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El desplome de los mercados

La caída de los mercados, aunque esperada, no deja de generar un gran malestar entre los inversionistas. Hacia adelante, las señales no son claras y lo único cierto es la volatilidad.

26 de mayo de 2006

Para quienes siguen de cerca los mercados, ver caer el índice de la Bolsa de Colombia por encima del 4% o 5% cada día, el peso desvalorizarse a pasos agigantados, y los TES perdiendo valor no es una experiencia agradable. Mucho menos, si se tiene en cuenta que durante casi 30 meses, la sensación era totalmente la contraria; los índices no dejaban de subir.

Tanto antes como ahora muchas razones buscan explicar lo que está pasando. Sin embargo, la única pregunta válida es si esta tendencia reciente de los mercados es permanente o si tan solo se mantendrá por unas pocas semanas. Infortunadamente, son más los que piensan que se mantendrá y que incluso las cosas podrían empeorar. ¿Qué pasó?

Desde hace dos años, cuando en junio de 2004, la Reserva Federal de Estados Unidos empezó con su política de incrementos graduales, pero continuos de las tasas de interés de corto plazo, los mercados financieros habían estado atentos al impacto que esos aumentos podrían tener sobre las demás tasas de interés. En especial, sobre los rendimientos de los bonos de largo plazo del Tesoro de Estados Unidos, ya que son los que marcan la pauta en todos los mercados.

Para sorpresa de todos, analistas, inversionistas y la misma Fed, nada pasó. Mientras que las tasas de corto plazo subieron de 1% a 4,75% en 14 sesiones de la entidad, los rendimientos de los bonos de largo plazo se mantuvieron inalterados, tanto que las tasas de corto y las de largo plazo llegaron a ser iguales. Esto, a pesar de los crecientes déficits fiscal y de cuenta corriente de Estados Unidos y de la desvalorización del dólar en ese mismo período.

Solamente este año empezó a darse una reacción en las tasas de largo plazo y particularmente después del más reciente incremento que tuvo lugar en la sesión de la Fed de mayo que llevó la tasa de corto plazo a 5%. La razón, además de la poca credibilidad que como nuevo presidente de la Reserva Federal aún tiene Ben Bernanke ante los mercados, es el nerviosismo que existe en los inversionistas con respecto a la inflación tanto en Estados Unidos como en Europa. Si esta variable sigue creciendo, como de hecho lo reflejaron los datos de abril en ambos casos, las tasas de interés necesariamente seguirán subiendo, lo que a su vez afectará el precio de los activos. Esta realidad cambió el sentimiento de los mercados en los que hasta hace muy poco, el consenso era que, a partir de mayo, la Fed haría una pausa en su política de incrementos.

Pero no solo la inflación asusta a los inversionistas. El crecimiento de las economías de Estados Unidos —superior al previsto— y el de algunos países de la zona euro refuerzan la probabilidad de nuevos aumentos.

Aumenta la percepción de riesgo

Durante los años de bajas tasas de interés, los inversionistas redujeron su aversión al riesgo y les apostaron a los mercados emergentes. La plata llegó, las bolsas crecieron y se sintió la prosperidad en la medida en que la abundante liquidez mundial llevó a la reducción de las tasas de interés en casi todos los países.

Desde la perspectiva de los gobiernos, el auge de los emergentes fue excelente. No solo los spreads de los bonos soberanos, que a su vez están determinados por los bonos del Tesoro eran bajos, sino que los inversionistas llegaban sin hacer muchas preguntas. Lo único importante era el rendimiento y hubo una gran oportunidad de hacer ganancias extraordinarias.

No obstante, ante la perspectiva de altos intereses en Estados Unidos, Europa y Japón, la plata se está saliendo de los países emergentes con el consecuente impacto sobre las monedas y las bolsas. En Colombia, el peso, que llevaba varios años anclado, se ha desvalorizado rápidamente y las acciones, que cada día marcaban un nuevo récord, se desplomaron. Los papeles de deuda del gobierno, TES y yankees, por supuesto no se han quedado por fuera de esta caída. Incluso, los precios de los productos básicos están cayendo.

Qué hacer

Ante esta nueva realidad, lo importante es estar muy consciente de lo que está pasando y por qué. Las cuentas de ahorro y los fondos a la vista e incluso el dólar, que se veían como inversiones poco atractivas hace pocas semanas debido a su bajo rendimiento, hoy están al orden del día. Por supuesto, cuando aumenta la aversión al riesgo, como sucedió con el desplome de las bolsas a comienzos de la primera década de este siglo, cualquier rendimiento por bajo que sea es mejor que la pérdida del capital.

Qué hacer con la plata en este momento es algo bien difícil de contestar. Salirse de las inversiones en un momento de caída de los mercados es quizás la peor estrategia. Pero, si por ejemplo, el aumento del precio del dólar frente al peso colombiano sigue en ascenso y se quiere de todas maneras tener esta inversión, es mejor correr el riesgo y comprar ahora que seguir esperando que vuelva a bajar.

En el tema de las acciones, la decisión puede ser bien diferente en la medida en que la experiencia muestra que los mercados accionarios se caen, pero que al cabo de un tiempo se recuperan. De hecho, incluso en estos días, con la misma facilidad que han caído se han recuperado. En otras palabras, la volatilidad que estará presente en los mercados de todas formas ofrece grandes oportunidades. Claro está que cuando las acciones están sobrevaloradas —como era el caso de muchas acciones en Colombia—, no solo hay que tener paciencia pues puede tomarse un tiempo, sino tener suerte.

En el caso del gobierno, la devaluación del dólar y el aumento de los spreads de la deuda y por ende de los intereses es algo que debe mirarse con mucha cautela. Por fortuna, el gobierno prefinanció lo que tenía previsto para este año y en este sentido no tiene que salir a los mercados a pagar lo que ellos quieran cobrarle. No obstante, el buen momento no se aprovechó para hacer las reformas pendientes y el déficit del gobierno central sigue siendo muy alto y hay que financiarlo.

El gobierno aún tiene por colocar TES por $4,4 billones este año, lo cual —frente a la situación actual de gran aversión al riesgo de estos papeles por las pérdidas millonarias para sus tenedores en estos días— dificultará el acceso a la financiación y presionará las tasas de interés al alza.