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El salario mínimo es más aceptado como una herramienta política que como una realidad económica. Hoy es la mejor forma de decir que se lucha contra la creciente desigualdad. | Foto: Bloomberg

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El salario mínimo no disminuye la pobreza ni aumenta el bienestar general

Los dos mayores sindicatos en Colombia comenzaron la negociación con peticiones de 9% a 10% (CGT) y de 12% (CUT). Le explicamos cuáles son los mitos del salario mínimo y qué efectos tienen sobre la pobreza y el bienestar de la población a largo plazo.

Daniel Niño Tarazona
23 de noviembre de 2015

Muchos formuladores de política pública en el mundo han acogido recientemente la idea de establecer en sus países un salario mínimo y David Neumark, economista experto en mercado laboral y profesor de la Universidad de California, lo interpreta como una reacción política por el fuerte aumento en la desigualdad en el mundo. Señala que es una forma de indicar a los votantes que se está haciendo algo en la materia y es una vía de hacerlo con muy bajo costo. A su vez, genera menos resistencia que subir impuestos a los ricos o aumentar el gasto en los más pobres cuando hay tanta polarización frente a la política fiscal en países como Estados Unidos.

Neumark señala que las evidencias sobre el funcionamiento correcto del salario mínimo son mixtas. En sus trabajos ha usado la diversidad de criterios que hay en estados de Estados Unidos porque muchos usan políticas diferentes que permiten comparar una decisión en un sentido y sus resultados frente a una decisión en sentido contrario, en lugar de quedarse en hipotesis de qué habría pasado si se hubiera hecho algo diferente. Al comparar el efecto en estados que optaron por políticas salariales diferentes, su investigación ha tratado de identificar cuánta pobreza o desigualdad reduce el salario mínimo y cuánto desempleo genera.

Las evidencias que ha encontrado Neumark apuntan a que quienes tienen menos habilidades como las personas jovenes, aquellas con menos oportunidades de formación y los mayores adultos son más proclives a perderse una oportunidad laboral cuando hay un mayor salario mínimo. Sin embargo, en un país como Estados Unidos los perdedores son un porcentaje relativamente bajo de la población y el sector informal está más asociado con los indocumentados.

La regulación siempre tiene costos agrega Neumark a Dinero, puede implicar pérdidas de empleos, pero no por eso debe dejar de hacerse regulación. Por lo mismo dice que el hecho de que el salario mínimo sacrifique empleo no debería ser una razón para no establecerlo. Lo anecdótico, reconoce, es que el salario mínimo es concebido muchas veces como un mecanismo para ayudar a las familias de más bajos ingresos, como una herramienta para reducir la pobreza y en este caso la evidencia no indica que genere los efectos deseados por las autoridades.

En parte existe el sofisma de que la forma de mejorar los ingresos de las familias es vía decretar salarios cuando la realidad es que eso se hace aportando a las personas capacitación y desarrollo de habilidades y competencias, de forma que la familia en general tenga acceso a más oportunidades.

Las reflexiones de David Neumark son más relevantes en la coyuntura actual de Colombia. En el país ha coincidido una alta inflación con una importante desaceleración, y ahora con mayores tasas de interés el panorama empeora. Responder a esta situación con un muy alto aumento salarial, en lugar de mejorar las condiciones de los trabajadores, puede empeorarlas. El siguiente gráfico sugiere que la generación de empleos pierde altura y la destrucción de empleos viene en ascenso.



Fuente: DANE, construcción DINERO

A diferencia de los resultados de Neumark para Estados Unidos, la población afectada por el salario mínimo es alta en Colombia. En un mercado donde más del 81% de la población está en edad de trabajar pero donde cerca del 49% de la población ocupada es informal, la mitad del empleo no termina siendo regulado por las normas que lo rigen y el bono demográfico, contar con población joven apta para producir, termina siendo una falacia.

Los sindicatos que dicen defender al trabajador colombiano deberían ser cuestionados en cuanto a que una muy alta proporción de población de muy bajos ingresos termina quedándose sin voz y representación en las reivindicaciones laborales. Para esas personas que no tienen protección social ni normas que les apliquen, las conquistas de los sindicatos a veces resultan ser mayores talanqueras para su formalización.

La discusión no es nueva en el país, pero ahora que se dice se va a apuntar a la innovación, no se debería quedar enfrascada en la retribución salarial. Tangencialmente la mesa de concertación salarial abarca los aspectos relacionados con productividad, pero urge que en las discusiones se incluyan aspectos modernos que importan al trabajador y que coinciden con el interés del empresario. Aspectos como el bienestar y calidad de vida involucran tanto elementos de capacitación, formación, entrenamiento que consolidan las oportunidades laborales del trabajador como a los relacionados con la flexibilidad horaria, los beneficios familiares y los acuerdos especiales que significan el reconocimiento a la importancia de la persona y de su vida familiar y social.