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Durante su visita a Londres, el presidente Juan Manuel Santos dijo que si cumplía con la mayor parte de sus objetivos no aspiraría a la reelección. El problema es que ninguno alcanza a estar listo en cuatro años.

Política

No hay segundo malo

El atraso que viven las principales locomotoras indica que Santos va a tener que ir por la reelección, si quiere cumplir con sus promesas.

12 de diciembre de 2011

Como una especie de Déjà vu, el tema de la reelección presidencial está otra vez de moda. La razón: las declaraciones del presidente Santos durante su viaje a Londres, en donde dijo que si cumplía con la mayor parte de sus objetivos no aspiraría a la reelección. La frase, interpretada por algunos miembros del gobierno como un llamado a meterle el acelerador a fondo a sus tareas, para otros no fue más que un tímido destape del mandatario sobre su deseo de continuar en el poder.

La verdad es que todo para Santos está servido en bandeja. Por un lado, es la primera vez que un Presidente en Colombia tiene la posibilidad constitucional de ser reelegido sin necesidad de modificar la Carta Política. La experiencia de los países que tienen esa figura demuestra que sus mandatarios siempre le apuestan a un segundo periodo. En Estados Unidos, por ejemplo, todos los presidentes han sido reelegidos, salvo excepciones como Gerald Ford, George Bush padre, Jimmy Carter y Lyndon Johnson.

Así, Colombia no tendría por qué ser la excepción. Pero hay otro elemento que hace pensar que Santos irá por cuatro años más. El Presidente necesita tiempo para prender los motores de sus locomotoras, hoy parqueadas en una desolada estación.

Por el lado de la infraestructura, difícilmente le alcanzará un periodo para dejar a punto el desmadre vial del país. Según los presupuestos de los especialistas, de acá a 2014 será necesario invertir poco más de $40 billones –provenientes del Estado y el sector privado– para rehabilitar y construir las vías que necesita el territorio nacional, especialmente para atender los retos que traerá el TLC con Estados Unidos y un eventual recrudecimiento del invierno.

El tema del empleo también obligaría al Presidente a prolongar su estadía en la Casa de Nariño. En campaña, el entonces candidato Santos prometió generar 2,5 millones de empleos y formalizar 500.000 trabajos adicionales. Y, aunque según el Dane el desempleo bajó a un dígito, las cifras del subempleo siguen disparadas.

A eso habría que sumarle que a estas alturas la ejecución presupuestal de la Nación no llega al 40%. ¿Qué pasó con Colombia Humanitaria para atender la ola invernal, ¿qué va a pasar con la reforma a la educación, ¿funcionará la ley de víctimas, ¿cómo va a tocar al país la crisis económica mundial?... Son preguntas que, para ser consecuentes con los anuncios de Santos, no se resolverán en los tres años que le quedan de mandato.

Pero tal vez el interrogante más difícil de responder es el relacionado con el futuro de las Farc, el paramilitarismo y el narcotráfico. Aunque no se pueden desconocer los exitosos golpes contra la guerrilla, para nadie es un secreto que podría venir una nueva etapa de violencia en el país, producto de la atomización dentro de las Farc y del resurgir de bandas de delincuencia común y ex paramilitares. Para hacerle frente a esa amenaza latente, un periodo no será suficiente.

Son muchas apuestas y todas de largo aliento. El Presidente lo sabe, como también sabe que tres años no son suficientes.