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Mercados en calma

La caída de los precios del petróleo cambió las perspectivas de la economía mundial. Hoy son mejores que hace tres meses. Los inversionistas están aprovechando.

27 de octubre de 2006

La recuperación de los mercados financieros en el mundo, desde la crisis de mayo y junio pasado ha sido extraordinaria. No solo han repuntado los precios de las acciones, como se puede observar por los índices Dow Jones y S&P, que están en niveles récord, sino también los precios de los bonos, algo que hasta cierto punto resulta contradictorio, pues no es posible tener simultáneamente un rally en los mercados de acciones y de bonos.

De otra parte, los precios de la deuda pública de los países emergentes también se ha recuperado, aunque a un ritmo más lento, lo cual, sin embargo, no preocupa a los inversionistas en la medida en que sienten que el buen desempeño de la economía global se reflejará eventualmente en el comportamiento de estos papeles. De hecho, algo de esto se está viendo en los últimos días.

Pero, ¿por qué el cambio? ¿Qué llevó a los inversionistas a creer nuevamente en los mercados?

Lo cierto es que, desde la crisis de mayo hasta ahora, se han presentado dos hechos que en su momento nadie pensaba podrían darse.

Por un lado, el precio del petróleo, que trasnochaba a los banqueros centrales en todo el mundo, se redujo 20% en dos meses. Esto, por supuesto, relaja las presiones inflacionarias, pero también impacta favorablemente los bolsillos de los consumidores. En Estados Unidos, solamente, en septiembre, los consumidores gastaron en gasolina US$3.700 millones menos que en septiembre de 2005. En otras palabras, la caída de los precios de la gasolina está liberando más efectivo para que los consumidores compren otros bienes y servicios, lo cual llega en un momento en el que precisamente la gran amenaza de la economía de Estados Unidos es el impacto que la caída del mercado de la vivienda pueda tener sobre la capacidad de consumo de los hogares.

Qué pase con esto es crucial, ya que son los consumidores los que van a determinar, en últimas, si la economía de Estados Unidos entra en recesión o si simplemente se desacelera. Una caída del consumo en este país, el mercado más grande del mundo, afecta de manera directa al resto del globo.

Hasta junio, la tendencia al alza en la inflación era la preocupación fundamental de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal. Aunque Bernanke estaba consciente del inevitable enfriamiento del mercado de la vivienda en Estados Unidos y de las implicaciones que esto podría tener sobre todo desde la perspectiva de los consumidores, sabía que si las presiones inflacionarias persistían, no podía darse el lujo de permitir que la inflación se saliera de control y que, por tanto, debía actuar por medio de nuevas alzas en las tasas de interés, aunque esto significara golpear aún más a los consumidores.

Para fortuna del presidente de la Fed, los precios del petróleo cayeron y quedó resuelta por tanto, al menos en el corto plazo, su mayor preocupación, la de la inflación. Ahora, aunque de cualquier forma debe estar vigilante, su mayor preocupación se centra en el mercado de la vivienda y en el impacto que esta caída pueda tener sobre la economía.

A este respecto, las opiniones están divididas. Los optimistas, entre quienes está Bernanke, opinan que la caída de los precios de la vivienda no debería tener un efecto muy grande sobre el consumo, en la medida en que la relación entre el efecto riqueza de la vivienda y el gasto de los consumidores es igual a la de cualquier otro tipo de riqueza, por ejemplo, la de acciones. Si esto es así, cuando suben los precios de la vivienda, aumenta la prosperidad de las personas y en respuesta a esta mayor afluencia, rápidamente aumenta el consumo. Por el contrario, cuando se reducen los precios, el consumo cae, para compensar la pérdida de riqueza.

Por el otro lado, sin embargo, están quienes piensan que la reducción de los precios de la vivienda tiene un impacto superior al que podría tener la reducción de los precios de cualquier otro activo, simplemente porque los hogares estadounidenses han venido financiando su excesivo consumo con deuda, respaldada en el mayor valor de la vivienda.

De hecho, de acuerdo con Alan Greenspan, ex presidente de la Fed, y James Kennedy, un economista de esta entidad, los retiros por cuenta de las hipotecas, es decir, la cantidad de dinero que la gente retira de sus viviendas con la ayuda de mayor deuda, ha crecido 10% en los últimos años.

Adicionalmente, un estudio reciente de Christopher Carroll, Misuzu Otsuka y Jirka Slacalek parece sustentar esta hipótesis, pues establece que un aumento de US$100 en la riqueza de la vivienda en Estados Unidos podría disparar el gasto en US$9, mientras que un aumento similar en los precios de las acciones aumentaría el gasto en US$4. Esto se debe a que existe la posibilidad de que la gente se endeude más al sacar hipotecas más grandes.

Pero hasta el momento pocos propietarios de finca raíz se han visto afectados, a pesar de que los precios promedio de la vivienda están 1,7% por debajo de lo que estaban el año pasado. Hay que tener en cuenta además que los precios están 22% por encima de su valor de hace tres años y 40% por encima de hace cinco años.

Las apuestas

En medio de este debate, los inversionistas en acciones le están apostando a que la economía va a seguir creciendo a tasas moderadas, mientras que los tenedores de bonos creen que la burbuja de la finca raíz se va a reventar con un gran impacto sobre la economía. Ambos, sin embargo, no pueden tener la razón.

Los últimos datos parecen darles la razón a los inversionistas en acciones.

Tanto el gasto en consumo, como los pedidos de bienes de capital, la construcción empresarial y la actividad industrial andan bien. De igual forma, los mercados laborales en Estados Unidos aún están fuertes y mientras esto sea así, el gasto de los consumidores tendrá respaldo y la amenaza de la caída del mercado de la vivienda es menos preocupante. Para los mercados, los datos de empleo son una señal de que la Fed no va a recortar los intereses.

Desde la perspectiva de los mercados emergentes, como el colombiano, las apuestas de entidades como el Crédit Suisse son por un fortalecimiento de los papeles de deuda pública y una reducción de los spreads.