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La pérdida de participación y baja producción del grano colombiano radican en problemas estructurales observados en el país desde hace tres lustros y que no pueden ser solucionados de la noche a la mañana en una mesa de negociación a punta de paros.

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Al café ya no le comen cuento

Sin duda este es un país de contrastes, que tiene la guerrilla más antigua de América y la Ciudad Más Innovadora del Mundo, Medellín, según The Wall Street Journal, el Citibank y el Urban Land Institute.

6 de marzo de 2013

Que produce el café más suave, mientras sus cultivadores tienen que trabajar más duro para sobrevivir sin obtener utilidades.

Para protestar por las dificultades económicas, los caficultores de Colombia decidieron bloquear varias carreteras de sus centros de producción, causando serios problemas de abastecimiento y movilidad en importantes ciudades del país.

Transcurrida más de una semana del cese de actividades y del bloqueo de carreteras, el gobierno nacional ofreció aumentar el subsidio que otorga a los caficultores. "Se les van a pagar 115.000 pesos por carga" a los caficultores con menos de 20 hectáreas cultivadas, dice un comunicado de la Presidencia. Ese subsidio equivalía a 60.000 pesos colombianos, unos 33 dólares. Con el aumento, que es del 92%, la ayuda adicional del gobierno equivale a 63.30 dólares por cada 125 kilogramos de café (lo que se llama una carga).

A los caficultores con más de 20 hectáreas les ofrecen aumentar el subsidio en 58%, con lo que quedaría en el equivalente a 52 dólares.

Según las cuentas del Ministerio, al sumar el nuevo monto del subsidio con otros incentivos y primas de calidad, los cultivadores del grano recibirían en total 636.000 pesos (350 dólares) por carga. El costo de producir esa cantidad de café, sin embargo, es de 650.000 pesos (354 dólares), de acuerdo con datos de la misma cartera de Hacienda. En otras palabras, aunque el gobierno afirma que hace un esfuerzo que les cuesta a las arcas del estado 1,2 billones de pesos, a todas luces no es suficiente para que el negocio sea rentable.

Los caficultores piden un precio de sustentación, con todo y subsidios, de por lo menos el equivalente a 440 dólares, para que les quede por lo menos 86 dólares después de cubrir los gastos. Pero el gobierno no ofrece más porque "no hay de dónde", según un comunicado del ministerio de Hacienda.

Cifras de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia indican que hay 535.000 caficultores con cultivos de menos de 20 hectáreas, o el 96% de los 560.035 cultivadores registrados en la Federación. En el siglo pasado el cultivo de café fue la actividad principal y durante más de 80 años recibió el apoyo de la Federación y del gobierno. Generó además el desarrollo de importantes centros industriales del país. Pero la realidad mundial y nacional la han dejado relegada.

La Federación, que este año completa 86 años de labores, ya no representa los intereses del gremio, según lo manifiestan los cafeteros en paro, quienes reclaman su reestructuración o desaparición. A su juicio "es un club al que asisten los dueños de grandes cultivos". El problema que enfrenta la industria no es algo coyuntural sino que viene desde varios años atrás.

El café se vende en dólares, pero los productores gastan en pesos. Y si bien es cierto que el precio de referencia en Nueva York para el café colombiano registró aumento acumulado de 152% entre diciembre de 2002 y diciembre de 2012, la devaluación nominal acumulada de esa década es negativa en 38%.

El gobierno enfrenta un duro dilema ante la perspectiva de abrir las arcas del estado a una actividad tan sensible desde el punto de vista social, pero que ha venido perdiendo su poder y representación en la vida económica nacional.

El café colombiano, por otro lado, ha reducido presencia en el mercado internacional. Allí se han ido posicionando actores como Perú, que hace algunos años pocos imaginaban.

En el año 2000 Colombia participaba con el 11.5% del total de exportaciones de café en el mundo, después de Brasil que tenía el 31.2%. Al cierre de 2012 las exportaciones del café colombiano representaron apenas 6.4% de ese mercado y las de Brasil 25%, según la Organización Internacional del Café (OIC). Vietnam es el tercer exportador, con 22.9%, y le sigue Indonesia con 9.3%. Perú, a pesar de que no pertenece a la OIC, exportaba en 2000 el 3.1% del total del mundo, con 2.7 millones de sacos y en 2012 subió a 4.1 millones de sacos con participación del 3.6%.

De producir 10.4 millones de sacos (9.2% del total mundial), Colombia pasó a producir no más de 8 millones (5.6 durante el período mencionado. La participación del café en el Producto Interno Bruto (PIB) colombiano es actualmente el 0.86%.

El consumo anual por persona en el país que produce el café más suave del mundo es apenas de 1.81 kilogramos. En Brasil consumen 6.02 kilogramos por persona cada año.

Aunque la OIC mantiene sus proyecciones de crecimiento moderado del consumo de café (1.6% promedio anual), la tendencia a la baja de la participación de Colombia en el mercado no es muy alentadora como para pensar que un mayor esfuerzo exportador sea la solución.

La pérdida de participación y baja producción del grano colombiano radican en problemas estructurales observados en el país desde hace tres lustros y que no pueden ser solucionados de la noche a la mañana en una mesa de negociación a punta de paros.

El analista del tema cafetero Jorge Enrique Robledo advierte en su estudio sobre El Café en Colombia que parte de la razón para que la actividad pierda terreno está en "la lenta renovación de los cafetales o la reducción del tamaño de las fincas". Ello se suma a lo que el analista llama "unas condiciones climáticas nefastas".

Todo indica entonces que exprimir el no muy dadivoso presupuesto nacional no basta. Al analizar formas de cerrar la brecha existente entre los ingresos del caficultor (que dependen de precio externo y devaluación) y sus gastos, podríamos estar hablando de un saco sin fondo.

Mayor devaluación (que todos los sectores de exportación piden a gritos) y reestructuración de las instituciones y las fincas cafeteras quedan entonces sobre el tapete. Pero no esperemos una solución milagrosa que frente a productores grandes y menos costosos como Vietnam e Indonesia.


Ap/D.com