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EL 2007

¿Podrá la economía colombiana mantenerse al margen de la crisis política y seguir creciendo por encima del 5% anual? Todo indica que sí.

7 de diciembre de 2006

Las cifras son contundentes. El crecimiento de la economía colombiana bordeará este año el 6%, el nivel más alto de la última década. Por donde quiera que se mire, la actividad económica está desbordada. La construcción crece por encima del 17% anual, en tanto que el comercio al por menor se expande al 8% y la actividad industrial al 6,6%.

De otra parte, por el lado de la demanda, hacía muchos años que la economía no veía un comportamiento como el registrado en 2006. Mientras que la inversión crece a tasas del 17,3% y se ubica en niveles cercanos al 25% del PIB, el consumo privado crece al 5,2% y el público al 3,4%.

Desde la perspectiva del comercio exterior, las cosas también van bien. Las exportaciones impulsadas por el crecimiento de la economía mundial crecen al 7,7%, mientras que las importaciones registran el valor más alto de la historia, superior a los US$25.000 millones.

Los indicadores de confianza tanto para la inversión como para el consumo que miden las encuestas de Fedesarrollo son favorables. De hecho, las condiciones sociopolíticas y económicas para la inversión están en su nivel más alto de los últimos años, incluso superiores a las existentes en 1994, cuando se registraron altos niveles de inversión.

¿Qué podría entonces aguar la fiesta?

A corto plazo, sin duda, la crisis, causada por los vínculos entre políticos y paramilitares. Qué tanto pueda esto incidir en el comportamiento de la economía depende de su profundidad y sobre todo de si conduce al cuestionamiento de las instituciones y, en particular, de la Presidencia.

Hasta el momento, los indicadores económicos no se han visto afectados y tanto el mercado de deuda pública, así como el de acciones y el de la tasa de cambio se comportan normalmente, con las oscilaciones típicas de cualquier mercado.

De hecho, cuando se compara la situación política actual con la de enero de 1996, cuando se inició el proceso 8.000 se observa que su impacto sobre la economía es muy diferente.

En esa oportunidad, apenas el país conoció el tema de los narcocasetes y del involucramiento de los funcionarios del gobierno con dineros del narcotráfico para la financiación de la campaña a la Presidencia, la confianza de los inversionistas se vino al piso. En la situación actual, hasta ahora, no ha sido el caso.

Incluso en el nivel internacional, muy pocos analistas han hecho referencia a la crisis o le están dando alguna relevancia para el comportamiento de la economía.

A mediano plazo, sin embargo, las cosas no son tan claras.

La solución a los problemas macro de tipo estructural que tiene el país, como el desequilibrio de las cuentas fiscales, depende de la gobernabilidad del Presidente y de su capacidad de convencer al Congreso de sacar adelante las reformas pendientes, tal como las requiere el país.

En este frente, los consensos que el país esperaba después de las elecciones legislativas de marzo, no se están dando. Por el contrario, cada vez es mayor la división en el Congreso y menor el apoyo al Presidente. La reciente crisis no ha hecho más que agravar esta situación.

Lo que viene

Para poder analizar lo que viene el año entrante, es preciso partir de los supuestos de que la crisis política se supera y de que no incide en el desempeño de la economía. Bajo estas condiciones, 2007 será un año bueno, muy parecido a 2006, aunque con un crecimiento ligeramente inferior.

Esto es posible, gracias a unas condiciones externas favorables, en la medida en que se espera un buen crecimiento de la economía mundial, a pesar de la desaceleración de la economía de Estados Unidos. El mundo es hoy menos dependiente de la economía de este país, y su crecimiento está siendo liderado más por razones internas de los países que por las ventas de productos al exterior, en especial a Estados Unidos.

La liquidez mundial es buena y se refleja en unas tasas externas de largo plazo que se mantienen en niveles muy bajos, pese a los aumentos en las tasas por parte de la Reserva Federal e, igualmente, en la reducción de los spreads de riesgo país de los países emergentes.

En el nivel interno, las condiciones son también muy buenas. La construcción, el comercio y la industria seguirán jalonando el crecimiento económico, a la vez que la demanda agregada mantendrá su dinamismo, gracias a la confianza de los consumidores e inversionistas en la economía.

Todo esto se dará en medio de un entorno de aumento gradual de las tasas de interés por parte del Banco de la República, con miras a mantener la inflación bajo control.

El ritmo de la cartera de crédito no es sostenible, en particular la de consumo, y la alta utilización de la capacidad instalada podría eventualmente presionar los precios al alza.