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Economía en problemas

La economía está casi paralizada por la falta de confianza y el proceso electoral. Para repuntar, se requiere una fuerte dosis de acciones generadoras de confianza.

17 de mayo de 2002

Faltan unos pocos días para las elecciones presidenciales del 26 de mayo y la economía colombiana muestra preocupantes señales de debilidad y estancamiento en su ritmo de crecimiento. Diversos indicadores líderes de actividad real, como el crecimiento de la producción industrial y el comercio al menor, señalan que la economía está creciendo a tasas muy bajas, incluso por debajo del 1,67% registrado en el último trimestre del año pasado.



Estos hechos reducen las posibilidades de alcanzar la meta oficial de crecimiento para el 2002, fijada entre 2,5% y 3% del PIB, y subrayan la necesidad de un choque positivo de confianza para que el producto retome una senda de crecimiento elevado y sostenido. En el logro de este resultado será fundamental tanto la decisión electoral que próximamente tomaremos los colombianos en las urnas, como la calidad de las acciones emprendidas por la nueva administración.



Señales de estancamiento



El comportamiento de la industria, el comercio, las importaciones y la caída en las expectativas de los empresarios muestran que la economía sigue sin querer recuperarse, a pesar del dinamismo que han mostrado actividades como la construcción y la venta de vehículos.



Las cifras hablan por sí solas. La tasa de crecimiento anual de la producción industrial (sin trilla de café) volvió a entrar en territorio negativo en febrero, al alcanzar -0,53%. Según el Dane, en lo corrido del año a febrero, los sectores que más contribuyeron a esta menor producción fueron las industrias editoriales, hierro y acero, y confecciones. A su vez, los sectores que más crecieron fueron la producción de vehículos y autopartes. Estos desalentadores resultados industriales han incidido sobre el consumo de energía, cuyo ritmo anual de crecimiento es poco dinámico ya que aumentó apenas un 2% anual al finalizar abril.



El pobre desempeño de la industria se explica por una caída en la demanda interna, pero también porque los mercados internacionales, en especial Estados Unidos y, en menor medida, Venezuela, han reducido su demanda por productos colombianos. De hecho, las exportaciones totales registraron una contracción de 7,73% entre enero y marzo frente al mismo periodo del año anterior. Este comportamiento se explica por una caída de 13,06% de las tradicionales y de 3% en las no tradicionales. La variación acumulada de las ventas externas totales a marzo registró una disminución de 6,9%, producto de un aumento de 3,8% de las no tradicionales y una caída de 17,9% en las ventas tradicionales.



Por su parte, el comercio minorista, sin combustible, aumentó 2,58% en febrero frente al mismo mes del año anterior, jalonado en su mayor parte por el buen comportamiento de la venta de vehículos. La variación anual acumulada se ubicó en 2,24%, un crecimiento decepcionante.



A su vez, las importaciones, en particular las de bienes de capital, se han desacelerado notoriamente. En los últimos 12 meses a febrero, las importaciones totales crecieron un 6%, mientras que a finales del año pasado venían aumentando a una tasa cercana a 10% anual. Y el crecimiento acumulado de las importaciones de bienes de capital viene reduciéndose: la variación en los últimos 12 meses a febrero alcanzó 18,4%, cuando venían creciendo un 30% anual en diciembre.



Los resultados de las diversas encuestas a los empresarios y los consumidores confirman esta tendencia de estancamiento durante el primer trimestre del año. De una parte, los resultados a marzo de la Encuesta de Opinión Empresarial (EOE) de Fedesarrollo muestran un desempeño poco dinámico de los indicadores de actividad industrial y comercial. En la encuesta conjunta con Fenalco, se observa un deterioro en los niveles de pedidos y ventas, lo cual se ha traducido en una mayor acumulación de los inventarios y en una menor utilización de la capacidad instalada, cuyo nivel llegó a 65,8% en febrero, el más bajo en los últimos 12 años.



De otra parte, los resultados más recientes de la Encuesta de Confianza de Consumo que realiza Fedesarrollo, correspondientes al mes de abril, confirman que el consumo es cada vez más débil. De hecho, las respuestas muestran que la percepción de los consumidores empeora y las expectativas sobre las condiciones económicas se deterioran.



En contraste, la actividad constructora de vivienda goza del impacto positivo de las políticas del gobierno dirigidas a reactivar el sector. En los primeros meses del año se ha observado un desempeño más dinámico de los préstamos aprobados a los constructores y en las licencias para construcción.



Por tanto, con excepción de los sectores de la construcción y vehículos, los indicadores de actividad económica presentan un panorama de estancamiento. Además, sugieren problemas de dinamismo de la demanda, con la permanencia del alto nivel de desempleo.



Se busca confianza



El bajo nivel de actividad económica del primer trimestre y la expectativa de una modesta tasa de crecimiento para el 2002, estimada en 1,8% por Dinero, obedecen a una serie de factores, algunos ya mencionados más arriba, entre los cuales se destacan los siguientes:



* La persistencia del choque externo que significó un deterioro en las condiciones externas, producto de un entorno internacional frágil. Este choque implica una menor demanda externa por los productos nacionales y unos menores precios por commodities o bienes primarios, como el café. De hecho, como se mencionaba antes, la actividad exportadora muestra señales claras de desaceleración.



* El deterioro del orden público. Esta situación tiene efectos negativos directos sobre el crecimiento económico y afecta la confianza en la medida en que incrementa las expectativas de la intensificación de la violencia.



* La persistencia de un alto nivel de desempleo que afecta la demanda de consumo. La mayor inseguridad laboral deprime el gasto de los hogares. De hecho, el desempleo nacional se ubicó en 15% en marzo. En las trece principales ciudades, el desempleo es de 17,7% en el mismo mes. El consumo de los hogares crece a una tasa de casi 1,6% anual.



* El alto nivel de endeudamiento de algunas empresas y familias. Como consecuencia del exceso de endeudamiento privado de los años 90 para financiar un mayor consumo, los agentes se encuentran recomponiendo sus balances. Como resultado, se observa una reducción en la demanda de crédito y un temor generalizado a endeudarse. De hecho, la encuesta de Fedesarrollo señala que las empresas y familias tienen un gran incentivo a pagar deuda en lugar de incrementar su gasto y que un 76% de los agentes en marzo aseveraron no querer demandar recursos de crédito al sector financiero.



* Este entorno se ve magnificado por el ciclo electoral. Las elecciones debilitan el clima de inversión privada, tanto nacional como extranjera. Los inversionistas prefieren esperar a que se defina el rumbo que tomará el país en materia de política económica antes de embarcarse en nuevos proyectos productivos y de exportación.



En general, la economía está casi paralizada por una enorme falta de confianza que deprime el consumo y la inversión privada, tanto doméstica como internacional. En este contexto, la política monetaria expansiva ha resultado poco efectiva como mecanismo reactivador de la economía en el corto plazo.



Por su parte, la política fiscal no ha podido ser activa en un entorno de desaceleración por el nivel y el rápido crecimiento de la deuda pública en los últimos años, cuyo monto representó 47,8% del PIB a diciembre de 2001, y el todavía alto déficit del gobierno central de 5,8% del PIB. De hecho, una expansión fiscal para reanimar la economía generaría dudas sobre la capacidad del gobierno de recortar y ajustarse cuando la economía vuelva a crecer. En otras palabras, en estos momentos el gobierno nacional no cuenta con la credibilidad necesaria para aplicar una política fiscal anticíclica. Por tanto, para no deteriorar aun más la confianza, es necesario continuar el proceso de consolidación fiscal y buscar otras fuentes de crecimiento.



¿Qué esperar?



La economía colombiana continuará mostrando resultados desalentadores en el primer semestre del año. En el segundo semestre, se podrían presentar varios factores positivos que reanimarían un poco el ritmo de crecimiento, como una mayor demanda por productos colombianos por parte de Estados Unidos debido a su recuperación económica.



Pero, sin duda, lo más importante para la recuperación sería un cambio positivo en la confianza de los inversionistas y consumidores. En este sentido, es necesario que el nuevo gobierno tenga la capacidad para avanzar en la solución de la situación de orden público. Además, un área donde el nuevo gobierno puede actuar y de manera expedita es en el frente fiscal. El país necesita despejar de una vez por todas las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública mediante la continuación del proceso de saneamiento de las finanzas públicas. En este sentido, sería de la mayor importancia que durante los primeros meses del nuevo gobierno se aprueben una reforma pensional que le devuelva la viabilidad financiera al sistema público y una ley de responsabilidad fiscal que recobre la credibilidad en el manejo de este muy importante instrumento macroeconómico.



El recuadro ofrece una mirada a los factores que están incidiendo sobre el pobre ritmo de crecimiento actualmente observado y determinarán el rumbo durante el 2002. Sin duda alguna, el nuevo mandatario y las políticas que adopte serán fundamentales para cambiar el destino de la nación.