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Perimetral de Oriente: Un tesoro escondido en Cundinamarca

La Perimetral de Oriente se puede convertir en un catalizador de turismo, agroindustria y deporte extremo. Se podría repetir el modelo de las fincas cafeteras, pero con un concepto más campestre.

9 de diciembre de 2016

Cuando se presentó en sociedad el ambicioso programa vial 4G, se pensó que el contrato Perimetral de Oriente, en Cundinamarca, para rehabilitar una vía de 153 kilómetros entre Cáqueza y Sesquilé, era un ‘golazo’ que le había metido un gobernador de Cundinamarca al gobierno nacional.

En otras palabras, que por influencia política se había incluido este corredor en este importante programa vial cuando había otras prioridades en el país, como terminar en doble calzada el corredor Bogotá-Buenaventura o construir un segundo túnel de La Línea, para citar solo dos ejemplos. Y esa percepción no era gratuita.

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El tráfico promedio diario (TPD) en esta vía es de 3.700 vehículos, muy distante de otras vías más grandes y con mayores necesidades. Por ejemplo, en la vía Bogotá-Girardot el TPD está sobre los 20.000 vehículos. Otro factor crítico es que este corredor, aunque su nuevo asfalto puede soportar el paso de vehículos de carga, no está pensado para tal propósito debido al alto número de curvas y la estrechez en algunos sectores.

Dinero recorrió esta vía y evidenció que algunos sectores tienen un tráfico muy bajo. Sin embargo, también es claro que cuenta con un gran potencial agroindustrial, turístico e industrial de la zona. En otras palabras, se trata de una vía que puede llegar a inducir o atraer un tráfico cautivo. Esa es una de las diferencias con otras vías ya saturadas y que piden ampliaciones a gritos, como las ya citadas.

Por ejemplo, a diferencia de lo que muchos creen, Guasca tiene termales y un potencial muy grande para productos orgánicos. Cada ocho días se organiza un mercado de mermeladas y otros productos con amplio apetito en mercados locales e internacionales. La Calera ha venido desarrollando una industria asociada a los spa y centros de belleza de alto turmequé. En Sopó prosperan las empresas de lácteos de todas las escalas y tamaños. A lo largo del corredor también hay una industria creciente de flores y follajes, así como fincas dedicadas a la avicultura. Ni hablar de Choachí con sus termales, clima y parajes naturales.

La concesión, a cargo de la constructora más grande de Israel, Shikun & Binui, tiene muy presente que entre más atractivo se haga el corredor, aumentará el tráfico y los ingresos a la compañía. Ese fue uno de los motivos por los cuales los israelíes ‘reclutaron’ al ingeniero Armín García. Este profesional trabajó varios años en Odinsa y desde allí fue el responsable de estructurar el mismo ambiente de inversión y turismo en las Autopistas del Café. Hoy este corredor es reconocido en Colombia y el mundo por las bellas fincas cafeteras y los atractivos turísticos como los parques, el mariposario y la práctica de deportes extremos.

“Este es un tesoro escondido o perdido de Bogotá. En este corredor es posible desarrollar un turismo en donde los turistas lleguen, duerman en una casa campesina y en la mañana se levanten con el sonido de un gallo y ordeñen una vaca”, comentó García.

La inversión en esta vía parece muy alta hoy: $1,6 billones para un trayecto que no tendrá un solo kilómetro en doble calzada. Pero si se mira desde otra perspectiva y se cumple con todas estas expectativas de crecimiento y desarrollo, nadie se atreverá a decir en un futuro que el arreglo de esta vía fue un error. El que sí parece un yerro es no haber pensado en incluir una doble calzada entre La Calera y Patios, pero esa es una responsabilidad del Gobierno y del concesionario actual.

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