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Obama tiene la facultad para subir el límite de endeudamiento, pues la decimocuarta enmienda de la Constitución ordena el cumplimiento de la deuda soberana sobre cualquier otro gasto. Sin embargo, no lo quiere hacer de forma unilateral.

Internacional

La prueba de fuego

A menos de 15 días de cumplirse el plazo para elevar el techo de deuda de Estados Unidos, el Congreso continúa sin llegar a un acuerdo para evitar el default. ¿Cuál es el plan B de Obama?

22 de julio de 2011

Ni la amenaza de un posible incumplimiento de deuda, ni las advertencias de las calificadoras de riesgo sobre una posible rebaja en la nota han servido para que demócratas, republicanos y Gobierno se pongan de acuerdo sobre la mejor forma de enfrentar la crisis fiscal estadounidense. Al cierre de esta edición, el Congreso votaba una propuesta republicana para recortar el gasto y así respaldar el necesario plan del presidente Barak Obama para incrementar el límite de la deuda en US$2,4 billones. Esa suma se adicionaría a los US$14,3 billones, que es el techo actual, pero que solo alcanza hasta el próximo 2 de agosto, de ahí el afán de Obama por lograr esa adición.

A diferencia de Colombia, donde junto con la ley de presupuesto de cada año se aprueba el endeudamiento necesario, en Estados Unidos se debe tramitar en dos proyectos separados. Aunque es un proceso relativamente rutinario (la última ampliación fue en febrero de 2010, cuando se agregaron US$1,9 billones), esta vez se complicó de cara a las elecciones de 2012. Los republicanos no quieren perder votos al cambiar su política de evitar alzas de impuestos y promover rebajas; al tiempo que los demócratas insisten en defender el gasto social, para lo cual se requiere recaudar más y subir tributos, en particular a los más ricos.

Precisamente los republicanos consideran que son los ricos los que generan empleo y por eso no se les debe gravar más, pero otra cosa piensa su contraparte y, de hecho, en la búsqueda de consensos, el presidente Obama se reunió el 18 de julio en la Casa Blanca con varios multimillonarios (Bill y Melinda Gates, Warren Buffett, Mark Zuckerberg y George Lucas, entre otros), quienes firmaron una “promesa de donación”, con la idea de legar a la beneficencia la mayor parte de su fortuna. La idea es que evidencien su compromiso de contribuir a la sociedad y a la economía.

Pese a esto, y a que Obama anunció su veto a la propuesta republicana de condicionar el aumento del límite del endeudamiento a un ajuste presupuestal, la votación que se hacía al cierre de esta edición, estaba promovida por las fuerzas más conservadoras de los republicanos –partido que tiene el control del Congreso–, entre los que está el llamado Tea Party. Su idea es que se apruebe una enmienda constitucional, cuyo lema es cut, cap and balance (recortar, limitar y balancear), para que tan pronto como suba el endeudamiento se recorte el gasto, se limiten futuros desembolsos y se balancee el presupuesto.

Las lecciones

Independientemente de las posiciones políticas, todo indica que a última hora se logrará un acuerdo, pues a nadie le interesa que Estados Unidos llegue a una cesación pagos, situación que sería catastrófica para su economía y para la del mundo entero.

Prueba de ello es que ni los papeles de deuda (Tesoros) ni las acciones se han derrumbado, y siguen en niveles mayores a los de un mes atrás. Se han golpeado más las acciones emergentes, que no han tenido un buen año por la incertidumbre frente a Estados Unidos y Europa (las acciones colombianas se han desvalorizado más de 14% en lo corrido de 2011).

Sin embargo, la coyuntura actual sí ha servido para dejar lecciones. La primera, según el profesor de economía de la Universidad de Ohio, David McClough, es que la sola posibilidad de la cesación de pagos demuestra que la deuda estadounidense no está libre de riesgos, como se cree popularmente.

La segunda lección es mencionada por el también académico Michael Goldberg, de la Universidad de New Hampshire, y es que asociar el debate sobre el techo de la deuda a una negociación sobre el presupuesto federal es irresponsable, “pues son dos problemas diferentes. Subir el límite de endeudamiento le permitirá al Gobierno pagar por un gasto que ya ocurrió, mientras que las reformas del gasto y de impuestos, aunque son necesarias, se deben llevar a cabo de manera separada”, explica.

A raíz de esta situación, Moody’s, también considera que el proceso de ajustar el límite de endeudamiento en el Congreso crea una “incertidumbre periódica” sobre la capacidad de Washington para cumplir sus obligaciones y por eso le recomendó al Gobierno eliminar ese proceso.

A recuperar la reputación

Aunque el presidente Obama tiene la facultad para subir el límite de endeudamiento –pues la decimocuarta enmienda de la Constitución ordena el cumplimiento de la deuda soberana sobre cualquier otro gasto–, no lo quiere hacer de forma unilateral. Su interés es llegar a un plan consensuado y creíble de ajuste fiscal con el Congreso, que calmaría a los mercados y a las calificadoras de riesgo.

De hecho, al cierre de esta edición, Obama respaldó una propuesta de un grupo llamado ‘La banda de los 6’, conformado por congresistas de ambos partidos, y cuya idea es recortar progresivamente la deuda a futuro en US$3,7 billones, al tiempo que se realiza un aumento de impuestos y una reducción de gastos, lo que podría destrabar las negociaciones.

Laura González, profesora de finanzas y economía de la Universidad de Fordham en Nueva York, opina que, si bien los mercados aún no están golpeados, históricamente caen más en los meses de otoño y por eso es necesario recuperar pronto la credibilidad de la economía del Tío Sam.

González también se cuenta entre quienes creen que el acuerdo se va a lograr así sea a última hora, tal como ocurrió con la reforma a la salud, y que la clave estará en conseguir votos republicanos que no sean tan conservadores como los del Tea Party.

Mientras eso sucede, la volatilidad será la reina y activos como el oro, que se considera un refugio, seguirán al alza. El metal dorado está a precio de oro. El 19 de julio marcó un máximo histórico, al cotizarse por encima de los US$1.600 por onza.