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Aportes pequeños, grandes beneficios

La responsabilidad social empresarial es la oportunidad perfecta para que las pyme del país ganen competitividad. No se trata de caridad ni de filantropía, sino de establecer relaciones que estimulen el desarrollo.

1 de octubre de 2004

La vida del empresario pyme está llena de dificultades. Su día a día es una avalancha de obligaciones para conseguir capital, vender, mercadear y crecer, actividades que ocupan su tiempo y recursos al límite. Entonces, ¿es mucho pedir que también sean socialmente responsables? Algún empresario pequeño podría decir: "¡la responsabilidad social es solo para empresas grandes con capital, nuestra prioridad es sobrevivir!", con mucho sentido, pues incluso el empresario pyme se ve obligado en ocasiones a recortar su sueldo para pagar la nómina del mes. Sin embargo, esta visión filantrópica de responsabilidad social es totalmente errada y nubla su potencial.

La idea no es donar dinero, montar una escuela o un instituto de beneficencia, lo cual no siempre está al alcance de una pyme. Por el contrario, la responsabilidad social implica un concepto más amplio en el cual el objetivo es mantener buenas relaciones con cada uno de los grupos de interés que rodean a la empresa, como clientes, proveedores, Estado y comunidad. Para las pyme, este esfuerzo se limita a cumplir los criterios mínimos de respeto y calidad con estos grupos (ver gráfico). Esto es suficiente para que sean empresas activas en responsabilidad social con un gran impacto en el desarrollo.

Camilo Gutiérrez, director del Centro Colombiano de Responsabilidad Social -CCRE-, ilustra con claridad el tema, "muchas veces, responsabilidad social no implica hacer cosas, sino dejar de hacerlas", argumenta. Es decir, no es necesario realizar grandes donaciones a la comunidad cuando lo importante es no afectarla con las operaciones industriales; no se requieren programas intensivos de apoyo a los empleados sino pagarles sueldos justos y respetar sus derechos legales; no se necesitan grandes líderes sociales que no paguen impuestos, etc. Por ejemplo, las pyme del país son excelentes para atraer y motivar el recurso humano, pero tienen dificultades en formalizarlo. Aquí se requiere que las empresas cambien su concepción de la responsabilidad.

Roberto Solarte, director del equipo Rethos, de la Universidad Javeriana, tiene un programa diseñado para cumplir este objetivo. Para Solarte, en Colombia hay pyme socialmente responsables, y también, grandes dificultades para que puedan serlo. "El gran esfuerzo es que la pyme entienda el valor de formalizar aquello que hace todos los días pues sin saberlo muchas de ellas son verdaderos ejemplos", explica. Por ello, en una alianza con Confecámaras, el equipo Rethos ha puesto en marcha una metodología para que las pyme puedan evaluar su relación con el entorno y, como tal, su posición en la sociedad. La CCRE y la facultad de Administración de la Universidad Externado de Colombia, en cabeza del profesor Gustavo Yepes, también trabajan en el tema.

La medición y la formalización de los impactos sociales son fundamentales. Luis Perera, socio de la firma PricewaterhouseCoopers en Chile y autor del libro Reporte social: un cuarto estado financiero básico, adelanta una campaña en América Latina para que las empresas cuantifiquen sus impactos sociales. Su publicación explica cómo medir la generación de valor y cómo se distribuye en los distintos grupos de interés. Esto es clave en el caso de las pyme, como lo afirma Perera: "pedirles cuentas sobre su actividad social es en últimas dignificarlas e incentivar su desarrollo". Entonces, vista la actividad social como un marco de referencia en que es posible mejorar la relación de la pyme con su entorno le permite mejorar como empresa. Es decir, para la pyme, responsabilidad social es sinónimo de buena gerencia.



Estrategia para competir

Los beneficios que trae la responsabilidad social a una empresa grande se aplican también a las pyme, como mayores ventas, fidelidad de los clientes, motivación de los empleados, capacidad para atraer inversión y mejor reputación, entre otras (ver Dinero, edición No. 196). Pero sobre todo se ha convertido en una exigencia de mercado. Catalina García, de la firma Llorente & Cuenca, resalta estos beneficios y la necesidad de mostrar una conducta responsable para competir tanto en los mercados internos como externos.

En Colombia es evidente cómo las compañías están exigiendo criterios sociales a sus proveedores pyme. Empresas nacionales como ISA, Indupalma y Carcafé, e internacionales como Gas Natural y Novartis, son apenas algunos ejemplos. ISA adopta una estrategia integral en gestión social, impulsa iniciativas regionales de desarrollo y viene promoviendo cadenas productivas y pyme que compartan sus valores. Novartis, una de las 30 empresas que recientemente adhirieron al Pacto Mundial de las Naciones Unidas que incluye 10 principios en materia de derechos humanos, trabajo y ambiente, tiene establecidos procesos para que sus proveedores pyme cumplan estos principios. Jorge Arévalo, gerente general de la compañía, explica que mediante capacitación, diligenciamiento de cuestionarios y visitas frecuentes garantiza que se cumplan sus estándares. Como estos casos, se espera que las empresas del país sean cada vez más estrictas, dada una tendencia en los mercados internacionales a exigir que toda la cadena productiva, incluyendo las pyme, cumpla estándares internacionales de responsabilidad social corporativa.



Exigencia en los mercados externos

Pero cuando las pyme se arriesgan a competir en los mercados externos, la exigencia se hace más palpable. Aquí hay ejemplos en todos los sectores, en confecciones, energía y alimentos, entre otros. Uno muy representativo es de las flores. Como el producto siempre ha tenido una clara vocación exportadora, las empresas del sector tuvieron que emprender proyectos para asegurar el mejor trato con el recurso humano y el ambiente, la única alternativa para ingresar a los exigentes mercados externos. Así nacieron, con el liderazgo de Asocolflores, los programas Cultivemos la Paz en Familia, para mejorar las relaciones familiares y sociales de los trabajadores, y Flor Verde, que garantiza excelentes prácticas ambientales y laborales en las empresas.

En sus cuatro años de funcionamiento, Cultivemos la Paz en Familia ha llegado a cerca de 30.000 trabajadores, en su mayoría población rural femenina, mejorando la comunicación en sus familias. En Flor Verde participan más de 140 empresas, 33 de ellas certificadas por la SGS de Suiza, entidad que avala los procedimientos internos del programa. Una de las empresas certificadas es Flores Suasuque en Sopó, una empresa mediana de la familia Vélez, donde operan ambos programas. Como explica su director, Ernesto Vélez, gracias a Flor Verde se han reducido ostensiblemente el uso de agroquímicos y la producción de residuos no biodegradables y se ha mejorado el manejo de las aguas. Estos logros se extienden a las demás empresas que lo componen.

Muchas pyme del país han entendido la necesidad de trabajar en el tema. La comercializadora internacional de frutas Caribbean Exotics es un buen ejemplo. Esta pyme exporta el 95% de su producción a Europa y Canadá, gracias a una preocupación constante por sus proveedores. En este esfuerzo, la empresa ya obtuvo la norma ISO9000 y está en el proceso de obtener la EurepGap, que reconoce las mejores prácticas agrícolas y abarca toda la cadena desde el productor hasta el consumidor. Ana Gabriela Mejía, gestora del proyecto, basa su estrategia de responsabilidad social en colaborar con las familias rurales que le surten el producto en Antioquia. Entre otras garantiza la venta de sus productos, tanto los que clasifican para exportación como los que no, y colabora con asesoría en producción y subsidios de transporte. Esto no es usual en estas empresas, lo que les ha permitido crecer. Para Caribbean, trabajar con la comunidad y su gente le ha dado muy buenos resultados.



Oportunidad de oro

Ya sea como una estrategia de productividad o como una reacción para competir en los mercados internos y externos, es claro que la responsabilidad social sí les concierne a las pyme. El temor que siempre ha despertado la responsabilidad social es la creencia de que consiste en regalar dinero. El país necesita unas pyme cada vez más conscientes de su papel en la sociedad. Llegó la hora de rendir cuentas sobre el impacto en el desarrollo, una oportunidad única que no se puede dejar a un lado.