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Foto: Campesinos/Getty.

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La actividad campesina cada vez pierde más adeptos en Colombia

Las dificultades para vender su producción, el bajo acceso a internet y las malas condiciones de las vías de acceso a sus territorios, son solo algunas de las razones por las cuales la actividad campesina está perdiendo adeptos.

18 de septiembre de 2017

¿Se quedará el campo sin manos para trabajar?

Esa es la pregunta que la mayoría de personas se hacen luego de conocer una nueva investigación de la firma de consultoría en Big Data y analítica Sinnetic titulado  la “Confianza del pequeño productor colombiano”.

En este informe se analizó la percepción, imaginarios, creencias, expectativas del sector rural productivo y la oportunidad que supone el posconflicto.

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Para este análisis se tuvo en cuenta la opinión de 433 productores agrícolas con menos de 5 hectáreas productivas de papa, frutas, tomate, maíz, café, cebollas, frijol y/o arroz.

Estos cultivos están distribuidos en las principales geografías del país como Antioquia, Cundinamarca, Norte del Valle Cauca, Eje Cafetero, Santander, Boyacá, Nariño, Cauca, Córdoba, Tolima, Huila y Meta.

Uno de los aspectos más preocupantes del informe es que cada vez son menos los agricultores colombianos que están satisfechos con su labor en el campo.

De hecho, en la versión de este año del informe se evidencia que de la totalidad de los campesinos encuestados solo el 8% está conforme y a gusto con la actividad que realiza.

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Lo grave del asunto es que el inconformismo es una tendencia creciente, puesto que en el 2015 un 26% de los campesinos manifestó que estaba conforme con su trabajo y en el 2016 ese mismo indicador cayó a 11%. ¿Qué está pasando en el campo entonces?

Pues bien, el director ejecutivo de Sinnetic resume que “la tierra está perdiendo cada vez más su valor”.

El informe destaca que parte del problema deriva en que las instituciones facilitadoras de crédito no aceptan las tierras o fincas como garantías para el otorgamiento de crédito.

“Teniendo en cuenta que la obtención y mantenimiento de tierras son los principales orgullos del agricultor, resulta poco motivante encontrar que los bancos no tomen este activo como garantía trasmitiendo un mensaje de deterioro de valor de la tierra”, añade.

A lo que se suma la “dificultad para vender la producción, el bajo acceso a internet desde el campo y las malas condiciones de las vías de acceso, aspectos en los que hay que trabajar para incrementar la productividad del campo”, añadió.

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Del mismo modo argumenta que la estructura comercial que intermedia la entrega de producto a compradores finales, así como los precios de transacción, se perciben poco productivos y rentables para los campesinos.

Justamente, el porcentaje de los agricultores más insatisfechos consideró que estos factores están provocando que el campo pierda mano de obra valiosa.

El trasfondo de este asunto es que frente al inconformismo casi generalizado, es muy posible que las nuevas generaciones tiendan a replicar estos conceptos y decidan migrar.

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Con lo cual surge inmediatamente el interrogante frente al número de personas que trabajarán la tierra en los próximos años en el marco del posconflicto en el país.

Básicamente el reto es enamorar a la generación de los millennials, es decir, jóvenes que en la actualidad tienen entre 21 y 34 años de edad, de la actividad campesina. La tarea no será nada fácil.

A continuación, les presentamos cómo ha sido la variación de los diferentes ‘detonadores’ del inconformismo entre 2016 y 2017.