es suficiente ante la persistencia de severos desbalances, como la baja demanda de los hogares, el elevado desempleo, el desajuste en las cuentas del gobierno y una lenta recuperación de la demanda externa.



Por lo pronto, estos factores son los que inciden para que al menos en el corto plazo el Banco mantenga su política expansionista.



1. El entorno internacional es favorable a una reducción en las tasas de interés. En la medida en que la tasa de interés internacional tiende a bajar, la medida de propiciar una caída en las tasas de interés doméstica tiene menos probabilidad de fomentar una fuga de capitales.



2. La inflación muestra una clara tendencia a la baja. En efecto, la inflación anual al consumidor en marzo de 2002 fue de 5,9%, una cifra inferior en 0,8 puntos porcentuales al valor observado el año anterior. Este comportamiento viene acompañado de una reducción global en la tasa de inflación. De hecho, este año, el ritmo con que aumentan los precios al consumidor en el mundo será el más bajo en cuatro décadas: 1,3% en los países industriales y 5,8% en los países en desarrollo.



3. La tasa de cambio muestra estabilidad. A pesar de la tendencia a la revaluación nominal de la tasa de cambio, el mercado cambiario presenta estabilidad y el precio de la divisa está lejos de dispararse. Incluso si la tasa de cambio retoma su tendencia a la devaluación, como lo señalan los fundamentales de la economía, el entorno de baja inflación implicaría que el pass-through o el efecto de la devaluación sobre los precios será menor.



4. El déficit en cuenta corriente es manejable. Esta variable se ubicará en cerca de -2,5% del PIB al finalizar el año. Esto implica menores necesidades de financiamiento externo, menores entradas de divisas por este concepto y menores presiones sobre los precios de la divisa.



5. No se esperan sorpresas en cuanto a la política fiscal. El déficit fiscal consolidado, que alcanzó -3,6% del PIB en el 2001, se reducirá levemente este año, pero en ningún escenario se espera que se salga de control.



Estas condiciones que han sustentado la decisión del Banco de aplicar una política anticíclica, podrían cambiar en pocos meses. De hecho, para que la actual política monetaria sea sostenible, el gobierno entrante tendrá que restaurar, tan pronto se posesione, la credibilidad del país en materia de sostenibilidad fiscal. Si no lo hace, lo más probable es que las condiciones de estabilidad cambiaria y de precios que la sostienen actualmente cambien, lo cual haría inminente un giro en la política monetaria.



El debate de Echeverry



Sin embargo, Juan Carlos Echeverry, director de Planeación Nacional (DNP), no está satisfecho con el papel que el Banco ha jugado en la recuperación económica. Para Echeverry, la excesiva preocupación del Banco por la tasa de inflación es una de las razones que más han influido sobre el bajo crecimiento económico y el desempleo. De hecho, desde el año pasado, Echeverry sugirió modificar de 6% a 7% la meta de inflación para el 2002 y atacó a la Junta del Emisor por no considerar y debatir su propuesta. El director del DNP considera que disminuciones de dos puntos porcentuales en el nivel de inflación, como la que tendrá lugar este año, son muy costosas en términos de crecimiento económico y empleo. De hecho, las califica como más onerosas que una inflación de 20%.



Esta posición abre el debate sobre los efectos que habría tenido una meta de inflación más alta para este año. La respuesta es incierta. Lo único claro es que los contratos y salarios de la economía se habrían negociado con una tasa de inflación esperada mayor, lo cual, de haberse mantenido la tendencia descendente de la inflación, se habría traducido en mayor desempleo y en mayores salarios reales. El debate queda abierto.