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Al fin, ¿cuántos ocupados hay?

Las cifras del Dane muestran una caída en la ocupación que no concuerda con los datos de crecimiento económico. ¿Dónde está el problema?

13 de octubre de 2006

Los debates sobre las estadísticas del Dane se han vuelto frecuentes. A veces, no tienen mucho sentido, como ocurrió con la diferencia entre sus datos de producción industrial y los de la Andi, que miden cosas diferentes. Otras veces inquietan, como cuando se usó en el censo de población una metodología que no ha sido probada en el mundo. Ahora el más reciente, sobre la validez de las cifras de ocupación, parece indicar que en algún momento el Dane se equivocó.

El Dane debe cuidarse, más que del debate, de no tener listas las explicaciones para esas diferencias. Si bien no debería entrar en la controversia del manejo económico, debe convencer a los analistas con el propósito exclusivo de preservar su activo más importante: la credibilidad.

El caso del empleo
¿Qué pasa con el empleo en el país? En este momento, muy pocos lo saben. Las estadísticas oficiales son contradictorias. Mientras los datos del PIB a junio muestran que la producción crece claramente por encima del 5%, los más recientes registros del Dane sobre el mercado laboral revelan una caída muy notoria en la ocupación.

La oficina de estadísticas reportó que la tasa de ocupación —relación porcentual entre la población ocupada y la población en edad de trabajar— se ubicó en 49,7% en agosto. La cifra disparó las alarmas de los analistas económicos en todos lados, porque no solo fue menor que la de agosto de 2005 (52,7%), sino que la de agosto de 2001 (52,6%), cuando el país apenas comenzaba a salir de la crisis de fin de los 90. Así visto, el dato se salía de las proporciones normales. "Una baja tan fuerte del empleo no es consistente con un crecimiento sostenido que se está dando desde hace tiempo en la economía", señaló Stéfano Farné, director del Observatorio Laboral de la Universidad Externado de Colombia.

Hay más. Las cifras del Dane mostraban que entre julio y agosto se habían perdido 658.000 empleos en el país. De ellos, cerca de 330.000 estaban en el sector agropecuario. Esto generó más comentarios de malestar, empezando por los del propio ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, que señaló cómo a pesar de que el PIB agropecuario creció poco (0,48% hasta junio), no veía claro por qué el campo podría haber sido un destructor de empleos tan grande. Si bien hubo retrocesos en las áreas sembradas de papa y algodón, el resultado le parecía exagerado.

La reducción de la ocupación tampoco encontró muchas explicaciones en el lado de Planeación Nacional. "No tenemos claro qué está pasando", dijo el martes 3 de octubre Carolina Rentería, directora de esa entidad. Reiteró la independencia del Dane y la necesidad de encontrar las respuestas allá.

Los cambios del Dane
Pero hablar con el Dane no es sencillo. Frente a la avalancha de críticas y comentarios sorprendidos, la entidad mantuvo un silencio explicable al inicio, pero molesto después. Se dice que Ernesto Rojas, director de la entidad, considera que su trabajo es el de computar y divulgar las cifras, pero no comentarlas ni controvertirlas.

Se defienden mostrando que las cifras de empleo a la baja son de agosto mientras que las de producción al alza son de junio. Esto podría indicar que habrá una desaceleración en el crecimiento del PIB en el segundo semestre, anticipada por el mercado laboral. El argumento no convence casi a nadie.

Entonces, ¿dónde estará el lío? Algunos les achacan parte del problema a las modificaciones que está introduciendo la entidad. El Dane inició en julio un proceso para cambiar la Encuesta Continua de Hogares que se usaba hasta ahora para recoger los datos de empleo, por una nueva, la Gran Encuesta Integrada de Hogares.

Esto implica introducir gradualmente un mayor número de encuestas en 11 ciudades, para entregar, a partir de noviembre, datos de ingresos y empleo estadísticamente significativos para 24 ciudades en lugar de las 13 que reporta en la actualidad. Y modificar los cuestionarios para incluir más preguntas sobre informalidad y protección social. De otra parte, cambiar el método de capturar la información, abandonando el papel para usar los aparatos portátiles del censo.

Por último, los encuestadores están haciendo desde julio, un esfuerzo para recoger la información en las noches, los sábados y los domingos, con la intención de hablar directamente con la persona seleccionada para la encuesta. Anteriormente, si no estaba esa persona, se permitía que respondiera algún mayor de 18 años que conociera de cerca al informante directo.

Estos cambios no deberían afectar mucho los resultados de las tasas de desempleo y ocupación y debería en el futuro dar mayor precisión en las respuestas, en particular en el tema de ingresos.

La clave, la PET
El error del Dane parece estar en un lugar muy claro: en la población mayor de 12 años, la Población en Edad de Trabajar (PET). En julio, para 13 ciudades, el Dane la estimaba en 15,87 millones de personas y en agosto bajó inexplicablemente a 15,75 millones. "Es como si se hubieran muerto 117.000 personas en un mes", le dijo a Dinero un analista.

La caída de la PET tiene consecuencias muy importantes. De un lado, es el denominador de la Tasa de Ocupación (Ocupados / PET) y por eso se observa una caída de 2,5 puntos porcentuales en ese indicador entre julio y agosto. Además, el Dane encuesta a 40.000 hogares por trimestre y expande esos resultados para hacerlos representativos. "El factor de expansión depende de la PET. Si hay problemas con esa cifra, cambia el factor de expansión y afecta resultados totales", señala.

El Dane deberá entonces encontrar si esa es la única fuente de error y prepararse para que haya nuevos cambios en la PET en enero de 2007, cuando incorpore la composición de la población que arrojó el censo de este año.

Aclarar esto es importante, porque algunos analistas conjeturan que puede haber otra fuente de errores en la lectura de los archivos. "Si se leen mal los datos los problemas pueden ser enormes", señala uno de ellos.

Hay que pensar en formas para mejorar los controles automáticos para la información, o darse más tiempo antes de publicar los resultados. Todo para preservar la credibilidad de las cifras por encima de todo.