Tren y desarrollo regional

22 de noviembre de 2006

La region que comprende a Bogotá y los municipios cundinamarqueses vecinos continúa sin un tren de cercanías como alternativa para alimentar y complementar el servicio de Transmilenio, el transporte interurbano y de carga. Mientras que las grandes urbes en el mundo facilitan e incentivan la utilización de trenes regionales como otra eficiente opción a los buses para movilizar a la ciudadanía desde los suburbios, entre la ciudad capital y los municipios vecinos, en Bogotá y sus alrededores tenemos unos rieles de ferrocarril subutilizados y prácticamente abandonados. Lo que existe es un tren turístico que opera los fines de semana y el cual se pone a disposición como alternativa de transporte cuando se realizan los tradicionales paros de los transportadores.

Se estima que la región de Bogotá – Cundinamarca con sus sectores agroindustriales, industriales y de servicios aporta el 16% del total de las exportaciones del país por lo cual genera miles de empleos directos e indirectos. Detrás de esta economía existe un universo de ciudadanos trabajadores que conforman la población flotante que se traslada diariamente entre municipios vecinos y la capital utilizando el transporte público. Si bien existen las flotas y otros servicios de transporte interurbano e intermunicipal, la ausencia del tren de cercanía manifiesta un enorme vació en política de movilidad y desarrollo sostenible para el mismo progreso urbanístico y económico deseado de la ciudad y la región.

Los portales de Transmilenio aparte de sus propias rutas alimentadoras también absorben los usuarios del sistema provenientes de los municipios de la sabana occidente y sabana centro. Esto ha permitido menos flotas y buses de la region en las calles y avenidas de Bogota, lo cual reduce emisiones contaminantes y la congestión vehicular. Estas acciones han sido útiles para atender lo urgente pero el problema estructural persiste y lo importante no se ha resuelto. La vocación de ciudades dormitorio y la enorme relación de dependencia económica continuaran creciendo más rápido que Transmilenio y las vías de acceso a la ciudad pueda llegar a soportar. Estudios recientes indican que entre un 9 y 10 % de la población de los municipios vecinos viajan regularmente a Bogotá. Un fenómeno al contrario también se presenta ante el desarrollo económico en los mismos municipios vecinos pero aun se necesita obtener sus cifras reales.

No se necesita mucho análisis para visualizar lo que ya es evidente. Las nuevas urbanizaciones, industrias, negocios, cultivos, etc. que rápidamente se están desarrollando alrededor de la capital generarán una demanda superior a lo que podrá ofrecerse con un sistema de transporte masivo y publico soportado únicamente por Transmilenio. Si bien siempre ha existido integración e influencia regional para el desarrollo de la ciudad capital y sus municipios aledaños, es evidente que en los ultimas dos décadas se ha generado un incremento de viajes entre Bogota y sus “dormitorios”. Es fundamental rehabilitar y poner en funcionamiento las líneas férreas existentes en la ciudad capital y sus municipios de influencia económica. Se necesita complementar y hacer realidad un sistema de movilidad publica que se alimenta con diferentes medios. Uno de estos medios es el tren de cercanías. Lo irónico es que el tema no es nuevo, no es innovador y mucho menos ajeno a las eternas discusiones que se han realizado para mejorar el transporte en la ciudad-region.

Así como el mundo de los negocios avanza y cambia rápidamente, obligando a las sociedades y ciudades a que adopten y adapten soluciones de comunicaciones virtuales y física de manera oportuna. Es fácil imaginar como mejoraría la calidad de vida de todos los ciudadanos ante la posibilidad de moverse por un tren con frecuencias puntuales para entrar y salir en la ciudad-region, como también para desplazarse dentro de la misma ciudad capital (por ejemplo, trasladarse desde la calle 180 a la estación central ubicada en la calle 13, pleno centro de la ciudad seria cuestión de minutos). El aumento en los niveles de productividad, competitividad e inversión, reducción de congestión vehicular, la posibilidad de crear nuevos negocios y servicios, aumentar el turismo y por ende el comercio, son entre muchos otros aspectos positivos que podría ofrecer un efectivo tren de cercanías.

Factores como la implementación de TLC y su agenda interna, el plan visión 2019, el recién anunciado Plan Nacional de Desarrollo para el cuatrienio 2006-2010 titulado ‘Estado Comunitario: desarrollo para todos’, el cual por cierto tiene un enorme componente para inversión en infraestructura, y finalmente la elección de autoridades distritales, departamentales y municipales el próximo año ofrecen una oportunidad histórica para hacer realidad aplicando las ultimas tecnologías el denominado tren de cercanías. Los ciudadanos tenemos la ultima palabra para darle el voto a quienes estén comprometidos con este objetivo y para verificar que las promesas de campana se manifiesten efectivamente en la facilidad y eficiencia para movernos de un punto a otro en la ciudad –region. No es comprensible que mientras nuestros padres y abuelos hablen de los viajes realizados en tren, a la presente y futuras generaciones el único contacto sea la hermosa locomotora a vapor que cada fin de semana se esfuerza para transitar una parte de la sabana.

* MPA/Consultor Internacional