Home

País

Artículo

César Augusto Corredor Velandia, Director Programa de Economía de la Universidad de La Salle. | Foto: Cortesía.

NACIÓN

El precio del conflicto armado vs. el precio del posconflicto

Dos expertos presentaron en la Universidad de la Salle nuevos análisis para identificar los beneficios del fin del conflicto y su relación con la economía.

6 de diciembre de 2014

Una de las grandes discusiones que está presente en el análisis de economistas, políticos y del público en general es cómo se van a financiar todas las actividades que implicará el desmonte, el desarme y la reinserción de los alzados en armas.

En los diferentes foros organizados por la Universidad de la Salle expertos han manifestado sus ideas acerca de los compromisos que se vienen para Colombia en materia económica.

En ese contexto, Kishore Gawande de la Escuela de Administración de la Universidad de Texas y Gustavo Hernández de la Dirección de Planeación Nacional han analizado la relación entre crecimiento económico y conflicto armado. A pesar de ser trabajos desarrollados de manera separada, los dos revelan elementos en común.

“En primer lugar, en los casos de conflicto interno en países emergentes, Gawande plantea que hay por lo general un problema de búsqueda de rentas asociada a materias primas que él ha documentado para zonas conflictivas como la frontera entre India y Pakistán. En el caso de Colombia esto se evidencia en la fuerza que tienen los grupos armados en regiones donde hay extracción de petróleo”, explica César Augusto Corredor Velandia, Director Programa de Economía de la Universidad de La Salle.

En segundo lugar, Gawande plantea la importancia que tiene el papel del Estado como articulador y regulador de las relaciones que se dan entre los agentes que se van a desmovilizar y el resto de la sociedad. En este punto hay costos políticos que el gobierno colombiano ha venido asumiendo.

“Sin esa condición de la articulación del Estado, el fin del conflicto es un imposible. Incluso, se requiere un mantra que consiste en resistir, resistir y resistir”, señala el académico.

En tercer lugar esa resistencia tiene un objetivo y es el fortalecimiento y el reconocimiento de las instituciones como condición necesaria para el crecimiento. El conflicto afecta de forma importante este principio básico de convivencia y de seguridad para crecer, como también lo hace la corrupción, el desorden administrativo o la falta de justicia.

Sin embargo, Gawande señala que este es el principal efecto de lograr acabar con el conflicto armado porque la reconstrucción del Estado y la recuperación de su legitimidad generan un impacto tan grande sobre el comportamiento de la economía que ese efecto positivo, enorme, y permanente es mucho más grande que los costos mencionados previamente.

“A las conclusiones de Gawande es necesario agregar las de Gustavo Hernández y otros investigadores de la Dirección de Planeación Nacional quienes utilizan diferentes mediciones para determinar el impacto que tiene el conflicto armado sobre el crecimiento de la economía colombiana. Lo hacen contabilizando el efecto del conflicto sobre la productividad y la acumulación de factores. Según los métodos econométricos y el modelo de equilibrio general utilizados, la economía colombiana podría crecer del orden de 1,8 puntos porcentuales adicionales a su promedio actual que refleja su producto potencial, es decir, que en lugar de crecer 4,5%, podría crecer algo más de 6%. Un porcentaje mucho más acorde con la aspiración de reducir el desempleo, incrementar el bienestar y la equidad en el país”, asegura Corredor.

Según Hernández esto sería equivalente a los recursos que se necesitan para construir medio metro de Bogotá anualmente, reducir la pobreza en 5 puntos porcentuales, incrementar la tasa de inversión del actual 29% a 32%, también representa tres veces lo que se requiere para financiar el programa de asistencia Familias en Acción y triplicaría el presupuesto del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA).