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"Los objetivos de la bolsa pueden no ser los mismos de los comisionistas o de los accionistas". Mauricio Botero, presidente de Corredores Asociados.

Cambio de molde

El retiro del presidente de la Bolsa de Valores de Colombia abrió la discusión sobre la conveniencia de mantener la representación gremial de los corredores en el Consejo Directivo de esa entidad.

12 de octubre de 2004

El cambio en la presidencia de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) podría resultar más profundo que la modificación de un nombre en la tarjeta de presentación de una de las empresas más rentables del país. Sería el comienzo de un cambio en la operación del mercado de capitales nacional. ¿Será una exageración? Para muchos, no lo es.

El fondo del problema es que un grupo de corredores pide que la persona que reemplace a Augusto Acosta en la presidencia de esa entidad, represente abiertamente los intereses gremiales de los comisionistas. Eso parece una aspiración normal, si se considera que ellos son dueños de algo más del 90% de esa sociedad anónima que se conformó en 2001 para unificar las tres bolsas que operaban en Colombia, y que en sus estatutos está previsto que realice una gestión gremial.

Otros temen que si la BVC se ocupa de esos temas, se podrían presentar conflictos de interés con otros agentes del mercado y se desvirtuaría el papel de esa entidad: mantener la integridad del mercado de valores. En buena parte, el retiro de Augusto Acosta obedeció a diferencias sobre el tema de la representación gremial.



Por qué renunció Acosta

Antes de la conformación de la BVC, la comunicación entre las tres bolsas y su interlocución con el gobierno era muy difícil. Era una relación de "perros y gatos", ilustra el presidente de Suvalor, Emilio Echavarría.

La conformación de una sola bolsa facilitó la comunicación, pero arrancó con una discusión amarga. Los corredores de Bogotá apoyaron a Acosta, para conseguir que la bolsa sancionara a la firma de Medellín Interbolsa, por prácticas que consideraban inadecuadas. En últimas, la sanción no fue tan fuerte como esperaban los bogotanos y el presidente acabó en el peor de los mundos, sin la amistad de Interbolsa y con el resentimiento de los capitalinos.

Después de eso, la administración de la bolsa empezó a operar de una manera que algunas firmas de corredores consideraron lesiva para sus intereses. En particular, dicen, Acosta se apoyó en dos miembros externos del Consejo, Juan Camilo Vallejo, de Fiducor, y Luis Fernando Alarcón, de Asofondos, el gremio de los fondos de pensiones, para mantener la orientación de su administración. Otras sentían que no se avanzaba en los temas de administración con la velocidad requerida. Señalaban que no se había resuelto el problema de las caídas en los sistemas electrónicos de transacciones y que no se atendían con celeridad acuerdos del Consejo, como la contratación de abogados o las tareas de lobby. "Se sentía muy fuerte y no le obedecía al Consejo", dijo desde el anonimato el presidente de una firma de corretaje que no está en el Consejo Directivo. "Dividió a todo el mundo y estaba reinando", dijo uno de los vicepresidentes de otra firma de Medellín.

En ese ambiente hostil, a mediados de septiembre, por fuera de las sesiones del Consejo, los representantes de los corredores le pidieron la renuncia al presidente y Acosta aceptó retirarse. El 13 de octubre, ya en una reunión del Consejo, los corredores impusieron su mayoría (son 5 de 9) y formalizaron la dimisión. El proceso no dejó satisfecho a todos. "La función de nombrar y remover el presidente es del Consejo y no de un grupo de personas", se quejó Alarcón, refiriéndose a la actuación de los comisionistas en septiembre.

Ahora, después de la renuncia de Acosta, que se hará efectiva en febrero, hay un acuerdo bastante extendido entre las firmas comisionistas en el sentido de pedir que el nuevo presidente les obedezca incondicionalmente a los corredores del Consejo.



Conflicto de interés

Si son los accionistas mayoritarios de la sociedad y las normas lo permiten, ¿por qué no pueden gobernarla como quieren? Una respuesta la ofrece Alarcón. Dice que la BVC pasó de ser una bolsa mutual, centrada en los negocios de los corredores, para convertirse en una empresa administradora de cinco plataformas de transacciones por las que pasa todo el mercado público de valores. "Algunas firmas no tienen total claridad sobre lo que esto significa", agrega. Explica que si bien son los mayores accionistas de la bolsa, tienen además la calidad de ser sus clientes, lo cual requiere una conciliación de intereses que se deben aclarar.

En el MEC (Mercado Electrónico Colombiano), explica, un corredor debe ser tratado de igual forma que cualquier otro agente que concurra a este sistema de transacción. La bolsa en este caso no puede actuar como representante gremial, sino como administrador de la red y debe ser imparcial.

Gabriel Taboada, ex superintendente de Valores, recuerda que con la conformación de la BVC se obligó a las tesorerías de entidades públicas, de fondos de pensiones, fondos de cesantías y otros agentes, a transar por bolsa. La presencia de terceros en el mercado obliga a que las decisiones de esa entidad no privilegien a los corredores. "En eso no se pueden equivocar los comisionistas", dice. En buena parte, el crecimiento de la bolsa obedeció a la entrada de estos agentes, que hoy generan cerca del 50% de sus ingresos. "La bolsa es buena para todos, incluyendo a los comisionistas, si aumenta el volumen de transacciones", añade Taboada.

Otros insisten en que la BVC debería aumentar la independencia de los miembros del Consejo para dar ejemplo sobre los estándares de gobierno corporativo que pretende exigir a las empresas emisoras de valores y para respetar a los inversionistas y a los accionistas minoritarios. Recuerdan que la Bolsa de Nueva York aprobó un estatuto que deja la totalidad de la junta en manos de directores externos (ver recuadro) y un mal antecedente: que en la conformación del Consejo en 2001, todos los directores externos propuestos por los corredores tenían vínculos cercanos con ellos.



Lo que sigue

La conformación de un gremio de corredores lleva años en discusión y se ha desechado varias veces. Por ahora, algunos corredores como Ricardo Arango, presidente de Ultrabursátiles, piensan que la función gremial se podría mantener en la bolsa en una primera etapa y luego se podría sacar como una entidad independiente. Advierte, sin embargo, que un gremio duplicaría innecesariamente funciones con la bolsa y además si no funcionara, "sería complicadísimo desmontarlo".

Por su parte, Emilio Echavarría señala que la posibilidad de conflictos de interés quedó eliminada en buena medida desde cuando se crearon una Cámara Disciplinaria y un Rector del Mercado independientes de la administración de la bolsa. Por eso, opina que la bolsa puede hacer a la vez labores gremiales y administrativas.

Por su parte, Mauricio Botero, presidente de Corredores Asociados, considera que el gremio debería estar fuera de la bolsa. "Los objetivos de la bolsa pueden no ser los mismos de los comisionistas o de los accionistas", afirma.

Clemente del Valle, superintendente de Valores, es cauto ante el tema. "En muchos temas gremiales, tal vez en la mayoría, los intereses de los corredores coinciden con el mercado. En otros, de pronto, no", dice. Sugiere estudiar con cuidado los mecanismos para resolver los conflictos y garantizar el adecuado funcionamiento del mercado.

Por lo pronto y para establecer el nuevo rumbo de la bolsa y de su estructura de gobierno corporativo, en la tercera semana de noviembre se reunirán los comisionistas en Rionegro para revisar su plan estratégico. Solo en ese momento se verá el desenlace real de este tema. La discusión de fondo está por darse.