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Petróleo, los efectos

En un nuevo entorno de precios del petróleo, el balance para el país puede ser bueno, siempre y cuando se tomen las decisiones adecuadas.

20 de agosto de 2004

Resuelta por ahora la incertidumbre sobre las tasas de interés en Estados Unidos y el futuro político de Venezuela, el tema energético gana de nuevo relevancia en la región.

La mayoría de las proyecciones de precio del petróleo coincide en señalar que la demanda de crudo se mantendrá elevada en los próximos meses, movida en particular por las necesidades de generación de energía en China, y que los aumentos de oferta estarán localizados en regiones políticamente inestables como Venezuela e Iraq. Con estos hechos, las cotizaciones internacionales seguirán oscilando entre US$35 y US$40 por barril hasta el final del año, sin descartar picos ocasionales en el rango de US$50 a US$60 por barril.

Muchos observadores piensan que en 2004 se inició una nueva fase caracterizada por mayores precios y más volatilidad, que solo se revertirá si las petroleras logran mejoras sustanciales en la explotación de este recurso limitado. Incluso, algunos economistas proponen aprovechar el nuevo escenario para establecer un impuesto permanente a la gasolina en los países desarrollados que encarezca definitivamente el combustible. Esto demoraría el inicio del declive en la producción mundial de petróleo (que comenzaría en 40 ó 50 años en escenarios pesimistas) y desarrollar métodos más eficientes de explotación, así como fuentes alternativas de energía.

Por lo pronto, con precios cercanos a los US$40 por barril para lo que resta del año, economistas como los del CSFB prevén que el crecimiento del PIB global se reducirá este año en 0,3 puntos porcentuales frente al escenario básico del Fondo Monetario Internacional (FMI), de 4,6%. El alza se transmitirá al producto por la reducción en el consumo, las ganancias y la inversión de las empresas. Además, aumentaría la inflación global 1,1 puntos porcentuales sobre el escenario del FMI, de 1,7% para las economías avanzadas y 5,7% para las emergentes.

El cambio no será uniforme. Las regiones más golpeadas en crecimiento serán Estados Unidos (-0,5 puntos), China (-0,5 puntos) y Asia pero sin Japón (-0,7 puntos). En este último grupo están Corea e India, importadores netos de crudo, que se verán sensiblemente afectados.

En el otro extremo del espectro, el beneficio para los países exportadores dependerá del uso que le den al producto de la bonanza. Así, por ejemplo, Rusia -que aumentó su producción petrolera en 80% desde 1995- transformará el enorme apoyo que recibirá su balanza de pagos, en una sustancial mejora para sus cuentas fiscales, porque tiene bien establecido un fondo de estabilización.

La bonanza podría verse reforzada por flujos de capital. La desaceleración del crecimiento en Estados Unidos alejó la posibilidad de aumentos abruptos en las tasas de interés en ese país (la Reserva Federal le atribuyó la disminución en la actividad económica del segundo trimestre al aumento de los precios del crudo). Y, además, en escenarios de incertidumbre energética, los bonos ganan atractivo frente a las acciones. Ambos efectos favorecerían la compra de deuda de los países emergentes petroleros políticamente más seguros.



Opciones de inversión

Para Colombia, el nuevo escenario petrolero trae cambios importantes. De una parte, con el mercado venezolano fortalecido, se puede esperar que se mantenga el auge de las exportaciones a ese país. Este año se venderán al menos US$900 millones, 31% más que en 2003. No obstante, para fortalecer su posición política, el gobierno de Caracas puede estar tentado a manejar subsidios o programas de gastos que inducirían problemas de competencia con los cuales los empresarios nacionales tendrían que aprender a vivir. Los mayores ingresos de los ecuatorianos también pueden generar una oportunidad de exportaciones, siempre que la inflación allí se mantenga y la revaluación colombiana no se acentúe.

De otra parte, con un precio promedio del barril de US$40, Colombia recibirá US$80 millones adicionales por sus exportaciones de crudo en lo que resta del año y las utilidades de Ecopetrol estarán cerca de $1,6 billones, que superan los $1,08 billones que la Nación presupuesta recibir en 2004 para cubrir su déficit fiscal. Así podría acomodar en el presupuesto algo más de gasto social o militar.

Sin embargo, el país tiene que decidir el mejor uso para los nuevos recursos. Algunos, como el ex presidente del ISS Héctor Cadena, sostienen que los aumentos de precios en productos minerales deberían destinarse a cubrir el faltante de pensiones del ISS, que valdrá $3,7 billones en 2005 y no a nuevo gasto. Otros, como la Asociación Colombiana del Petróleo, señalan que para mantener la producción, Colombia debe invertir al menos US$100 millones para hacer los estudios sísmicos iniciales de algunos bloques que luego puedan ofrecerse a firmas de exploración. Otros más, en el gobierno, piensan que Ecopetrol debería embarcarse en un proyecto de refinación de crudo en Cartagena, que vale US$806 millones y que debería apoyar el sector de petroquímica nacional, que quedaría en dificultades sin un suministro de esa naturaleza.

Todos los proyectos tienen pros y contras que se deben estudiar, pero hay que tomar una decisión pronto porque tal vez sea la última vez que se pueda decidir sobre los ingresos de una bonanza petrolera.



Los sustitutos

Los precios altos abrirán un espacio al desarrollo de fuentes alternativas de energía. La política de desmonte de subsidios a la gasolina continuará, como una forma de evitar subsidios regresivos. Por eso, se reducirá la demanda del combustible y eventualmente la de servicios de transporte aéreo y terrestre si suben las tarifas. Pero, además, se favorecerá la conversión de los vehículos de transporte público a gas.

Según datos de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), hay cerca de 39.000 vehículos convertidos a gas, 9.000 más que al inicio de 2004. Con este ritmo, se superaría la meta de 90.000 vehículos convertidos en 2010. El gas se vende por el 52% del precio de la gasolina. Además se despejará el futuro para la producción de gashol, que comenzará en septiembre del año próximo.

En balance, las noticias son buenas para Colombia. Pero no se puede perder de vista que Colombia no es un país petrolero con todas las credenciales. Si no hay nuevos descubrimientos, tiene sus días contados en ese mercado: en 2006 comenzaría a comprarles crudo a los asociados de Ecopetrol y en 2009 volvería a ser importador neto.